La paz: perspectivas antiguas sobre un tema actual. Gemma Bernado Ferrer

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      Juan Felipe González Calderón presenta en “La vieja mentira: dulce et decorum est pro patria mori” una defensa de la reinterpretación del dictum horaciano citado en el título, por parte del poeta Wilfred Owen. Su objetivo es el de exponer el cambio fundamental en la valoración estética del poema que celebra el sacrificio por la patria y del acto mismo del sacrificio. En la primera parte del artículo se analiza la Oda 3.2 de Horacio tanto en su producción lírica como en el detalle de su composición. Esta oda se caracteriza por su extensión, por el tratamiento de temas políticos como la reforma moral promovida por Augusto, y por su composición en estanzas alcaicas. Desde la primera estrofa de la Oda es claro que sus principales destinatarios eran los jóvenes a quienes se les estaban inculcando los valores tradicionales heredados del mundo homérico para mantener la grandeza de Roma. Así pues, era preciso saber morir en el campo de batalla, en las manos del enemigo, defendiendo la patria y consiguiendo la más elevada y noble forma de perecer y el camino hacia la fama imperecedera. El autor hace un análisis de los adjetivos que usa Horacio y de la sonoridad del poema, que no se deja al azar. En la segunda parte se examina el poema Dulce et decorum est escrito en 1917 por Wilfred Owen, un soldado del ejército británico durante la Primera Guerra Mundial. El poeta inglés describe la marcha de un grupo de soldados que son atacados con gases y deben contemplar la muerte de un compañero que no logra ponerse la máscara de protección —una muerte carente de heroísmo—. Owen continúa con la descripción de visiones aterradoras que aparecen en sueños traumáticos y luego se dirige a otro que comparte estos sueños, pero que parece no asimilar la experiencia de la misma manera, porque sigue divulgando la idea de que la gloria y el honor se alcanzan en el campo de batalla. En conclusión, mientras que en Horacio el lema está provisto de poesía y heroísmo, y el sacrificio se considera un acto estéticamente bello, la reinterpretación de Owen presenta la muerte en el campo de batalla como desprovista de heroísmo, anónima, aleatoria y espantosa. Por otro lado, en el poeta romano y en la literatura antigua el sacrificio lleva a la promesa de la inmortalidad. En Owen ocurre lo contrario: la literatura no logra evocar la memoria de quienes han muerto en batalla, puesto que son experiencias incomunicables y únicamente se puede recuperar el estado psicológico de dicho momento.

      La primera parte culmina con “The Peace of Augustine and Erasmus of Rotterdam” de Martin Dinter, quien indaga sobre la concepción de paz y los principios heredados de la Antigüedad en las obras de san Agustín y Erasmo de Rotterdam, principalmente en De Civitate Dei 19.13-19 y Querella Pacis. Para comenzar, se expone el concepto de paz según los griegos y los romanos. Por un lado, en la época homérica significaba acordar la interrupción del conflicto y en Hesíodo se transmite la primera personificación de la paz. También se muestra el cambio en el pensamiento antiguo, pues se comienza a relacionar la paz con la idea de abundancia, armonía y calma. Por otro lado, para los romanos, el concepto se relaciona con la expresión pacem dare, que quiere decir que el vencedor da la paz a su enemigo, noción que se transmitió a los pueblos pacificados por los romanos. A continuación, se estudia la legalización de la guerra, es decir, la doctrina del Bellum Iustum. Aristóteles, por su parte, clasifica los conflictos bélicos entre stasis y pólemos; además, manifiesta que el objetivo de la doctrina en cuestión es el de restablecer la paz. Igualmente, Platón advierte que hay reglas en la guerra humana. En cuanto a Roma, el Bellum Iustum se entiende desde una perspectiva religiosa y desde la necesidad de justificar el combate a partir de un punto ético. Posteriormente, el autor estudia el pensamiento de san Agustín y Erasmo de Rotterdam respecto a la paz y su relación con el cristianismo, el pensamiento clásico y la doctrina del Bellum Iustum. Para el primero, si se logra la perfección del alma, el estado de armonía de la razón y la voluntad, así como la proyección del deseo de paz hacia el cosmos, es posible trascender al estado de Dios, es decir, alcanzar la paz es posible. Por otra parte, Erasmo elabora su concepción a partir de la de san Agustín. Sin embargo, el humanista resalta que el hombre por naturaleza tiene la habilidad de conseguir y garantizar la paz. El uso de la inteligencia para reconocer sus injusticias permitiría la resolución de conflictos y así se ganaría la paz en la tierra. Finalmente, se destaca la importancia del antiguo concepto de paz para el pensamiento de san Agustín y de Erasmo. Asimismo, el investigador resalta la manera como ambos lograron conectar la Antigüedad y el cristianismo e influir en el concepto de paz en Occidente, a pesar de tener propósitos y motivos diferentes. En cuanto a la doctrina del Bellum Iustum, san Agustín la cristianiza, mientras que Erasmo la descompone y la rechaza. Ambos concuerdan en que la paz es el mayor de los bienes para el humano y que “la paz de Dios” va más allá del entendimiento humano.

