La Sonrisa Escondida de Dios. John Piper

La Sonrisa Escondida de Dios - John  Piper


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que en prisión escribió el libro que hasta el día de hoy “sigue siendo la publicación de literatura con mayor circulación en la historia de la raza humana fuera de la Biblia”4, El progreso del peregrino. Es un gran libro sobre cómo vivir la vida cristiana. Menos conocido es el hecho de que sus doce años de prisión fueron “voluntarios”, en el sentido de que comprometerse a no predicar el evangelio de Jesucristo le habría conseguido su libertad en cualquier momento. Este hecho intensifica el efecto de saber que cuando la hija mayor de Bunyan, Mary –ciega de nacimiento–, lo visitó en prisión, fue como “arrancarme la Carne de mis huesos”5. Aún menos conocido es el hecho de que este pastor encarcelado, sin educación formal más allá de la escuela primaria, también escribió otros sesenta libros, la mayoría de los cuales aún se siguen imprimiendo 350 años después6.

      William Cowper, para aquellos que en algún momento tal vez hayan tomado un curso sobre literatura del siglo XVIII, es conocido como “el poeta de un nuevo avivamiento religioso” dirigido por John Wesley y George Whitefield. Su poesía y sus cartas merecieron cincuenta páginas en la antología que yo estudié en la universidad7. Entre aquellos que lo conocen como un poeta cristiano, muchos no saben que William Cowper vivió con la compañía constante de depresión sombría toda su vida, a veces inmovilizado en la desesperación, y con intentos reiterados de suicidio. A pesar de esta oscuridad, hoy Cowper sigue tocando los corazones de miles que no saben nada sobre él, simplemente porque, en la adoración, cantan sus himnos “Hay un precioso manantial”, “A Tu lado andar, Señor”, y “God Moves in a Mysterious Way [Dios se mueve de manera misteriosa]”.

      David Brainerd probablemente no sería conocido por nadie, de no haber sido gracias a Jonathan Edwards, el pastor de Nueva Inglaterra en cuya casa este joven misionero a los indígenas americanos, murió de tuberculosis cuando tenía veintinueve años. Edwards tomó el diario de Brainerd y lo convirtió en lo que se llama The Life of David Brainerd [La vida de David Brainerd]8, una biografía que ha inspirado más servicio misionero, tal vez, que cualquier otro libro fuera de la Biblia9. No había especialistas que le dijeran a Brainerd, de veintidós años, cuando comenzó a escupir sangre en su segundo año en Yale, que era un candidato inadecuado para el estrés misionero lejos de la civilización. Así que, durante los siguientes siete años, después de ser expulsado de Yale, entregó su vida por la salvación de “las tribus de indígenas de Stockbridge, Delaware y Susquehanna”10. Su historia se ha convertido en un clásico espiritual, y “es tan difícil enumerar la gran multitud que Juan vio en Patmos como contar esa muchedumbre –roja, marrón, amarilla y blanca– introducida directa o indirectamente en el Reino de Dios por el joven tuberculoso que gastó su vida en los campos de Nueva York, Pensilvania, y Nueva Jersey hace más de dos siglos”11. Con los grandes privilegios espirituales viene gran dolor. Es claro por las Escrituras que este es el designio de Dios: “Y para que la grandeza de las revelaciones”, escribió Pablo en 2 Corintios 12:7, “no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera”. Gran privilegio, gran dolor, el diseño de Dios. Lo mismo sucedió con Bunyan, Cowper y Brainerd. Pero no todos tenían el mismo dolor. Para Bunyan era la prisión y el peligro, para Cowper era una depresión de por vida y una oscuridad suicida, para Brainerd era la tuberculosis y el “mundo salvaje”.

      ¿Cuál fue el fruto de esta aflicción? ¿Y cuál fue la roca sobre la que creció? Considera sus historias y sé alentado en que ningúna obra ni sufrimiento en el camino de la obediencia cristiana es en vano. “Detrás de una ceñuda providencia, Él esconde un rostro sonriente”.

