La segunda independencia. Federico Prieto Celi

La segunda independencia - Federico Prieto Celi


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Porras Barrenechea– como «fundador de la República» por el mérito de defender esta forma de gobierno. «Un pueblo que no se obedece a sí mismo está muy atrasado en la carrera por la libertad», decía. E identifica, como vemos, república con la libertad: «La patria auténtica, la patria de vivientes, y no de fórmulas vacías, no puede existir sin la libertad, que es un coelemento de nuestra existencia, sin el cual los pueblos son rebaños y toda institución inútil».

      Sánchez Carrión nació el 13 de febrero de 1787 en Huamachuco, «un oscuro y remoto pueblecito andino», donde aprendió las primeras letras, para pasar a Trujillo, donde estudió Filosofía, y a Lima, donde se graduó en leyes. Adquirió una fe profunda y una formación doctrinal sólida: «Sin el influjo de la moral no puede haber República», expresará el tribuno más tarde. Y: «Nuestra emulación debe consistir en ser cada día más austeros, más moderados». Eso es «la caridad civil».

      En el Seminario de San Carlos de Lima pronuncia una famosa arenga sobre la Constitución de Cádiz, ante el virrey Abascal, en la que afirma: «No hay duda, todos somos iguales delante de la ley, y la virtud y los talentos tienen abierta la carrera de la gloria en cualesquiera ciudadanos que se consagren a la patria», en alusión inequívoca a la preferencia que se daba a los españoles peninsulares, en perjuicio de los españoles americanos o criollos, en los nombramientos de cargos públicos en los virreinatos.

      Es nombrado profesor del Seminario de San Carlos de Lima y, luego, separado de él, por lo que se aleja de la capital. Desde el pueblo de Sayán envía sus tres famosas “Cartas del Solitario de Sayán”, en las que se opone resueltamente al proyecto sanmartiniano de instalar una monarquía europea en el Perú, afirmando su vocación republicana. Estas cartas deciden el debate convocado por Monteagudo en la Sociedad Patriótica de Lima, integrada por nobles criollos y miembros de la Orden del Sol, para discutir sobre «la forma de gobierno más conveniente para el Perú».

      Sánchez Carrión habla de «la blandura del carácter peruano» criticando «la propensión criolla a la adulación y a la bajeza», como interpreta Raúl Porras. «Seríamos excelentes vasallos y nunca ciudadanos –opina Sánchez Carrión si fuéramos monarquía–; tendríamos aspiraciones serviles, y nuestro mayor placer consistiría en que Su Majestad nos tendiese su real mano para que la besáramos; solicitaríamos con ansia verle comer, y nuestro lenguaje explicaría con propiedad nuestra obediencia». «No habría tiranos si no hubiese esclavos».

      «En primer lugar, hemos heredado de nuestros antiguos señores el detestable espíritu de pretenderlo todo y, por consiguiente, todas las formas de que es preciso vestirse para conseguir el fin, conviene a saber, la bajeza, la adulación y el modo de conseguir con las flaquezas del que puede o debe conceder la gracia, creyéndonos aptos para todo, poco premiados con cuanto nos dan y dignos del premio más eminente aunque falten aptitudes y por más que la comunidad se perjudique con nuestra colocación. De ahí se infiere que aun puestos con justicia nos damos por mal servidos, maldecimos el sistema concibiendo que el único es aquel en que nuestro amor propio saca todo partido posible».

      Pisando tierra, Sánchez Carrión apoya a Simón Bolívar, republicano como él, y no deja de considerar que «un país independiente, por el simple hecho de serlo, no es todavía para sus moradores una patria. Patria es una asociación de individuos formada bajo leyes justas»38. Definida ya la forma republicana de gobierno, que tanto había defendido Sánchez Carrión, el 26 de noviembre de 1823, en cambio, el Congreso rechazó su propuesta de que el Perú tenga un régimen federal de gobierno, incluyendo en la ley de leyes el régimen unitario39, que ha regido desde entonces. Enfermo, se retiró a Lurín, donde murió el 2 de junio de 1825.

       Hipólito Unanue: idea general del Perú

      Comenta Hipólito Unanue que «las varias naciones que han venido a poblar a Lima y el resto del Perú, después de su conquista, se han afectado, más o menos, del carácter melancólico de sus naturales, según que sus cuerpos han cedido o contrariado a las impresiones debilitativas del clima»40. Este científico y humanista fue monárquico, sanmartiniano, patriota, bolivariano, republicano, sirviendo a todos con el mismo espíritu de amante del Perú.