      En la segunda parte, denominada “Caminos hacia la Paz”, los artículos analizan diversas maneras para la resolución de conflictos. Inicia con el artículo “El poeta como mediador en la resolución de conflictos” de Ronald Forero Álvarez, quien explica cómo los poetas arcaicos lograban influir en la sociedad por medio de su arte musical, un medio alternativo para la resolución de conflictos y el mantenimiento de la paz. Inicialmente, se presenta la estrecha relación entre los poetas y las divinidades en diversos mitos, la importante participación que tenían en simposios aristocráticos, las heterías, las fiestas públicas y la vida política de las poleis, así como su prestigio como sophoí, pues se consideraban fuentes de conocimiento. En este contexto, no resulta extraño encontrar anécdotas de poetas arcaicos como mediadores en la resolución de sublevaciones civiles (stasis) y guerras (pólemos). La mayoría de ellas se encuentran recogidas en el tratado Sobre la música de Filodemo de Gádara (Phld. Mus. 4 Coll. 47-48; 132-134 Delattre) en el que se encuentran cuatro anécdotas referidas por Diógenes de Babilonia sobre Taletas (o Tales), Terpandro, Estesícoro y Píndaro, en un debate sobre los efectos éticos de la música. Una más se halla en el testimonio transmitido en la Historia de Sicilia de Timeo de Tauromenio (Timae. FGrH.566.F93b), en el cual Simónides interviene para evitar una guerra entre Hierón I de Siracusa y Terón, tirano de Acragante. Tras un detallado análisis de las fuentes, se concluye que las anécdotas analizadas muestran la influencia que ejercían los poetas arcaicos en las poleis de su época en situaciones críticas de conflictos y luchas de poder. Tal influencia se vincula a su labor poética y su prestigio en la sociedad, puesto que los poetas mediante sus ritmos, melodías, versos y coreografías, habrían podido acabar con disputas y enfrentamientos, y llevar así la tranquilidad a sus comunidades. Por último, el autor reflexiona sobre la posibilidad, por una parte, de implementar mecanismos alternativos como certámenes artísticos para la resolución de conflictos en la actualidad a partir de las concepciones antiguas estudiadas y, por otra, de divulgar y reflexionar hoy sobre la poesía antigua relacionada con la paz.

      En el artículo “La compasión como vehículo para la reconciliación en Áyax de Sófocles”, Santiago Eslava Bejarano analiza la transformación de Odiseo cuando el héroe contempla a Áyax envuelto en la locura provocada por Atenea. El episodio se encuentra en la tragedia Áyax de Sófocles, en la que se narra la historia del suicidio del telamónida, provocado por el resultado del juicio para decidir el destino de las armas de Aquiles. Áyax interpreta el resultado como una humillación y una injusticia que intenta compensar con la muerte de sus compañeros empezando por Odiseo. En primer lugar, el autor indaga sobre el énfasis que hace Sófocles en la enemistad entre Áyax y Odiseo, la cual describe usando vocabulario relacionado con el cazador y su presa. A continuación, se examina cuando Áyax en su locura es contemplado por Odiseo. Se espera que la respuesta a esta situación sea la risa como muestra de superioridad, pero el laertíada no se jacta ni se ríe. Al contrario, siente compasión, transformación que permite advertir dos aspectos: la creencia en la propia vulnerabilidad de sufrir el infortunio que se observa y la valoración de tal infortunio como negativo. Después se analiza la actitud y el papel de la diosa Atenea, por el asombro que ha causado entre los eruditos debido a su comportamiento cruel, vengativo y caprichoso. No obstante, se han sugerido otras interpretaciones que consideran


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