Dibuja tu Fe. Danii Marín

Dibuja tu Fe - Danii Marín


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mente está bien lejos de lo que él (o ella) está hablando y nada de lo que dice se está quedando en mi memoria. Ahora me veo diciendo amén y alzando la mano solo porque el resto de la congregación lo hizo primero, pero no hago más que llegar al estacionamiento y ya se me olvidó de qué estaban hablando… yo solo espero que haya sido sobre Dios y que de una manera u otra el desenlace termine conmigo llegando al Cielo.

      Un día se me ocurrió una idea que ya a muchas personas en mi iglesia se les había ocurrido, pero yo me emocioné como si fuera el único en pensar en ella: iba a tomar notas.

      Compré una libreta (porque para mí cualquier excusa es buena para comprar una libreta), y al domingo siguiente estaba apuntando lo que el pastor decía. La idea no me duró mucho tiempo porque, después de un rato, mi oído y mi brazo hicieron una conexión e ignoraron por completo compartirle la información a mi cerebro. Entonces, ni revisaba las notas, y cuando lo hacía, no me acordaba por qué había escrito lo que tenía escrito; y ni se diga de mi letra casi ilegible en aquel momento.

      Cierto día, mientras navegaba por Instagram, vi en la cuenta de un dibujante estadounidense al que sigo, sus notas del sermón del domingo anterior. Esas notas no se parecían en absoluto a las mías. Estaban distribuidas por todo el espacio y adornadas por ilustraciones que me hacían consumir vorazmente las ideas. Y contrario a mis notas, las de él sí se podían leer. Yo decidí que quería aprender a hacer eso también, o sea, volver a aprender a escribir y a tomar notas visuales.

      A mí siempre me ha gustado dibujar, por lo que escribir y leer las notas normales me resulta aburrido. Sin embargo, no fue hasta mis 30 años que decidí darle un uso práctico a mis dibujos, y tan pronto como el siguiente domingo, me iba a enterar por qué nunca antes se me había ocurrido dibujar durante el sermón.

      Compré una libreta (porque, como mencioné, tengo un vicio bien grande con las libretas y los materiales de arte), y el domingo estaba dibujando y escribiendo entretanto el pastor hablaba. Mientras estaba concentrado en lo que estaba haciendo, sentía como unos puntos de calor concentrados en mi nuca y mi torso. Cuando levanté la mirada me di cuenta de que las personas que estaban a mi alrededor me estaban mirando mal. Yo he visto personas decir disparates horribles desde el altar, pero nunca nadie los miraba con el desprecio y el desdén con la que estas personas me estaban mirando a mí mientras yo hacía mis dibujitos.

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      No pude evitar remontarme a mi época de estudiante, cuando la maestra me regañaba porque estaba dibujando en lugar de prestar atención. Me sentí tan mal y tan extraño, pero ya había comenzado, tenía que terminar.

      Cuando se acabó el servicio, fui donde mi pastor y le enseñé mi libreta. Yo no quería que él pensara que estaba distraído, así que le mostré lo que estaba haciendo antes de que alguien fuera donde él con la queja. Para mi sorpresa, el pastor dio una sonrisa de oreja a oreja y sacó su teléfono para tomarle una foto a lo que había hecho.

      Sin embargo, lo más emocionante fue que a mitad de la semana todavía me acordaba de lo que había aprendido en la predicación del domingo anterior; todavía me acordaba de los siete puntos que ocurren cuando Jesús hace Su entrada triunfal en mi vida; aún recordaba la historia que el pastor usó para reforzar el cuarto punto y me acordaba lo suficiente como para poder ponerla en práctica en mi vida.

      Así que continué dibujando en medio de la predicación. La gente me seguía mirando mal, pero yo estaba aprovechando lo que el pastor estaba compartiendo.

      Un día, el pastor hizo una pausa y les dijo a todos lo que yo estaba haciendo con mis notas visuales y cómo él lo apoyaba. Luego proyectó mis notas del sermón anterior a modo de resumen y desde ese día nadie más volvió a mirarme mal. Al contrario, las personas comenzaron a mostrarme sus notas para que les diera mi aporte y dos años después estaba en un avión camino a Atlanta para capacitarme con una compañía que toma notas visuales para clientes como Delta, Google y la NBA.

