Clústeres Logísticos. Yossi Sheffi
comparado a 1,200 aviones diarios que se mueven en Madrid. Por lo tanto, los aviones pueden despegar y aterrizar en Zaragoza casi en cualquier momento. Sin embargo, a pesar de su pequeña población, Zaragoza tiene más que un pequeño aeropuerto local con pequeñas pistas de aterrizaje. Durante la década de 1950, los ingenieros de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos ayudaron a ampliar el aeropuerto para manejar los aviones militares más pesados durante la guerra fría, tales como los bombarderos estratégicos B-52. Hasta hoy en día, la Fuerza Aérea Española sigue usando estas instalaciones; y el aeropuerto sirvió como sitio de aterrizaje de respaldo para el transbordador espacial de los Estados Unidos. En consecuencia, las pistas de aterrizaje más grandes y fuertemente reforzadas ofrecen un punto de aterrizaje y despegue perfecto para los aviones de carga como el que transporta la pesca del día de Caladero. De esta manera, Zaragoza disfruta de un dividendo en tiempo de paz, en la forma de una infraestructura de alta capacidad que ahora se comparte con aplicaciones de fletes civiles.
Desde la red hasta un éxito en las ventas
Mientras las cargas de pescado se desplazan por mar hacia la Bahía de Walvis, luego en los camiones a través del desierto Kalahari, y finalmente vuelan hacia Zaragoza, Caladero trabaja fervientemente en encontrar los compradores que transportarán su pesca. Esta tarea de hacer coincidir el suministro entrante con la demanda saliente recae sobre los hombros atléticos de Alfredo Fabón García, director comercial de Caladero. El antiguo jugador de baloncesto profesional9 usa su imponente presencia de dos metros para dirigir un equipo de personas de alto rendimiento. A medida que llega la información sobre el suministro de pescado y los pedidos de los supermercados, él les habla con la urgencia de un técnico deportivo al que le quedan unos pocos segundos en el reloj de un partido importante, pues el reloj de la frescura nunca se detiene.
Mientras el avión 747 fletado se dirige a Zaragoza, Alfredo se ocupa de más de un solo embarque de pescado africano. El pescado africano constituye apenas una pequeña porción de la red global de Caladero conformada por más de dos docenas de fuentes de mariscos. Caladero es propietario de más de ochenta buques de pesca distribuidos por todo el mundo. otros aviones, transportando pescado de lugares como Chile, Argentina, Canadá, Vietnam, Japón y el océano Índico, también convergen en Zaragoza. Además, Caladero trae más que solamente pescado fresco de los mares; también compra pescado cultivado como: salmón, mero, besugo, rodaballo, al igual que mariscos congelados como: camarones, langostinos, sepia y calamares. En total, la compañía maneja a diario más de un millón de libras de pescado y mariscos, de los cuales aproximadamente un 75% es salvaje. De la misma manera como en Johannesburgo se consolidan varias fuentes de pescado africano, también Zaragoza consolida la entrada global de pescado para Caladero, para luego ser distribuido por toda España.
Caladero no puede controlar el clima ni la suerte de los pescadores, pero puede trabajar con los supermercados y otros mayoristas para encontrar dónde colocar todo su pescado. Alfredo Fabón García representa un nuevo tipo de gerente en la industria del pescado. Cuando visité sus instalaciones en 2010, me indicó que hasta recientemente, “el grueso de la industria de la pesca era muy tradicional y no siempre funcionaba de acuerdo con los estándares modernos de eficiencia. A menudo no era muy profesional”. En contraste, la alta eficiencia y flexibilidad le permitió a Caladero encontrar un balance en las grandes variaciones de la pesca del día. Por ejemplo, si una de las áreas de pesca no llega a capturar mucho pescado, Caladero podría aumentar sus compras a los pescadores independientes y de otras partes del mundo. Y, si el avión fletado 747 de Johannesburgo no se llena de pescado (y lana), compensarían el costo de este vuelo tomando otro tipo de carga como frutas o vinos para exportar a Europa. Si, por otro lado, la flota de Caladero captura demasiado pescado, entonces pueden diseñar junto a los supermercados una promoción rápida para promover más compras. Por ejemplo, mientras visitaba la compañía, el grupo de pescadores regulares de Caladero capturó un suministro masivo de anjovas (tres veces más de lo que los clientes habían pedido). La compañía programó un plan especial de publicidad por radio e Internet junto con Mercadona, su supermercado socio más grande, vendieron todo el pescado a minoristas en menos de 12 horas, y llevaron el pescado a las tiendas en menos de 24 horas.