      Unanue nació en Arica, perteneciente al Virreinato del Perú, el 13 de agosto de 1755. Allí estudió las primeras letras, graduándose de bachiller en Letras en el Seminario de San Jerónimo de Arequipa y de médico en la Universidad de San Marcos, de la que fue catedrático. Contribuyó a la formación de la Sociedad Académica de Amantes del País y colaboró con el Mercurio Peruano desde su primer número, en el que los articulistas trataban sobre la idea general del Perú.

      El virrey Gil de Taboada lo autorizó para que fundara el Anfiteatro Anatómico, y lo nombró cosmógrafo mayor del reino y protomédico general. Editó la Guía política, eclesiástica y militar del virreinato del Perú y Observaciones sobre el clima de Lima y su influencia en los seres organizados, en especial el hombre. Fundó el Real Colegio de Medicina de San Fernando. Colaboró con las publicaciones –calificadas como sediciosas– El Verdadero Peruano y El Satélite Peruano.

      En 1813 fue elegido diputado por Arequipa para las Cortes de Cádiz. En Madrid visitó al monarca Fernando VII con el fin de solicitarle unos privilegios para el Real Colegio de Medicina de San Fernando. Declinó el título de marqués que le ofreció el rey, pero aceptó el regalo de un óleo de la Virgen de la Asunción que Fernando VII tenía en una salita, así como el nombramiento honorario de miembro de la Real Cámara. De vuelta en el Perú, del 24 al 30 de setiembre de 1821 representó al virrey Pezuela en la reunión de Miraflores con los representantes de San Martín, en la que se acordó un armisticio entre las tropas patriotas y las realistas. Aquí termina su periodo monárquico.

      El 15 de julio de 1821 firma el Acta de la Independencia en el Cabildo de Lima. Fue ministro de Hacienda del protectorado de San Martín, afrontando las pérdidas ocasionadas por los saqueos de realistas y patriotas, y por los efectos comerciales negativos de la declarada libertad económica. Participó en la creación de la Orden del Sol y de la Sociedad Patriótica. Elegido diputado por Puno, integró el Congreso Constituyente, siendo su presidente del 20 de diciembre de 1822 al 20 de febrero de 1823. Aquí termina su periodo sanmartiniano.

      Fue partidario del presidente José de la Riva Agüero hasta que este viaja a Trujillo. Allí vive su periodo de patriota republicano, en el que apoya al presidente del Perú.

      Fue ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores de la dictadura de Bolívar, de la que fue también ministro de Hacienda. Vicepresidente del Consejo de Gobierno, ejerció el mando del Poder Ejecutivo en Lima en ausencia del libertador. Elaboró las directivas políticas para los representantes peruanos ante el Congreso de Panamá, en las que les recomendaba, afirma Alberto Tauro, «mucha cautela en asuntos de límites; de modo que, sin renunciar a los ideales de unidad continental, defendió los contornos geográficos del país»41. Entonces termina su periodo bolivariano. Dedicado a la agricultura en su retiro de Cañete, murió el 15 de julio de 1833.

       Francisco Xavier de Luna Pizarro: eximio parlamentario

      «Hombre de oro –afirma Enrique Chirinos Soto– por el vuelo de su espíritu, por su sagaz energía, por su imponente talla de político, por sus virtudes de sacerdote y por su luminosa actuación en las décadas iniciales de nuestra peripecia republicana»42, Francisco Xavier de Luna Pizarro Pacheco fue uno de los intelectuales más importantes del tiempo de la emancipación. Gran patriota, de carácter fuerte, había nacido en Arequipa el 3 de noviembre de 1780.

      Abogado, actúa como secretario del Cabildo de Lima. Fue también diputado por su Arequipa natal, senador de la República, y presidente de los Congresos Constituyentes de 1822, 1828 y 1834, donde se desempeña con soltura gracias a que en las Cortes de Cádiz había aprendido «las reglas de las asambleas democráticas» y se torna «experto en el procedimiento parlamentario»43. Ejerció la presidencia interina del Perú, durante breves periodos, en 1822 y 1833.

      Enseña


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