Dijo el Buda.... Osho
pasado no tiene remedio, pero se puede hacer mucho de cara al futuro. Y cambiar el futuro es cambiarlo todo. Si empiezas a cambiar tu modo de vivir, tu manera de estar atento, si empiezas a comprender las leyes de la vida… una de las leyes fundamentales es la del karma: lo que siembres es lo que recogerás.
No lo olvides ni un solo instante. Porque olvidarlo ya te ha creado mucha desdicha. Recuérdalo. Los viejos patrones y las viejas tendencias te obligarán una y otra vez, por pura costumbre, a realizar esos mismos actos. Recuérdalo y abandona los viejos hábitos, abandona las reacciones mecánicas; sé más consciente. Un poco de consciencia provoca muchos y grandes cambios.
Así me lo han contado:
Sucedió en Japón. En una ocasión una madre visitó a su hijo en la universidad y le apenó ver las paredes de la habitación llenas de pósteres de mujeres ligeras de ropa. No dijo nada, pero colgó una imagen del Buda entre las demás. Cuando volvió a ver al hijo un tiempo después, habían desaparecido todos los pósteres menos la imagen del Buda. El chico dijo: «No podía dejarle ahí con todas esas fotos, así que las tuve que quitar».
Una pequeña imagen del Buda bastó para que todas aquellas fotos pornográficas desapareciesen. ¿Qué pasó? El muchacho empezó a sentirse incómodo. ¿Cómo mantener al Buda junto a aquellas fotos? Poco a poco la presencia del Buda se fue haciendo notar; cuanto más consciente se iba haciendo, más fotos desaparecían. Basta un pequeño rayo de sol para acabar con la oscuridad. ¡Permite ese primer rayo!
Si empiezas a ser consciente en un grado muy pequeño, no tienes de qué preocuparte, con el tiempo verás que el resto de fotografías van desapareciendo, hasta que sólo queda consciencia. El Buda significa esa consciencia, y la misma palabra “buda” quiere decir consciencia.
Si quieres ser feliz y gozoso de verdad, ser gozoso eternamente, si estás harto de las miserias por las que has tenido que pasar, entonces lleva consciencia a tus reacciones. Y empieza a confiar en lo bueno.
En algunos idiomas hay una expresión que viene a decir: “Demasiado bueno para ser cierto”. Esta expresión es muy peligrosa. ¿Demasiado bueno para ser cierto? Eso quiere decir que si algo es demasiado bueno desconfías de ello; ¿no puede ser verdad? Cámbiala, y di lo siguiente: «Demasiado bueno para no ser cierto».
Cree en la bondad, cree en la luz, cree en una realidad superior, porque todo aquello en lo que crees se convierte en una apertura para ti. Si no crees que es posible que exista un ser por encima de ti, entonces estás acabado, porque eso paraliza toda posibilidad de crecimiento.
Confiar en un Buda, en un Mahavira, o en un Jesús, o Zaratustra, no es más que abrirte… a la idea de que existen seres superiores a ti, de que han caminado y vivido sobre la tierra. No es imposible ser un buda. Piensas en ello y un rayo de luz iluminará tu ser. Y esa luz empezará a transformarte, a cambiar toda tu química.
Por eso todas las religiones insisten en la confianza, en shraddha, fe. No tiene nada que ver con supersticiones, ni con creencias teológicas. Se trata simplemente de una apertura del corazón. Si no crees, si insistes en que las rosas no existen, aunque un día te topes con un rosal no acabarás de creértelo. Te dirías: «Debe ser una ilusión, alguien me está gastando una broma, es un espejismo, estoy soñando, porque las rosas no existen».
En primer lugar, y si no crees en la existencia de las rosas, existe una probabilidad muy elevada de que cuando las encuentres ni siquiera las mires porque sólo nos fijamos en las cosas que consideramos posibles. Así que pasarías de largo, indiferente. Sólo se hace efectivo aquello en lo que crees.
Así me lo han contado:
Sucedió en un hospital. Una enfermera colocó un biombo alrededor de la cama de un paciente y le alargó un frasco para que depositase una muestra de orina.
–Volveré a buscarlo dentro de diez minutos –le dijo. Luego vino otra enfermera, que le dio al hombre un vaso de zumo de naranja. El paciente, que tenía cierta chispa, vertió el zumo de naranja en el frasco de la muestra. Cuando volvió la primera enfermera, le echó un vistazo y dijo:
–Esta muestra parece un poco turbia.
