Dijo el Buda.... Osho

Dijo el Buda... - Osho


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rodeado de muchas fotos de la esposa, por todas partes, como si se hubiese convertido en una diosa. Y él empezó a llorar. Yo le dije:

      –¡Deja de hacer el tonto! Nunca fuiste feliz con esa mujer, ni ella contigo, por eso se suicidó. Eso era lo que siempre quisiste. De hecho me dijiste muchas veces que si esta mujer se moría tú serías libre. Ahora ya lo ha hecho.

      Él respondió:

      –Pero ahora me siento culpable, como si yo hubiera sido la causa de su muerte, como si la hubiese matado con mis manos. Nunca volveré a casarme.

      Eso es la culpabilidad, una cosa muy fea.

      Cuando muere un buda son muchos los que le veneran. Estaban ahí en vida, pero nunca se acercaron a él. Cuando muere un mahavira, la gente le venera durante siglos. Esa gente estaba allí cuando vivía, pero ahora se sienten culpables.

      Fíjate, a Jesús le crucificaron. En el último momento incluso le abandonaron sus discípulos. No hubo nadie que dijese: «Soy su seguidor». Incluso el último discípulo… cuando apresaron a Jesús, éste le dijo: «No me sigas porque ya no puedes seguirme». Y el discípulo contestó: «Iré, maestro. Iré adonde te lleven». Jesús dijo: «Antes de que cante el gallo al amanecer me negarás tres veces. No lo hagas, déjame». Pero el discípulo insistió.

      A Jesús le apresaron, sus enemigos dieron con él, y el discípulo siguió con la multitud. La gente se dio cuenta de su pinta extraña y le preguntaron: «¿Quién eres tú? ¿Eres discípulo de ese Jesús?». Y él dijo: «¿Quién es ese Jesús? Nunca he oído ese nombre». Y tres veces, tres veces le negó antes de que cantase el gallo. Y cuando le negó por tercera vez, Jesús se dio la vuelta y dijo: «El sol todavía no ha aparecido por el horizonte».

      Nadie más debió de comprenderlo, pero el discípulo debe haber llorado amargamente al negar a Cristo. Dijo que no conocía a ese hombre, que era forastero, y que se había acercado por curiosidad. En el último momento incluso desaparecieron los discípulos. Jesús fue crucificado. Los discípulos se reunieron, y cada vez fueron más. Ahora casi un tercio de la humanidad es cristiana.

      Da la impresión de tratarse de una culpabilidad tremebunda. Sólo tenéis que daros cuenta de que si a Jesús no le hubieran crucificado, no habría cristianismo. Por eso la cruz se convirtió en el símbolo del cristianismo. Yo al cristianismo lo llamo “cruz-tianismo”, no cristianismo. De hecho es la cruz, es la muerte, lo que creó la culpa. Creó tanta… ¿Y qué se hace cuando surge la culpabilidad? Sólo puedes compensarla venerando a la persona.

      Cuando un maestro está vivo le quieres; tu veneración contiene amor y no exhibicionismo. Es un flujo natural que proviene del corazón. Pero cuando un maestro está muerto y siempre le has negado, entonces le veneras. Tu veneración tiene algo de fanatismo, de exhibicionismo. Quieres demostrar algo. ¿Frente a quién? Frente a tus propias actitudes

      Así me lo han contado:

      –Pareces muy deprimido –le dijo un amigo al mulá Nasrudín–. ¿Qué te pasa?.

      –Verás –empezó el mulá–, ¿recuerdas a mi tía, la que acaba de morir? Yo fui el que la internó en un manicomio durante los últimos cinco años de su vida. Cuando murió me dejó todo su dinero. Ahora he de demostrar que estaba bien de la cabeza cuando redactó el testamento, hace seis semanas.

      Eso es lo que pasa. Primero niegas a un hombre sabio, le niegas que sea sabio. Niegas que esté iluminado, niegas que sea bueno. Luego se muere y te lo deja todo, te deja todo su dinero. Se convierte en tu herencia. Ahora, de repente, todo cambia, todo toma un giro de ciento ochenta grados. Negabas a ese hombre porque hería tu ego, y ahora, de repente, empiezas a venerarle porque te colma el ego. La causa sigue siendo la misma, tanto si le condenas como si le veneras.

      Los hinduistas destruyeron por completo el budismo en la India, pero aceptaron al Buda como el décimo avatara de Vishnú. ¿Por qué? Porque ahora está bien negar el budismo, ¿pero cómo negar el legado del Buda? Fue el indio más grande de toda la historia. Si le niegas, tu ego se quedará corto. Pero con el Buda, tu ego reluce como una estrella, como la estrella polar. No puedes negar al Buda.

