Tu familia como Dios la quiere. Wayne A. Mack
a Dios.
Dios dice que los que temen a Dios:
1. Recibirán instrucción divina en cuanto a las selecciones que deben hacer (Sal. 25:12).
2. Son prósperos en todo (Sal. 25:13; 112;3).
3. Experimentan la bondad de Dios (Sal. 31:19).
4. Son objeto especial de la protección de Dios (Sal. 31:20).
5. Tienen hijos a quienes Dios muestra gran compasión (Sal.103:11-18).
6. Tienen descendientes que van a ser grandes en la tierra (Sal.112:2).
7. Son motivados a ser amables y generosos (Sal.112:4, 5)
8. Van a demostrar más confianza y valentía (Sal.112:6-8; Prov.14:26)
9. Van a experimentar el contentamiento (Sal. 112:5, 6; Prov. 19:23)
10. Van a ser gente de oración, y sus oraciones serán escuchadas (Sal. 145:19)
11. Son bendecidos con sabiduría (Prov.1:7; 9:10)
12. Aceptan la enseñanza y apacibles (Prov. 8:13; 14:26; 15:33; Hech. 9:31).
13. Se caracterizan por su integridad y su lealtad (Job. 2:3).
14. Son considerados y amables (Sal. 112:4-5).
15. Son notables por su conversación constructiva (Mal. 3:16).
16. Son pacientes, esperanzados y genuinos (Sal. 147:11).
17. Perseveran en hacer lo bueno (Sal. 112:3, 5; 2 Cor. 7:1).
18. Trabajan duro, pero no tanto como para no dedicar un tiempo a la diversión (Sal.128;3).
19. Aceptan la responsabilidad de su propia familia pero sin exceso (Sal.128:3).
20. Están dedicados a su familia y la consideran una fuente de mucha satisfacción (Sal.128:1-4).
21. Se deleitan en adorar a Dios (Apoc.14:7).
22. Aman las Escrituras y ordenen su vida según los mandamientos de Dios (Sal. 112:1; Ecl.12:13).
¿Cómo aplica todo esto mi amigo Gregorio a sus problemas de familia? Ciertamente, él necesitaba instrucciones específicas para los temas que lo involucran como esposo y padre. En el curso de consejería, discutimos estos temas en detalle. Él necesitaba un temor de Dios sano y prudente en su vida.
LO QUE ES EL TEMOR DE DIOS
¿Qué quiere decir “ser un hombre que teme a Dios”? Respuestas confusas a esta pregunta te pueden impedir construir una familia como Dios quiere. Algunas personas tienen un temor a Dios que es pesado, hasta opresivo. Si piensan en Dios les provoca ansiedad, miedo o pavor. Su temor a Dios es debilitante; una maldición en vez de una bendición. Creen que Dios está para agarrarlos, que es malhumorado, vengativo e irritante.
Un ejemplo de esta clase de temor lo vemos en la historia que Jesús contó sobre los tres hombres que recibieron los talentos. Dos de los hombres invirtieron sus talentos y produjeron ganancias. El tercero no puso a trabajar su talento. Cuando los llamaron a dar cuentas, éste último explicó su inactividad diciendo, “Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento” (Mat. 25:24-25, énfasis añadido).
El miedo de este hombre lo hizo inútil para actuar. El concepto que tenía de su maestro era de un déspota vengativo que se deleitaba en avergonzar a la gente, y dar rienda suelta a la venganza. Tal actitud derrotista refleja la visión de mucha gente hoy en día. Viven con miedo de otras personas, las circunstancias o lo que pueda pasar. Consideran a Dios de la misma manera que este hombre de la historia veía a su maestro.
Pero el temor de Mat. 25:25 no es el temor de Dios descrito en el Salmo 128. El primero te va a empobrecer y a tu familia; y el segundo va a enriquecer tu vida. El miedo de Mat. 25:25 causará que seas inseguro, descontento, no perdonador, odioso, autoritario o esclavo. Pero el temor del Salmo 128 produce efectos opuestos: es constructivo, no destructivo, te llevará hacia Dios, no te mandará lejos de Él; te va a estimular a la acción responsable, no a engendrar pereza; te motivará a que busques a los demás, no a esconderte; te ayudará a servir a otros y a disminuir tu egoísmo y a demoler otros temores que te han impedido vivir con confianza, gozo y fruto.
