Soñar la realidad. Lia Pistiner de Cortiñas

Soñar la realidad - Lia Pistiner de Cortiñas


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en distintas partes del mundo: los últimos fueron en Milán, Italia, y en Riberão Preto, Brasil. Estos Congresos-Bion suelen tener la particularidad de incluir, además de la presentación de trabajos, reuniones de discusión en pequeños grupos, que resultan muy interesantes y creativas.

      Durante muchos años un grupo de cinco colegas, del cual yo era una de las participantes, comenzó a estudiar y a desarrollar pensamiento psicoanalítico con David Liberman; de esas reuniones, que se prolongaron por varios años nació el libro Del cuerpo al símbolo, sobreadaptación y enfermedad psicosomática, en el cual desarrollamos ideas psicoanalíticas, diferentes de las que hasta entonces se pensaba, acerca de las llamadas enfermedades psicosomáticas. Todavía hoy es frecuente hablar de “somatización” como si un conflicto psíquico se transformara en un síntoma somático, como ocurre en la histeria. Nosotros pensamos que en las mal llamadas enfermedades psicosomáticas las experiencias emocionales, potencialmente conflictivas, no habían llegado a desarrollarse a un nivel de funcionamiento psíquico, ni consciente ni inconsciente, debido a los trastornos de los procesos de simbolización sobre todo en lo que respecta a lo emocional; no se trataba de conflictos psíquicos negados y reprimidos, sino de experiencias emocionales que no habían logrado llegar al nivel de un funcionamiento psíquico.

      El primer capítulo de este libro, “Del cuerpo al símbolo revisitado”, trata de un desarrollo de ideas posterior a la publicación de nuestro libro con D. Liberman y contiene ahora también ideas influenciadas por el pensamiento de Bion, pensamiento e influencia que también están presentes en los otros capítulos de este libro.

      El segundo capítulo contiene ideas sobre el desarrollo y uso del lenguaje verbal como objeto autista de sensación. Mi experiencia con pacientes autistas, ya sean niños o adultos, me posibilitó observar que aun cuando habían llegado al desarrollo del lenguaje verbal, su modo de usarlo (la proliferación de repeticiones), más que un uso a los fines de la comunicación, ya sea consigo mismo o con el otro, era un uso de la lengua y la boca a nivel sensorial para generar una ilusión de no separación, de no diferenciación.

      El capítulo tres, “Soñar la realidad” es un intento de pensar la idea de que el análisis no sólo es una cura sino que implica desarrollar potencialidades de la personalidad y que tanto para la cura como para el desarrollo es necesario un proceso de simbolización que posibilite al mismo tiempo un contacto con la realidad externa para desenvolverse en ella, así como un contacto profundo con la realidad psíquica que refiere a lo que denomino en ese capítulo una “transformación onírica”.

      Las diferentes clases de perturbaciones de los procesos de simbolización podrían pensarse como el hilo conductor de este libro. Como digo en ese capítulo, Freud pensaba que pacientes con trastornos en los procesos de simbolización no podían ser analizados, aunque recorriendo sus casos clínicos podemos considerar que tanto el “hombre de las ratas” como el “hombre de los lobos” tenían aspectos “no soñantes” que Freud en cierta medida pudo “soñar”.

      El capítulo cuatro contiene ideas inspiradas en el “último Bion”; se refiere al desarrollo de pensamientos y a sus diferentes usos, que Bion formuló en La Tabla. Contiene también la diferenciación entre un lenguaje de logro y un lenguaje de sustitución, diferenciación que se hace cada vez más necesaria para el momento cultural que hace tiempo atravesamos, ya que el desarrollo tecnológico permite la difusión cada vez más extendida de lo que parecen pensamientos y que bajo esa forma –como si fueran pensamientos– son modos de inoculación de ideologías que no se realizan a los fines de estimular la capacidad de pensar, sino que son acciones más o menos sutiles de inoculación y adoctrinamiento.

      El último capítulo contiene un comentario y reflexiones acerca de Una memoria del futuro.