–Sí, que lo parece –asintió el paciente–. Lo volveré a pasar y veremos si se aclara un poco.
La enfermera se desmayó cuando el hombre se llevó el frasco a los labios.
Se trata de tu creencia, de tu propia idea… ¿Pero qué está haciendo ese hombre? Pues bebe zumo de naranja. Pero una vez que das por sentado algo, se torna efectivo. Ahora la enfermera ha pensado que se está bebiendo la orina. Sólo es su idea, pero las ideas son grandes realidades que cambian tu manera de ver las cosas.
Si buscas belleza hallarás belleza. Si crees que la belleza no existe, entonces puede que te cruces con ella pero no la reconozcas. Sólo se ve lo que se busca.
Fe y confianza sólo significan eso, que no somos lo último, lo esencial, el crescendo de la existencia, que es posible una realidad superior. Creer en un Jesús o en un Buda es simplemente creer en tu propio futuro, en que puedes crecer. Creer en el Buda es creer en crecer, en que todavía hay algo que puede sucederte.
Por eso en los siglos pasados la gente nunca estuvo tan aburrida como hoy en día, porque ahora parece que no es posible nada más. Eres esclavo de la rutina. Cuanto más materialista se torna la gente, más se aburre. No hay gente más aburrida que los estadounidenses. Tienen todo lo que el ser humano ha anhelado durante siglos, y están muertos de aburrimiento porque carecen de futuro. Cuando no hay futuro no hay sentido.
Tienes un bonito coche, una bonita casa, un bonito trabajo… ¿Y qué? Aparece la pregunta: «¿Y qué? ¿Adónde estás yendo? Estás prisionero de la rutina, girando en la misma rueda una y otra vez. La misma mañana, la misma noche, el mismo trabajo, el mismo dinero… ¿Y ahora qué?». Pues la gente se dedica a jugar jueguecitos para pasar el tiempo, pero saben que no va a pasar nada. Y eso provoca aburrimiento.
Nunca en la historia del ser humano ha estado la gente tan aburrida, porque antes siempre existía una posibilidad; siempre había una apertura en el cielo… Te podías convertir en alguien como el Buda, o como Jesús o Krishna. Siempre crecías. No estabas atrapado en una rueda; había crecimiento.
De repente, en este siglo estáis atrapados en una rueda. No hay Dios. Nietzsche dijo: «Dios está muerto y el hombre es libre» ¿Libre para qué? Libre para no crecer, para pudrirse, libre para vegetar y morir.
La libertad sólo tiene sentido cuando conlleva crecimiento. Libertad sólo significa posibilidad de crecer, que en ti es posible que crezcan unas flores mejores. Tu potencial cuenta con un destino… y eso conlleva sentido, entusiasmo, estímulos. Tu vida empieza a palpitar de sentido.
Recuerda que tú eres la causa de tu desdicha, y que también puedes pasar a ser la causa de tu beatitud. Eres la causa del infierno en el que vives, pero también puedes crear el cielo. Sólo tú eres responsable, y nadie más.
Nunca intentes dañar a nadie porque todo eso acabará revirtiendo en ti. Si puedes hacer algo bueno, hazlo. Si puedes ayudar a alguien, ayuda. Si puedes expresar algo de compasión, de amor, déjalo fluir, porque también regresará a ti. En momentos de necesidad tendrás algo en lo que apoyarte, en lo que confiar.
Ama todo lo que puedas, ayuda, y no te preocupes de si la ayuda te es recompensada en el momento. Lo es, y mucho. No te preocupes acerca del momento y el lugar, porque te será recompensada. Algún día, cuando la necesites, aparecerá. Se va acumulando.
El mulá Nasrudín no dejaba de pedirle al de la tuba que tocase.
–Vale, muy bien, ya que insiste –dijo–. ¿Qué quiere que toque?
–Lo que quieras –dijo Nasrudín–. Sólo es para molestar a los vecinos.
La gente no deja de hacer cosas así. Puede que no disfruten en absoluto, pero si molestan a los vecinos ya disfrutan. Es morboso, pero así es la gente. A la gente le encanta torturar, y cuando les torturan a ellos lloran y dicen que la vida es muy injusta, y que Dios no conoce