      Después de treinta y dos años de matrimonio, ella todavía lee todo lo que escribo. No solo lo lee, sino que lo mejora. Gracias, Noël, por ser mi casa editorial.

      Justin Taylor estuvo un año extra en la Bethlehem Baptist Church durante su paso por el seminario y trabajó de tiempo completo en Desiring God Ministries, ayudando a las personas a pensar detenidamente sobre asuntos complicados en la Biblia y la teología. Gracias, Justin, por aplicar tu ojo de águila a este manuscrito cuando surgió y por hacer sugerencias tan útiles y por detectar mis errores.

      Aaron Young hace todo lo que un asistente leal y talentoso e inteligente puede hacer para que mi vida sea manejable. No podría mantener mi cabeza fuera del agua sin su ayuda. Gracias, Aaron, por estar tan fielmente detrás de cámaras, haciendo posibles tantas cosas.

      Me encantan los libros con índices que me ayudan a encontrar una cita que apenas recuerdo o un dato olvidado. Es por eso que vuelvo una y otra vez a Carol Steinbach para ayudarme a hacer que cada libro sea más útil con sus habilidades de indexación. Gracias, Carol. Ahora puedes leer mi rostro cuando sea el momento de preguntarte de nuevo. Al igual que con el primer libro de Los cisnes no guardan silencio, estos capítulos fueron originalmente mensajes para la Bethlehem Conference for Pastors. Uno de los grandes gozos de mi vida es alentar a los hermanos en el ministerio pastoral retratando las vidas de los grandes santos e instándolos a “considerar cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitar su fe” (Hebreos 13:7).

      Estos capítulos no existirían sin el hambre de esos pastores para sacarle provecho a ese esfuerzo. Y la Conferencia no existiría sin Jon Bloom, el director de Desiring God Ministries, y su supervisión llena de oración de esta Conferencia. Gracias, hermano, por estar ahí.

      Lane Dennis, Ted Griffin, Brian Ondracek, Marvin Padgett y todo el equipo de Crossway Books son el enlace indispensable entre el escritor y el lector. Gracias a todos por preocuparse por la canción de los cisnes y hacer de este proyecto un deleite para mí.

      Finalmente, Dios, nuestro Padre, y Jesucristo, nuestro Señor y el Espíritu Santo deben recibir toda honra y todo agradecimiento por sobre todo y en todo. Dios es siempre suficiente para toda buena obra; Él no es “honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25). Algunas veces Su sonrisa está escondida, pero Su brazo nunca se acorta ni Su luz se extingue. A su debido tiempo, las nubes se mueven, y la luz regresa, y somos sostenidos. A medida que envejecemos aprendemos a confiar en el trabajo inescrutable de Sus vientos. Que estos capítulos te fortalezcan para esperar pacientemente al Señor en las temporadas de oscuridad, porque detrás de una ceñuda providencia Él oculta un rostro sonriente.

      Nosotros también, antes que venga la tentación, pensamos que podemos caminar sobre el mar, pero cuando soplan los vientos, sentimos que nos comenzamos a hundir… Y, sin embargo, ¿no nos hace ningún bien? No podríamos vivir sin tales vueltas de la mano de Dios sobre nosotros. Estaríamos cubiertos con demasiada carne, si no tuviéramos nuestras estaciones invernales. Se dice que en algunos países los árboles crecen, pero no dan fruto, porque en esos lugares no hay invierno.

      John Bunyan

      seasonable Counsel: or Advice to sufferers

      [Consejo a tiempo, o ayuda a los sufrientes]

      Vi con los ojos de mi alma a Jesucristo a la diestra de Dios; allí,

      digo, estaba mi justicia;

      de manera que dondequiera que estuviera, o hiciera lo que hiciera,

      Dios no podría decir de mí: [le falta] mi justicia,

      porque la tenía justo delante de Él…

      Entonces sí que cayeron las cadenas de mis piernas.

      Fui liberado de mis aflicciones y mis hierros.

      John Bunyan

      Gracia Abundante

INTRODUCCIÓN

      Donde


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