       LOS GARABATOS SON DE DIOS

      Después de cierta edad, hacer garabatos se asocia con distracción o desconexión. Uno ve a una persona haciendo dibujitos en medio de una reunión y lo primero que piensa es que no está prestando atención. Quizás tiene que ver con la razón por la que nos daban crayolas cuando éramos niños, para distraernos mientras los adultos hablaban en paz. Luego llegamos a la escuela intermedia o superior, y cuando nos veían dibujando en clase, nos enviaban a la oficina del director porque le faltamos el respeto a la maestra. Es una situación bien confusa cuando la miramos con detenimiento.

      Sin embargo, cuando vamos a la historia, los garabatos y dibujitos siempre han sido parte esencial de la experiencia humana.

      Hace poco veía un documental en Netflix, sobre la vida silvestre de Arabia. Entre los distintos habitantes del desierto que mencionaba el documental, se destacaba una tribu nómada de personas llamadas «beduinos», que habían hecho alianza con los camellos para atravesar el desierto.

      En su paso por las montañas, los beduinos se detuvieron frente a unas rocas que tenían garabatos y dibujos de hace cientos y cientos de años. Los de la tribu le enseñaban a los más jóvenes el mensaje de estas rocas, que aun cientos de años después seguía siendo relevante. ¿Cuál era el mensaje de estas rocas? Los supuestos garabatos detallaban donde se escondían las manadas de cabras montesas que los beduinos suelen cazar y cuál era la mejor forma de emboscarlas. Básicamente los beduinos tienen un manual de instrucciones de cacería hecho 100 % con dibujos en piedra.

      Si hubieras vivido en la Edad Media, es posible que no hubieras sabido leer, porque en aquel tiempo la mayoría de las personas eran analfabetas. No obstante, si entrabas a una catedral, ibas a poder aprender de las historias de los héroes de la Biblia con tan solo mirar las ventanas porque los vitrales que las adornaban mostraban las historias que las personas no podían leer. Nuevamente, los dibujitos en acción.

      En aquellos tiempos el analfabetismo era una barrera entre las personas y la Biblia, además de que los líderes religiosos usaban traducciones que solo ellos entendían para monopolizar la Palabra de Dios.

       LA REALIDAD ES QUE NO ESTAMOS TAN LEJOS DE LA EDAD MEDIA

      Uno pensaría que, con los adelantos en la tecnología, las distintas traducciones y la alta tasa de individuos que saben leer, todas las personas cristianas leerían la Biblia, así como muchos cristianos leen el horóscopo…

      Aun en el siglo XXI sigue existiendo una barrera entre las personas y la Biblia, donde:

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      «¡VAYA, QUÉ REAL QUEDÓ ESE VITRAL DEL DILUVIO!».

      •La vemos como un libro aburrido y tedioso de leer y entender;

      •No sabemos por dónde comenzar a leerla;

      •Tenemos la frustración de que se nos olvida lo que leímos;

      •Leemos algunos textos fuera de contexto y no le vemos la relevancia;

      •La Biblia ha sido tan mal utilizada que nos alejamos de leerla;

      •Sencillamente es más fácil escuchar y repetir lo que dijo el predicador, el autor o el video de YouTube que te envió tu prima por WhatsApp.

      El peligro de no conectarnos con la Biblia personalmente es que nos hace vulnerables a ser manipulados por las doctrinas que nacen de las agendas de personas hambrientas de poder.

      Al principio de la década del 2000, la iglesia donde yo asistía fue recibiendo la influencia de diferentes predicadores que sembraron las enseñanzas del «evangelio de la prosperidad». Por muchos años, nos repartimos relojes y sortijas caras a diestra y siniestra al punto que mi iglesia parecía una fiesta de intercambio de regalos navideños auspiciada por Rolex… y uno que otro Rilex hecho en Taiwán.

      La


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