¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista?. Crisóstomo Pizarro Contador
continúan empleados los salarios suban. La caída del salario en una zona puede corresponder a un aumento en otras. El lanzamiento de nuevos tipos de empresas, puede causar grandes ganancias a aquellos que consigan un quasi–monopolio transitorio, pero esto puede ser una catástrofe para otros empresarios. El desarrollo de un país semiperiférico puede significar un aumento real en las condiciones de vida de sus habitantes pero traer consigo una declinación en otras partes del mundo”4.
Cuando la continua alternancia entre ciclos A y B implique un agotamiento de las fuentes de acumulación de capital, como se verá más adelante, el sistema empezará a experimentar severas oscilaciones hasta situarse en un punto de bifurcación histórica, iniciándose así el tránsito de un tipo de estructura a otra u otras, lo cual ocurre en lo que se ha denominado longue durée. Este proceso es irreversible y su resultado, incierto.
Para asegurar los cuasimonopolios, los Estados disponen de muchos recursos, como el establecimiento de patentes y otras medidas de protección de la llamada propiedad intelectual, la asistencia directa en investigación para el desarrollo, la compra de los productos cuasimonopolizados a precios muy beneficiosos e incluso el uso de su fuerza geopolítica para impedir el perjuicio que otros productos podrían representar para los que ya forman parte de los cuasimonopolios5.
Pese a las medidas anteriores, los cuasimonopolios tienden a autoliquidarse durante el transcurso del tiempo, debido a las acciones iniciadas por otros productores que procuran entrar en un mercado altamente rentable. Para esto, pueden copiar o duplicar la tecnología que permite la innovación incorporada en los productos cuasimonopolizados y usar distintas medidas de carácter geopolítico para amenazar a las potencias hegemónicas protectoras de sus propios productos cuasimonopolizados, o pueden movilizar los sentimientos antimonopólicos.
Esta característica ha sido un rasgo sobresaliente de las relaciones entre Estados en la historia económica del sistema-mundo moderno. Los cuasimonopolios tienden a autodestruirse. Lo que hoy es un producto de punta generado por procesos desarrollados gracias a las innovaciones ocurridas en Estados “centrales” fuertes, pasa mañana a ser generado por procesos desarrollados en Estados periféricos débiles. Es el caso de lo acontecido entre 1800 y 2000, con la producción de textiles, acero, automóviles o computadores. En 2000, se reconocieron nuevos “procesos centrales”, como la producción aeronáutica o la ingeniería genética. “Ha habido siempre nuevos procesos centrales que reemplazaron a los que se tornaron más competitivos y se reubicaron fuera de los Estados en los que se encontraban originariamente”6.
Maximización de ganancias y reducción de costos
A fin de aumentar sustancialmente la tasa de acumulación de capital, los productores necesitan, además del establecimiento de cuasimonopolios, elevar las diferencias entre los precios de ventas y los costos de producción. El objetivo, en este sentido, es reducir los salarios del personal conformado por trabajadores con distintos grados de calificación, supervisores y altos ejecutivos, los costos de las materias primas, la infraestructura relativa al transporte y a las comunicaciones y la eliminación de residuos tóxicos.
Los intentos de reducir los salarios y beneficios de los trabajadores son resistidos firmemente mediante paralizaciones y huelgas. Pero como estas medidas pueden ser muy perjudiciales para la mantención de altas utilidades, los productores se ven obligados a negociar con sus trabajadores o a trasladar sus industrias de los locales centrales a otras partes del mundo donde los costos son inferiores. Se trata entonces de una relocalización de las industrias en las periferias de la economía-mundo capitalista. La relocalización de la producción es, sin embargo, una medida que puede resultar ineficaz después de que los trabajadores de estas zonas consiguen organizarse sindicalmente, proceso que puede estimarse aproximadamente en cerca de tres décadas.
Los otros costos relacionados con los insumos materiales de la producción son asumidos por toda la población y el Estado. También el Estado se hace cargo de otros costos, como los comprendidos en ciencia y tecnología.
