Misión y comisión. Carlos Van Engen
Espíritu Santo de modo que nuestro Señor y Salvador nos muestre una visión de la misión de Dios EN y DESDE América Latina.
Capítulo 1
El mundo latinoamericano: escenario de la misión de Dios
Les invito a alzar los ojos de su mente y ver América Latina. ¿Qué ven? ¿Ven una tierra que fluye leche y miel o ven gigantes?
¡Miren esa tierra que fluye leche y miel pero tiene gigantes…! ¿Se acuerdan? Busquemos Números 13. Los hijos de Israel habían sido ya liberados de Egipto, organizados, colocados y formados como un pueblo en el desierto. Llegan al río Jordán y Jehová le dice a Moisés:
Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. Y Moisés los envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Jehová; y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel. (Nm 13.2–3)
Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. (Nm 13.26–27)
También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. (Nm 13.33)
Ahora les invito a leer en Mateo 9.35–38:
Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.
Este pasaje se repite en Lucas 10, en el cual Lucas junta estas palabras exactamente con la misión de los doce; y otra vez en Juan 4.35:
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
En cada capítulo de esta obra sigo un proceso de reflexión. Así, vamos a mirar el contexto, el texto, la comunión y la comisión en relación con cada tema.
El contexto
Vengan conmigo a «Canaán» —queda afuera de las puertas de nuestras iglesias y seminarios—, vayamos a recorrerla y mirarla en nuestros países. Y no solo incluyamos a Colombia o Venezuela, a Brasil o México. Hoy en día Canadá y los Estados Unidos de Norteamérica también están comprendidos como resultado de la migración latinoamericana. Estados Unidos es, en nuestros días, el quinto país de habla española del mundo; y siempre ha sido por su historia de cierta forma una nación hispana desde la época colonial. Al presente, es un contexto donde muchos hispano-latinos sufren tremendamente, tal como sucede con muchos pobladores de Latinoamérica.
¿Qué ven? ¿Cómo describir lo que vemos? ¿Cómo describir nuestra realidad? Hay muchas formas. La hermenéutica de la realidad es sumamente importante porque tiene que ver con la encarnación del evangelio.
Cuando Jesús llega y ve una multitud que no había comido durante dos días, ¿qué hace? ¿Trae agua? ¿Resucita a Lázaro? No. Trae pan.
Cuando entra a una aldea y ve a un grupo caminando que sale del pueblo con un cadáver y una viuda llorando, ¿qué le ofrece a la viuda? ¿Pan o resucitar al hijo? Cuando llega a un pozo, en las afueras de Zicar, ¿qué ofrece? ¿Pan o resurrección? Agua.
¿Qué ven cuando miran a «Canaán» en las afueras de sus iglesias? ¿Qué ven?
Hace unos años, Emilio Núñez y William Taylor escribieron Crisis en América Latina: una perspectiva evangélica. En este formidable libro, Núñez y Taylor ofrecen un análisis de la situación de América Latina. Revisan en casi cien páginas el contexto de América Latina, que es por donde se debe empezar.
Entonces, hay que examinar el panorama contemporáneo de América Latina, hacer una sinopsis de su historia, tomar conciencia de su crisis humana, apreciar sus dimensiones espirituales. Debemos ver desde una perspectiva propia a nuestro pueblo latinoamericano y luego hacer un análisis de los cristos hispanoamericanos. Aquí seguimos un patrón muy similar al de Juan A. Mackay, quien ofreció hace mucho tiempo una obra que es todavía sumamente contemporánea: El otro Cristo español. Este libro tiene un capítulo sobre el quehacer teológico de los evangélicos en América Latina. Es una excelente obra. Habla sobre las varias formas de mirar la realidad en que vivimos.Hace unos años surgió un comentario sobre la situación en el Brasil y demás países de América del Sur que decía: «La teología de la liberación optó por los pobres; los pobres optaron por volverse pentecostales».
¿Qué ven ustedes cuando miran? Tendríamos que pasar mucho tiempo mirando con entendimiento y a través de nuestras experiencias. Es sumamente importante la hermenéutica de la realidad, de lo que vemos y vivimos. Podríamos estudiar nuestra historia. Por ejemplo, yo soy de México, de este país con sus varias revoluciones… México, en su historia, ha sentido un gran deseo de liberación de España, de Francia, de los Estados Unidos, del Vaticano, de la corrupción, de la estrangulación industrial-económica y, últimamente, del narcotráfico. Pablo Pérez nos ofrece una perspectiva histórica en el libro Misión y liberación. Autores como Enrique Dussel, Justo González y Pablo Deiros nos ayudan a entender nuestra realidad desde una perspectiva histórica.También podríamos mirar nuestra realidad desde el punto de vista de la economía —todo el asunto del desarrollismo, de la dependencia, del neocolonialismo—. Yo viví en México de 1973 a 1985. En 1982, vimos devaluarse la moneda mexicana en un 700 por ciento en un año y los precios subir por igual. Viví entre la gente pobre y familias de clase media que, por las circunstancias, se vieron obligadas a escoger cuáles de sus hijos o hijas irían a la escuela y cuáles se quedarían en casa. En muchos casos el carrito que la familia había luchado por comprar se tenía que vender; en otros, la mitad de los terrenos familiares los tenían que vender para pagar las deudas.
La política. Nuestro continente todavía está saliendo de sistemas medievales. Hemos experimentado y tenemos que seguir experimentando nuevas formas de vida comunitaria. Las dictaduras no nos han servido de mucho. Los conflictos de clases no nos ayudan demasiado. El capitalismo no nos ha ayudado tanto. Y la democracia a veces no funciona y no necesariamente ayuda.
El comercio, la religión, la urbanización son diferentes lentes que podemos usar para mirar nuestra realidad. ¿Qué ven ustedes cuando miran a Canaán? ¿En Brasil? ¿En São Paulo o en Río de Janeiro? Hace unos años estuve en Río de Janeiro y observé que debajo de cada puente de las autopistas había… ¿qué?… chocitas, casitas de cartón, de lámina, de madera. Nunca en la historia de la humanidad hemos tenido tal movimiento de personas desalojadas, como lo vemos ahora. La onu estima entre 35 y 45 millones las personas que no viven donde antes vivían y que no tienen un lugar al cual llamar su casa.
Durante tres años, entre 1982 y 1985, estuve comprometido en salvar de la muerte a ochenta mil refugiados guatemaltecos que estaban en la frontera mexicana. Los gobiernos implicados no querían reconocer que existían tales personas desalojadas. ¡Era ilegal tratar de dar de comer a ochenta mil personas!
Tenemos la urbanización. Los miles de desalojados sin vivienda. La confusión en cuanto a la relación iglesia-Estado. La relación de la ética con el poder político-económico. Y la vida social del pueblo. ¿Con cuál lente ven ustedes su realidad?
Muchas veces me preguntan quién soy. Alrededor de América Latina, numerosos hermanos me dicen «Carlitos» por cariño, o en broma, pues mido cerca de dos metros de estatura. Cuando me preguntan quién soy yo, les digo lo siguiente: «Cara gringa, apellido holandés (Van Engen) y corazón mexicano». En