Las Escrituras aseveran que si estás en unión con Cristo Jesús, no tienes porqué estar cautivo a un miedo que involucra el pavor a Dios. Si no has experimentado el perdón de Dios por la redención de Cristo, tienes toda la razón para tener miedo de Dios porque nunca has hecho las paces con Él. Pero si has confiado en Cristo para la salvación y el perdón de tus pecados, confesándolo como Señor, la Biblia dice que, no tienes causa de estar bajo este tipo de miedo. Dios te ha dado el espíritu de ser Su hijo y el derecho de llamarle Padre (Rom. 8:15). Y como hijo del Padre celestial, amoroso y compasivo, eres un heredero de la gloria (Rom. 8:17), estás justificado, reconciliado con Dios y salvado de la ira de Dios por medio de Jesús (Rom. 5:9-10). Por tu relación con Jesús, no tienes que estar perturbado al pensaren Dios. De hecho, ahora tienes toda la razón para gozarte en Dios, temiéndolo en la manera positiva, descrita en el Salmo 128. Y eso nos lleva a preguntar exactamente que quiere decir temor de Dios.
De manera sencilla: el temor de Dios es la respuesta inevitable de un entendimiento creciente y bíblico de, y una relación con, el verdadero y viviente Dios quien ha sido revelado por Jesucristo.
La esencia del temor de Dios lo ilustra vívidamente la vida de Moisés en Éxodo 15:1-18. Antes de este pasaje, Moisés tuvo una experiencia que engrandeció bastante su concepto de Dios. El Señor había rescatado milagrosamente y con poder a Su pueblo de la destrucción segura a manos de los egipcios. Dios había partido las aguas del mar Rojo y permitido a los Israelitas.
EL PODER MOTIVADOR DEL TEMOR DE DIOS
Un temor de Dios sano y prudente hará lo mismo por ti y por mí. Un sentido más amplio 1) de la presencia de Dios, 2) de la majestad incomparable de Dios, 3) de la misericordia abundante y gracia de Dios, 4) de la lealtad de Dios, 5) de tu dependencia en Dios y tu responsabilidad hacia Él, 6) de tu relación con Dios y la prioridad de esa relación, 7) de la perfección suprema de Dios cambiará la dirección de tu vida, en todo aspecto, te llevará a una entrega amorosa y sin reservas a Dios; te impulsará a estructurar tu vida, ordenar tus asuntos y relaciones y a hacer decisiones según la voluntad de Dios. Vas a ser un hombre que camina con Dios en comunión íntima. Tu vida girará alrededor de Él para que puedas decir con Pablo, “para mí el vivir es Cristo”. Vas a estar estimulado y fortalecido para relacionarte con tu esposa y tu familia, a la manera de Dios. Llegarás a ser el hombre bendito (feliz) del Salmo 128, que se convierte en una bendición para su esposa y sus hijos. Construir una familia como Dios quiere no quedará como “el sueño imposible”, sino que será una realidad.
ADQUIRIENDO Y MANTENIENDO EL TEMOR DE DIOS
Este nos lleva muy naturalmente a la pregunta ¿cómo puede uno conseguir y mantener este sano temor de Dios? Esto es posible sólo si has nacido en Jesucristo. Solo, vas a temer a Dios en la manera sofocante y destructiva descrita previamente. No requieres una obra especial de Dios en tu vida para estar aterrorizado de Dios. Pero temer a Dios en la manera apropiada es otro asunto. Este requiere una obra de gracia Dios en tu vida. El Espíritu Santo te tiene que impulsar a nacer de nuevo espiritualmente y ser redimido del pecado por la obra de Jesucristo.
Sin salirse este asunto, Pedro nos reta a vivir nuestra vida en temor reverente, cuando conocemos que hemos sido redimidos por la preciosa sangre de Cristo (1 Ped. 1:17-19). Parece que Pedro está diciendo que nuestra redención en Cristo proporciona una doble razón para que tengamos temor de Dios: 1) Debe inspirar un gran concepto de Dios por la manera en que nos salvó. Hemos sido librados del castigo y del poder de nuestro pecado por, nada menos que, la muerte del propio Hijo de Dios, Jesucristo. 2) Pedro afirma que la redención de Cristo incluye la liberación de nuestro antiguo estilo de vida, en lo cual faltaba un temor reverente de Dios (Rom. 3:18).
Tal vez ahora estás pensando, “soy cristiano, pero el temor de Dios no es muy fuerte