Hoy, la externalización de los costos de la descontaminación es objeto de críticas por parte de movimientos sociales y partidos políticos, que además exigen establecer más y mejores controles dirigidos al cuidado del medio ambiente: utilización de fuentes energéticas renovables, uso del suelo y de los recursos hídricos y preservación de la vida de las especies que habitan el planeta7.
Empleo de unidades domésticas y trabajadores asalariados
Con respecto a la reducción de los costos salariales, una estrategia utilizada durante la evolución del capitalismo que merece destacarse consiste en el empleo de personas que forman parte de unidades domésticas y cuyo costo es inferior al de los asalariados formalmente insertos en el mercado laboral. Se trata de todas aquellas personas que de hecho están incorporadas a la población económicamente activa, pero que las estadísticas oficiales no cubren de modo adecuado: mujeres, adultos jóvenes y ancianos. Cuando los estudios de la evolución del capitalismo se centran sólo en el empleo del trabajo asalariado, se ignora la importancia de las unidades domésticas, que representan estructuras relativamente estables de ingresos y gastos de la que forman parte varias personas vinculadas por relaciones de parentesco
—generalmente— y que comparten una misma residencia. En esta unidad, se impuso una división entre trabajo productivo remunerado y un tipo de trabajo que no genera excedentes monetarios pese a su importancia para la subsistencia. Mientras que el trabajo productivo se realiza fuera de la realidad doméstica y se integra al mercado, el de subsistencia no presenta esta última característica. Este trabajo se divide de acuerdo al género y a la edad. Aunque esta división no es una invención del capitalismo histórico, durante su transcurso ella se ha hecho más nítida. Lo nuevo ha sido la constante devaluación del trabajo de las mujeres, jóvenes y ancianos. En el capitalismo histórico el varón adulto que genera un salario es calificado de “cabeza de familia” y la mujer adulta que trabajaba en el hogar y no gana ninguna remuneración, “ama de casa”. Así, el sexismo cobra forma institucional y todo el aparato legal y paralegal sigue las marcas de esta valoración del trabajo8.
Otro aspecto que no suele considerarse es que las unidades domésticas no sólo generan sus ingresos de aquellos miembros incorporados al mercado laboral, sino que también de otras fuentes, entre las que sobresalen
las actividades de subsistencia, la pequeña producción mercantil, rentas procedentes de alguna forma de propiedad y las transferencias privadas o públicas.
Wallerstein distingue entre unidades domésticas proletarias y semiproletarias, de acuerdo a la proporción de los ingresos originados en el trabajo asalariado en comparación con las otras fuentes de ingreso. Cuando estos proceden mayoritariamente de los salarios, estamos en presencia del primer tipo de unidad doméstica. En las unidades semiproletarias, en cambio, predominan las otras fuentes de ingreso.
Como en el sistema capitalista el costo de la mano de obra asalariada es mayor que el empleo procedente de las unidades semiproletarias, los empleadores prefieren recurrir a estas últimas. Esto ha condicionado un lento crecimiento del número de la fuerza laboral constituida por los asalariados. Sin embargo, en la longue durée los capitalistas no pueden prescindir de los trabajadores asalariados, no sólo porque son necesarios para la producción de mercancías, sino también porque el capitalismo no podría sobrevivir sin una importante base de demanda efectiva de las mercancías producidas.
La heterodoxa comprensión de la proletarización se relaciona también con la crítica a las definiciones convencionales acerca del surgimiento del capitalismo como un “estadio del desarrollo económico” supeditado al surgimiento del proletariado. El capitalismo en cuanto proceso histórico sólo puede comprenderse cuando es conceptualizado como un modo de producción orientado al mercado mundial, con el fin de maximizar la incesante acumulación de capital. El empleo de formas de trabajo no asalariado, tales como la esclavitud, la servidumbre, las encomiendas, parcerías y otros regímenes de trabajo que no se ajustan a la definición del asalariado “libre”, constituyen también formas de relaciones capitalistas en la medida en que son claras representaciones de mercancías generadoras de plusvalía e integradas a un modo de producción orientado a la economía-mundo9.
Repito,