Ellos. Lorena Deluca

Ellos - Lorena Deluca


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en redes digitales, la autora toma esto como un desafío, y apuesta a dos personajes que se encuentran por mail, a partir de la poesía que uno de ellos le envía al otro, y la respuesta que este envío tiene.

      Contactarse, escribirse, armando un refugio con palabras nacidas del silencio, que eviten los ruidos.

      Y estos “ruidos de afuera” tal vez no sean tanto ruidos, o tan afuera. Esta es una dimensión que silenciosamente como una paradoja se desliza entre las letras y es parte esencial de la trama, a mi modo de entender.

      Si alguien se refugia, el afuera no parece en principio amigable, y así, entre otoñal e invernal, el afuera solo parece dar frío.

      El contraste con esto, el adentro en la cabaña, se va moldeando con palabras que poco a poco van erotizando cada escena, y así entre poesías de la autora ubicadas en alguno de los personajes, canciones de jazz, y nombres de libros y sus autores, el encuentro digital va presionando a estos personajes que se escriben uno al otro.

      ¿Presionando a qué? No es de buena educación anticiparse en este comentario, pero lo que sí puedo decir es que esta es una novela con fraseos poéticos que poco a poco —según mi lectura— van creando situaciones donde el deseo se erotiza, de una manera tal que la trama parece depender de esta situación a la hora de pensar un desenlace final.

      ¿Se habla de enamoramiento? Sí, también las frases alcanzan estos lugares.

      ¿Esta novela habla de amor? Bueno, nuevamente no voy a anticiparme, queda en cada lector averiguarlo.

      Sabemos que en términos psicoanalíticos el amor puede ser precisado en su lógica clínica. Y allí, en cuanto psicoanalista, no dejo de acordar con respecto a que si las palabras son la vía para que lo pulsional se descargue, y son los afectos la expresión en la percepción consciente de dicha descarga, aquí entonces la escritura de palabras produce afectos en los personajes. La cuestión es si produce amor, al que no hay que confundir con enamoramiento.

      El final, entonces, si es leído psicoanalíticamente, tiene su lógica. Y si es leído en esa otra dimensión tan apreciada, la del arte, también la tiene, dado que esta textura donde los personajes arman su escena armando otra escena dentro de ella (Hamlet, mediante) no solo es modernamente digital, dado el tipo de lazo que van construyendo entre Ellos, sino que además... no hay nombres a la hora de llamar al otro cuando la escena está en llamas, y esto por supuesto tiene sus consecuencias, que invito a descubrir.

      Juan Carlos Volpatti

       Inicio

      Hasta que no se sucedieron los primeros escritos, la posibilidad de escribir una historia no existió. A medida que los mensajes fueron llegando a su casilla de correo, comenzó a sentir que algo en Ella cobraba vida, una vida que se iba gestando a partir de un solo acontecimiento. Lo describió como un detalle, que surgió a partir del envío de un poema: “Somos vida”.

      En ese momento, parecía a simple vista un acto inocente, basado en considerar a su destinatario como alguien capaz de apreciar una lectura con cierto interés, no precisamente porque fuera un erudito en letras ni Ella una escritora consagrada, nada de eso y todo lo contrario.

      El día en que recibe el poema, lo invita a intercambiar escritos por el simple hecho de compartir un mismo gusto. Así comienza el recorrido a partir de la palabra, en ese ida y vuelta, con cierta atmósfera de intriga y un poco de misterio, despertando curiosidad a través de un silencio cómplice, alejado de aquellos ruidos que dispersan y ocupan allá afuera. Un silencio que deciden juntos habitar como refugio, moldeando lo que parecía no tener sustancia, como solo un alfarero del tiempo puede hacerlo. Un espacio creado desde la imaginación, con ese poder de ver las cosas de manera distinta, con otro aspecto y un sabor diferente, donde los pensamientos, las emociones, las fantasías y la magia tejen a su antojo la trama de una historia que va aconteciendo; un espacio donde soñar un mundo para Ellos, sin ser un mero sueño despierto, sino entrando en él, como si fuera verdaderamente real —allí y en ese momento— con todos los sentidos, para compartirse libremente.

      Un lugar de encuentro donde el deseo empuja, y en su frecuencia crece y hace que se sientan cada vez más atraídos al ritmo de sus latidos.

      Un camino de ilusión que los lleva a recorrer sin tiempo ni condiciones cada uno de sus rincones, a encender no solo sus cuerpos, sino también el alma, quedando desnudos frente al ser de Ellos.

      Ingenio. Humor. Belleza.

      Sexo. Pasión. Intensidad.

      Donde la prudencia y el cuidado comienzan con el tiempo a desvanecerse, y son sus bocas la medida del encuentro, quedando finalmente cautivos frente al deseo, y ante un único e inexorable debate: caer o no en el amor.

      

      Somos vida

       Déjate llevar por la inocencia, esa que de niño te eximía

       por saberte libre de culpa,

       siendo incondicional de un referente amado.

       Vuelve a ese silencio de calma anhelada

       cada vez que el corazón golpee a tu puerta de manera desesperada.

       Aleja los ruidos que dispersan y atormentan,

       solo buscan el dualismo de tu conciencia.

       Platica con tu mente

       dile que el pasado y el futuro ya no son de tu incumbencia

       que de euforias y lamentos se ha colmado tu paciencia.

       Comprende que del malestar nada vienes a resolver.

       Tu verdadera esencia está allí donde cuesta ver.

       Siente que eres parte de este universo.

       Trasciende en sabiduría el sentir que eres vida.

       Y cuando uno es vida

       no hay final.

       Refugio

      

      “Vale más soñar la vida propia que vivirla,

      aunque vivirla es también soñarla”.

       (M. Proust)

      Ella

      De solo pensar un lugar para estar juntos, le produce a Ella una cálida sensación de bienestar, pero también de cierta inquietud que percibe como si se tratara de un encuentro amoroso, donde ambos intentarán escribir sus mejores y más sentidas frases para el otro.

      Ella busca invitarlo a soñar, a habitarse allí donde solo Ellos puedan tocarse con palabras, siendo atrevidos, pudiendo elegir sin censura cada vez, descubrir el deseo y abrazar al desnudo la emoción de su alma.

      Quiere saber de Él, se siente intrigada por sus rincones más bonitos, su aroma y su clara mirada.

      Ella sabe que Él espera encontrarla allí, donde juntos decidieron estar.

      Él escribió:

      “Nunca había pensado que las palabras también podían crear espacios y convertirse en refugios...”.

      Ella sí lo pensó y también los tomó como refugios de vida.

      Hubo algo que no advirtió y la tomó por sorpresa: nunca creyó que de un primer escrito —de Ella— un espacio fuera a nacer de ese silencio y que con palabras se creara


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