La eficiencia y la rapidez se manifiestan en el uso de todos los activos de Caladero para asegurar una entrega a tiempo del producto al precio más bajo posible. La centralización de las operaciones en una sola ubicación es la única manera en que Caladero puede balancear el suministro mundial y la demanda en tiempo real.
Operaciones de entrada y salida sin fronteras
La necesidad de ser eficiente en una operación de alta rapidez con patrones de suministro impredecibles llevó a Caladero a desarrollar una estructura organizacional poco común. “Cuando empecé aquí hace unos años”, me dijo Alfredo, “el equipo comercial estaba dividido en dos departamentos: compras y ventas”. Esta división tradicional de oficinas en el frente y detrás entre compras y ventas es bastante común en muchas compañías, pero los resultados operacionales sufrían debido a que la mano izquierda que estaba vendiendo el pescado no sabía lo que la mano derecha que estaba capturando el pescado estaba enfrentando: el departamento de ventas vendía pescado que Caladero nunca capturó o perdía la oportunidad de vender aumentos de suministro en la pesca. El resultado terminaba en clientes desilusionados, pescado sin vender y errores en los pedidos.
Caladero se dio cuenta de que, ya que nadie sabe qué pescado hay disponible mejor que los compradores, tenía sentido unir a los departamentos de compra y venta para crear una “torre de control”, y así lograr un procesamiento de la información más rápido y efectivo. Una tercera función, la logística, también debía estar incluida en esta nueva torre de control. Los de logística conocían el estado en tránsito de todo el pescado de llegada y de salida, y eran responsables por la adquisición de los activos de transporte y las negociaciones con las compañías de transporte. Sabían cuándo llegarían a las ubicaciones claves los embarques de pescado y podrían ajustar las operaciones para obtener el pescado correcto procesado y en movimiento lo más rápidamente posible. Este equipo de personas en conjunto realiza la compra, la venta y coordina la logística que canaliza el pescado desde el suministro hasta el mercado. Al colocar todas estas funciones en un solo lugar, en donde el pescado se procesaba, Caladero acortó los tiempos de comunicación, mejoró la eficiencia y redujo los errores.
Agregar valor significa agregar volumen
Cuando el pescado finalmente aterriza en Zaragoza, los trabajadores llevan rápidamente las frías paletas al interior de las instalaciones de 59.000 m2 (633.000 pies cuadrados) de Caladero. El enorme edificio está ubicado tan cerca de la pista de aterrizaje que la compañía tuvo que bajarlo 20 m (66 pies) del nivel sobre la tierra para evitar que los aviones chocaran con el techo en el momento de tocar la pista de aterrizaje. Cuando estas instalaciones funcionan a su máxima capacidad, 600 trabajadores con chalecos de seguridad amarillo fluorescente operan 33 líneas de producción automatizadas, tres almacenes automatizados y dos tiendas de suministro de contenedores. Flexibilidad significa que la planta puede lidiar con 60 diferentes tipos de pescado, desde las pequeñas anchoas hasta el enorme atún. Los escáneres ópticos y de rayos X examinan los pescados en cuanto a su calidad y frescura. Caladero diseñó y pone en funcionamiento todos los aspectos de estas instalaciones para mantener la frescura y el sabor del pescado.
Cualquier lugar en donde se acumulan los productos se convierte en una ubicación natural para mejorar, agregándole valor a los productos durante su tratamiento. Por este motivo, Caladero se convirtió en más que un distribuidor de pescado al por mayor. En el pasado, los supermercados compraban pescado entero de Caladero, y el personal del supermercado fileteaba y preparaba el pescado para su venta en el mostrador de la pescadería del mercado. Luego, Caladero empezó a ofrecer este servicio desde su planta centralizada y automatizada, que estaba en capacidad de ser mucho más eficiente que el mismo departamento de pescadería del supermercado.
A los supermercados les gusta comprar pescado listo para el mostrador, pues reduce sus costos de operaciones y el olor del manejo del pescado crudo, e incrementa