      CAPÍTULO 1

       Del cuerpo al símbolo revisitado. Algunos desarrollos y en homenaje a David Liberman

      David Liberman era un hombre que se adelantó a su tiempo con un pensamiento original, capaz siempre de mostrar una perspectiva inesperada y de formulaciones que estimulaban el pensar. Así, cuando hablábamos de la sobreadaptación de los pacientes con perturbaciones psicosomáticas, decía “estos pacientes padecen de cordura”.

      A modo de homenaje quiero traer algunas de sus ideas centrales, que desarrollamos conjuntamente en el libro Del cuerpo al símbolo, sobreadaptación y enfermedad psicosomática. Estas ideas me evocan lo creativo de tener el privilegio de trabajar con él y este trabajo además contiene nuevos desarrollos, actuales, logrados a partir del trabajo junto a David.

      A renglón seguido voy a referirme a esos términos y sus implicancias psicoanalíticas.

      1) Sobreadaptación. Este término se generó en nuestro grupo y tuvo una amplia difusión en el medio psicoanalítico. En su momento lo concebimos como una excesiva adaptación a la realidad, no por respeto al principio de realidad sino por sometimiento a un Ideal del Yo tiránico. Hoy diría que se trata del funcionamiento del principio de realidad puesto al servicio de la parte psicótica de la personalidad. Es un uso del principio de realidad al servicio de la omnipotencia, la omnisciencia y los ideales, principio que muchas veces tiene una connotación de reparación maníaca con un Ideal del Yo que no toma en cuenta la relación entre necesidades, deseos y posibilidades.

      Sobreadaptación equivale a generar una prótesis para la personalidad, un exoesqueleto. Esther Bick (1968) lo describiría como una “segunda piel”. Implica transformaciones de la experiencia emocional en las que se produce una escisión de lo emocional que, en lugar de ser digerido, queda relegado a los funcionamientos neurofisiológicos, protomentales (Bion, 1962). Es una adaptación a la realidad externa a costa de disociar las implicancias emocionales que, en lugar de ser elaboradas, permanecen sin la transformación necesaria para ser asimilados a la personalidad y se manifiestan a nivel de síntomas somáticos. Dicho en otros términos, lo que se enferma es el cuerpo.

      2) Estructura caracterológica y su relación con el Ideal del Yo patológico. Esta sobreadaptación va acompañada de una estructura caracterológica peculiar relacionada con un Ideal del Yo patológico que distorsiona la interpretación de la realidad: es una distorsión semántica (Liberman, 1970). Tomando como modelo la lingüística, Liberman diferencia las patologías como: a) una distorsión sintáctica, en caso de las neurosis; b) una distorsión semántica: el problema radica en una distorsión de la interpretación de la realidad; y c) una distorsión pragmática, como en las psicopatías, que opera directamente para distorsionar la realidad.

      3) Símbolo fachada a diferencia de la simbolización auténtica. Los trastornos de los procesos de simbolización en el paciente sobreadaptado que somatiza implican que se ha desarrollado una simbolización por copia e imitación y no a partir de la transformación de las experiencias emocionales en elementos aptos para ser digeridos, es decir pensados soñados. Las experiencias emocionales permanecen como “bocados no digeridos” y no pueden ser asimilados a la personalidad. Las experiencias emocionales digeridas pueden articularse y desarticularse abriéndose a una evolución a partir de experiencias nuevas. La digestión de las experiencias emocionales posibilita transformarlas a un nivel de simbolización auténtico, digestión enraizada en las experiencias emocionales y da lugar al crecimiento mental. La no digestión implica evacuación hacia canales neurofisiológicos, protomentales, talámicos o subtalámicos o transformaciones en alucinosis (Bion, 1965). En el paciente sobreadaptado que somatiza, las experiencias emocionales son escindidas. La escisión puede pensarse con el modelo de una casa a la que se le hubieran cortado sus recursos más evolucionados: agua corriente, gas, etcétera, y tiene a su disposición los recursos más primitivos. (Hay procesos biológicos como la apoptosis1, que están al servicio de controlar el desarrollo y crecimiento mientras que se dan otros procesos biológicos que implican patologías somáticas: enferma el órgano).

      4) Transformación en síntoma somático. En la sobreadaptación lo emocional escindido aparece como síntoma somático; las emociones no han llegado a inscribirse en el psiquismo. El síntoma somático aparece como lo más auténtico del funcionamiento


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