      Ahora le reclamáis, afirmáis que fue el hombre más sabio, el hombre más grande de todos los tiempos. Ahora vuestro ego se alimenta del nombre del Buda. Ahora queréis que sea vuestro Buda –de hecho, ahora decís que fue vuestro Buda– el que transformó todo Asia. Es la luz que ilumina el mundo. Sí, claro, liquidasteis a todos los budistas, destruisteis las escrituras budistas, lo negasteis todo, pero os aprovecháis del nombre del Buda.

      Piensa en lo siguiente: cuando la India fue libre y tuvieron que elegir un símbolo para la bandera, eligieron uno budista. ¿Es que no hay símbolos en el hinduismo? El hinduismo cuenta con millones de hermosos símbolos. ¿Por qué tuvieron que elegir la rueda budista para la bandera? Porque ahora el Buda es su patrimonio. Ahora quieren alardear de que el Buda nació en la India, en este país tan religioso, que «es nuestro». Cuando vivía le lanzabais piedras. Ahora proclamáis que es vuestro.

      Cuando el Buda vivía, le condenaban en todos los pueblos por los que pasaba; le condenaban allí por donde pasaba. Ahora todos los pueblos proclaman que «estuvo aquí», que «nació aquí», que «murió aquí», que «estuvo aquí, en esta casa», que «estuvo viniendo por aquí durante más de cuarenta años: por lo menos vino unas veinte veces». Todos los pueblos de Bihar3 afirman algo parecido.

      Cuando vivía, todo Bihar le condenó. Ahora, el nombre “Bihar” sale a cuenta de él, porque caminó por allí. Bihar significa “donde camina el Buda”. Ahora todo el territorio se llama Bihar. Ahora proclamamos esto y lo otro. Nehru recuperó sus huesos, los devolvió a la India. Nehru no era persona religiosa, en absoluto. ¿Por qué lo hizo? Porque de esa manera el ego índico puede sentirse muy satisfecho. El Buda había de regresar a casa. El mismo ego que le condenó le venera. Recuérdalo. Tu ego siempre niega, obsérvalo.

      Estos sutras son para ti. Recuerda. No son insubstanciales, no son teorías. Son muy empíricos, muy pragmáticos: el Buda fue un hombre muy pragmático.

      Sucedió el otro día. Después de la charla de la mañana vino a verme el mulá Nasrudín. Me dio la mano y dijo: «Maravilloso sermón, de verdad. Todo lo que dijo puede aplicarse a alguien que conozco».

      Estos sutras son para ti, no para nadie más que conozcas. Si alguien dice que fulano se ha iluminado, ¿cuál será tu primera reacción? Obsérvalo. Dirás: «¿Fulano? ¿Ese zumbado? ¿Que se ha iluminado? ¡Imposible!». Observa, observa tu primera reacción. Permanece alerta a ver qué sucede en tu mente. Empezarás a hablar de todos los defectos y faltas que conoces. Y observa y verás que exageras.

      A veces, si alguien te cuenta que cierta persona se ha iluminado, se ha hecho muy sabia, dices: «¿Ése? Le conozco desde pequeño. Le he visto y observado. La iluminación no tiene lugar en un día. Es un proceso. No es posible», o buscas algo irrelevante.

      El Buda solía decir que en una ocasión, en un lugar había un hombre que le dijo a un amigo: «¿Te has enterado de lo de nuestro vecino? Ahora es una persona muy virtuosa». El otro dijo: «¿Qué me dices? No es posible. Vivo a su lado, hemos vivido juntos. ¿Cómo es posible que te hayas enterado antes que yo? Somos vecinos y lo sé todo acerca de él. Se trata de una impostura. Es un embaucador, ¿pero a quién cree que puede engañar?».

      Es muy difícil aceptar que alguien sea sabio porque al aceptarlo, estás aceptando que tú eres ignorante. Ése es el problema. No es cuestión de si el otro es o no es sabio, sino que tiene relación contigo.

      Cuando aceptas que alguien es guapo, lo haces de mala gana. Habla a una mujer acerca de otra mujer guapa y se mostrará reacia a aceptarlo, y además empezará a condenarla de inmediato. Porque aceptar que esa otra mujer es guapa es aceptar que ella no lo es tanto. La comparación surge de inmediato. El ego existe a través de la comparación.

      En el zen dicen que había un hombre que era un flautista maravilloso. Alguien le alababa en la cafetería, diciendo que era un intérprete maravilloso. De repente otra persona empezó a denostarlo, diciendo: «Es un mentiroso y


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