Historias reales. Urla A. Poppe

Historias reales - Urla A. Poppe


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      HISTORIAS REALES

      Urla A. Poppe

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      © Urla A. Poppe

      © Historias reales

      Ilustraciones e imagen de cubierta: Lorena Méndez

      ISBN papel: 978-84-685-4680-3

      ISBN epub: 978-84-685-4681-0

      Editado por Bubok Publishing S.L.

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      A mi familia, gracias por el apoyo.

      «Pero he vivido, y no he vivido en vano; puede que mi mente pierda su fuerza, mi sangre su fiereza y mi cuerpo perezca al conquistar el dolor; pero hay en mí eso que causará la tortura y el tiempo; y respirará cuando yo expire; algo no terrenal, que ellos no tienen en cuenta, como el recordado tono de una lira, se hundirá en sus espíritus ablandados y entrará en corazones que ahora son todo piedra el tardío remordimiento de amor.»

      Las peregrinaciones de Childe Harold

      Lord Byron

      Índice

       Introducción

       PRIMERA PARTE

       1

       2

       3

       4

       5

       6

       7

       8

       SEGUNDA PARTE

       1

       2

       3

       4

       5

       6

       7

       8

       TERCERA PARTE

       1

       2

       3

       4

       5

       6

       7

      Era una tarde muy fría cuando el señor Murray entró a la casa. Llevaba muchos años deshabitada y había conseguido una orden para demolerla. Pensaban construir un edificio de oficinas y la casa ya era muy vieja para que alguien la pudiese habitar. El señor Murray era un hombre muy sencillo, pero le gustaban mucho las joyas y los lujos, los cuales nunca había tenido. Había trabajado toda su vida como inspector de obras. Estaba casado pero no tenía hijos.

      Entró a ver si encontraba algo interesante, pues existían muchas leyendas acerca de esa casa. El señor Murray estaba maravillado por la construcción, que era muy rara. Pidió que algunos trabajadores retirasen los muchos muebles que había en el interior. Él, por su parte, subió las escaleras y se dirigió al cuarto principal. Menuda belleza. Decidió que se quedaría con los muebles, parecían muy caros y no quería que fuesen a parar a la basura. Mandó a un trabajador que lo ayudase a mover la cama y a sus pies cayó un pequeño cuaderno. Parecía muy antiguo y lo guardó para revisarlo en otro momento.

      Cuando terminaron de sacar los muebles, trajeron las dinamitas y las colocaron estratégicamente. Se retiraron del lugar para ponerse a salvo y las hicieron explotar.

      Cuando esa noche el señor Murray llegó a su casa, estaba tan cansado que se fue a dormir. A la mañana siguiente era su día libre. Mandó acomodar los muebles que había traído de la casa, aunque su mujer no estaba de acuerdo.

      —Creo que es una locura que hayas traído muebles tan viejos. Va a costarte una fortuna arreglarlos, eso te lo aseguro.

      —Deja de ser tan pesimista. Quiero que me ayudes a acomodarlos en la casa; por ahora los dejaremos aquí y cuando los envíe a reparar quedarán preciosos, ya lo verás.

      El señor Murray estaba muy emocionado por sus nuevos muebles y no hacía caso de lo que su mujer le dijese. Y se acordó del pequeño cuaderno que había encontrado en el cuarto principal. Así que lo buscó y se puso a leerlo.

      Se demoró unos cuantos días en terminarlo y no le gustó para nada lo que había leído, pero creyó que valdría una fortuna, así que lo llevó a una amiga historiadora y le dijo que quería venderlo. Ella estaba sorprendida del descubrimiento, pues ese cuaderno era una reliquia y contenía la más hermosa historia de amor sobre dos miembros de una raza que no existía. Fue así como la historia de los vampiros llegó a ser conocida por los seres humanos y se volvió indispensable para los historiadores que creían en el mito y llevaban años investigando acerca de ellos.

      Lo que los humanos no saben acerca de las historias que van a ser contadas es que ocurrieron en una época paralela, que alguna vez sucedieron y que el tiempo las olvidó para convertirlas en mitos y leyendas; pero se debe saber que son historias reales de seres abatidos por una maldición y por su propia raza.

      Era sábado por la noche. El silencio rondaba como la muerte en los campos de batalla. Ningún hombre se atrevía a salir a esa hora, era demasiado peligroso. Las calles oscuras y desiertas del pequeño pueblo a las afueras de Madrid, olvidado por muchos, presentaban un aspecto aterrador. El suelo mojado, la lluvia primaveral se había marchado hacía unas horas. Un gato solitario rompió aquella tensión con sus chillidos, una extraña pareja lo asustó.

      Seres de otro mundo, reales, extraordinarios y misteriosos. Así eran los llamados a seguir la senda de los no-muertos. La vida era para ellos un universo paralelo, un limbo en la tierra que los hacía vagar por el mundo sin saber cuándo sería su fin…

      Jack volvió la mirada, alguien los seguía. La chaqueta de cuero verde le rozaba los pantalones empapados por la lluvia; el sonido le perturbaba, sobre todo porque sabía que «ellos» también los percibían… Sus ojos inyectados de sangre fresca del inoportuno humano brillaban en la oscuridad y le resaltaban la melena corta y rubia. Anne le seguía muy cerca el paso. También los sentía, no era preciso ser un vampiro para verlos. Los llamados Cazadores producían un terror inexplicable y cada vez que se acercaban a un pueblo remoto, sus habitantes temblaban de miedo; sus pasos retumbaban como tambores en el infierno y las melenas largas y tupidas no ocultaban sus ojos negros y alargados. Las manos eran


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