El año de la peste. Enrique Carpintero

El año de la peste - Enrique Carpintero


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acontecimientos “desagradables” como los de Chemnitz. Por eso es que a Halle le siguió el de Hanau, y luego de Hanau otros crímenes.

      Usted señala al antisemitismo como un “prejuicio social” pero también como un caso especial de xenofobia. ¿Cómo se relacionan estos términos entre sí y con el “racismo”?

      En la Europa cristianizada las minorías judías, sobre todo, junto a musulmanes y gitanos, tenían costumbres diferentes por las cuales eran distanciados. Después del hundimiento del imperio romano en ellos recayeron el comercio a distancia y las operaciones monetarias. Todavía hoy se les censura ese rol pionero y esta práctica de exclusión se hace vigente en las condiciones actuales frente a extranjeros (migrantes, asilados).

      Luego del asesinato de la mayor parte de los judíos europeos, el resentimiento de las generaciones europeas de posguerra se buscó nuevos objetos de odio. Si la judeofobia de los abuelos y bisabuelos era desaprobada, a los hijos y nietos les quedaba la xenofobia como válvula de escape moral más general y menos comprometida.

      Usted escribe que la función del movimiento fascista era asegurar la continuidad de la economía capitalista a través de la movilización de las capas medias precarizadas por el “progreso”. ¿Eso sigue teniendo vigencia hoy? y ¿hoy en día no hay sectores del capital que se distancian de la derecha?

      ¿Teme que la derecha saque provecho de la crisis que presenta la pandemia del coronavirus? ¿Y tiene la esperanza de que la mayoría de los ciudadanos no caigan en la trampa que les promete una Alemania sólo para bio-alemanes?

      Actualmente vemos que, como en los años treinta, cada vez más regímenes parlamentarios y pseudo parlamentarios se vuelven autoritarios. Esta tendencia también aflora en el caso excepcional de la lucha contra la epidemia del coronavirus. En todas partes llegó la hora de los ejecutivos. Pequeños equipos formados por políticos de los grandes partidos deciden (sin control parlamentario, con mayor o menor conocimiento especializado) sobre la duración del estado de excepción declarado por ellos, sobre restricciones a los derechos fundamentales de la vida pública e incluso sobre la regulación de la economía (tanto su cierre como su reactivación). La oposición, tanto parlamentaria como extraparlamentaria no tienen ningún rol. De esta manera los grupos y partidos neofascistas no tendrán provecho en lo inmediato, pero están a la espera de su hora.

      Pero para la mayoría “silenciosa”, a la que apuesta tanto ayer como hoy la minoría antifascista, el régimen de guerra es sumamente instructivo. Se da cuenta de todo lo que “los mercados” no llevaron a cabo (como un sistema de salud que pudiera dar una respuesta a la crisis) y ven con asombro todo lo que es posible realizar en poco tiempo en cuanto a alternativas que fueron tabú durante décadas: la desprivatización de empresas en emergencia mediante la siempre postergada estatización y la confiscación o producción planificada de productos faltantes. También fue impresionante el súbito cambio desde una política de ahorro “sin alternativa” a una amplia oferta de créditos. Algunos hasta sueñan con la inminencia de la desaparición de la competencia y el empobrecimiento luego de la crisis que trajo el coronavirus, tanto a nivel nacional como internacional. Todo esto demuestra que las pandemias de nuestro tiempo son catástrofes sociales camufladas de catástrofes naturales. El fracaso de la economía de mercado y financiera ha llevado a que millones de personas lo pagan con enfermedad y falta de trabajo, decenas de miles con sus vidas, y las próximas generaciones deberán luchar con la cancelación de deudas monstruosas. Mientras que hasta ayer todavía era válido que cada uno se sostuviera como sociedad anónima personal en la lucha por la supervivencia, repentinamente se llama a la solidaridad. Se conjura un espíritu de comunidad colectiva ilusorio que es celebrado y aplaudido, mediante el cual se soslaya que la posición dentro de la pirámide de ingresos es la que decide sobre la vida y la muerte. Otra vez se pregona que estamos todos en el mismo barco, sólo que para algunos es simplemente un gomón y para otros un yate de altura y los salvavidas escasean… Esta es la “normalidad” en el estado de excepción.

      Traducción Ilse Behrmann

      Corrección técnica: Enrique Carpintero

      *[email protected]

      1 El Atentado de Halle se produjo el 9 de octubre de 2019 cuando se celebraba el día de Yom Kipur en la sinagoga de la ciudad un atacante solitario intento entrar al recinto. El resultado fueron dos personas muertas y numerosos heridos (N. del T.)

      2 Dahmer, H. (2020): Antisemitismus, Xenophobie und pathisches Vergessen (Antisemitismo, xenofobia y olvido pático). Warum nach Halle vor Halle ist. Münster (Westfälisches Dampfboot).

      3 La sinagoga, ubicada en medio del pueblo, había sido incendiada y destruida en la “noche del progrom del Reich”, en noviembre de 1938. En los primeros años de posguerra se erigió una lápida recordatoria que en los tempranos años 50 fue removida para la construcción de un hospital.

      4 Horst Seehofer es el actual ministro del interior de Alemania, desde 2018. Es miembro del Partido Social Cristiano (N. del T.)

      5 Vgl. dazu Seehofer, Horst L. (2018): “Warum Heimatverlust die Menschen so umtreibt.” Gastbeitrag in der Frankfurter Allgemeinen Zeitung vom 29. 4. 2018.

      Comparar con Seehofer, Horst (2018) “Porqué la pérdida de la patria genera incertidumbre en las personas”.

      6 Vgl. dazu Lübbe, Hermann (1983): “Es ist nichts vergessen, aber einiges ausgeheilt. Der Nationalsozialismus im Bewusstsein der deutschen Gegenwart.” F.A.Z., 24. 1. 1983, S. 9.

      Comparar con Lübbe, Hermann (1983) “No hay nada olvidado, pero algunas cosas fueron


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