¡Ganar!. Brad Gilbert
Ugly) se publicó en 1992? Si dijiste Monica Seles y Jim Courier, metiste un ace. Mucho cambió desde entonces, pero mucho sigue igual. Pienso que por esa razón todavía me buscan tantos tenistas para contarme cómo mi libro los ayuda en su juego, incluso muchos años después de que fuera presentado en el desprevenido mundo del tenis.
Nada me genera una sonrisa tan grande o llena tanto mi corazón como cuando un tenista aficionado o profesional me intercepta en un torneo con un ejemplar de mi libro para que se lo firme. Es el elogio más importante que puedo recibir. Y por eso no cambiaría ni una palabra de la edición original. Aun hoy tendrá un efecto poderoso en tu juego. Te lo aseguro.
De todos modos, le agregaría algunas ideas y por eso, esta nueva introducción, para llevar a ¡Ganar! (Winning Ugly) a la misma velocidad que el siglo XXI.
En mi opinión, los tres cambios más importantes en el tenis desde que se publicó el libro son la tecnología, las superficies de las canchas y la capacidad atlética de los jugadores. (Quizá tenga que agregar un cuarto elemento: la repetición instantánea por televisión. Es genial para el juego e inmejorable para los fanáticos, porque satisface nuestra curiosidad por una evidencia concluyente en los fallos difíciles).
1 En lo que a tecnología respecta, las cuerdas hi-tech de poliéster y las raquetas livianas transformaron los golpes, ya que les permiten a los profesionales y a muchos aficionados pegarle mucho más duro a la pelota y crear ángulos y efectos gigantescos, como si tiraran granadas desde el fondo de la cancha y bombas desde el saque. (La bola de Rafael Nadal gira hasta cinco mil revoluciones por minuto, más del doble de lo que conseguían Pete Sampras o Andre Agassi en su mejor rendimiento). La pelota sale hoy tan fuerte y con tanto efecto, que prácticamente se deforma cuando cruza la red hacia el oponente.
2 Las superficies de las canchas nunca fueron tan similares entre sí en todo el mundo como en esta época. El césped es más lento, el polvo de ladrillo es más rápido y las canchas duras producen más piques. Todo esto genera mucho mejores puntos, más interesantes para mirar y más divertidos para que los analistas de televisión podamos hablar.
3 Por último (y para mí, el mayor cambio), la capacidad atlética de los jugadores y sus resultantes. Su plasticidad y fuerza muscular en el siglo XXI es más épica que en décadas anteriores.
La plasticidad implica un gran trabajo de piernas combinado con altas velocidades, equilibrio, destreza y flexibilidad, tanto en ataque como en defensa, a lo largo de toda la batalla en la cancha. La excelencia física es una condición sine qua non para un jugador que quiere llegar a lo más alto. Y un preparador físico de primer nivel tiene tanto prestigio en el circuito como un buen entrenador. Todo eso combinado con las nuevas tecnologías da como resultado el súper tenis de hoy, ejecutado por súper tenistas. Por ejemplo, Novak Djokovic –el Djoker– puede correr cinco veces de un rincón al otro de la cancha –bam, bam, bam, bam, bam–, y después controlar el punto, pegar un winner y terminarlo con un split sobre el suelo. Como él, Rafa Nadal y otros pueden hacer eso durante cuatro horas. Tienen la asombrosa habilidad de recuperarse en veinte segundos. Hicieron que parezca fácil y eso no deja de sorprenderme.
Hoy veo puntos que no se podían jugar hace veinte años. Es como estar viendo un videojuego (o como una vez dije en un comentario en ESPN, “mirar el tenis de la Wii”). Hoy tenemos tenistas capaces de jugar bien en cualquier lugar de la cancha. En conclusión, el tenis resultante es increíble de ver y ha originado una nueva era dorada del deporte.
¿Dónde estará el tenis dentro de veinte años? ¿Saques de 350km/h? Es posible. Y lo maravilloso es que los jugadores van a devolver esos saques.
El rostro del tenis del siglo XXI hasta aquí es Roger Federer. Fed logró el número uno del mundo en 2004 y lo mantuvo hasta 2008, cuando Nadal se lo arrebató por un año. Se lo intercambiaron los años siguientes, hasta que el Djoker tomó la posta. Pero la marca de Fed (hasta la edición de ¡Ganar! diecisiete torneos de Grand Slam) es la mejor en la historia del tenis. Con su estilo personal elevó la vara de rendimiento a un nivel tan alto que forzó a los demás a seguirlo. Rafa y el Djoker lo hicieron. Otros lo harán.
Por el lado de los hombres, nunca vi un grupo de top 4 en el ranking mundial como el que integran Fed, Rafa, el Djoker y Andy Murray. Dudo que veamos a números uno, dos, tres y cuatro tan fuertes por mucho tiempo… tal vez nunca.
Por el lado de las mujeres, Serena es todo, aunque Venus también tiene cosas maravillosas. Serena y Venus son de lo mejor que le ocurrió al tenis femenino en el siglo XXI porque sacudieron las cosas en todas las formas posibles. Sin embargo, Steffi Graf en su mejor momento habría podido desafiar a las hermanas Williams. Era muy física, tenía esos tiros de fondo tan poderosos, un legendario slice de revés (digno de un francotirador) y además una actitud mental tan fuerte como Serena y Venus.
A los fanáticos del tenis de la vieja escuela les gusta decir que los años ochenta produjeron el mejor elenco de tenistas y personajes de la historia: McEnroe, Connors, Becker, Evert, Navratilova, Lendl, Borg y otros. Pero la nómina en la actualidad es mucho más excitante, por los grandes cambios mencionados y por los atletas jóvenes que incorporan esos cambios a su juego.
De todos modos, cuantos más cambios entre los profesionales, entre los aficionados las cosas siguen como siempre. Y hoy casi me puedes considerar un jugador aficionado.
Mientras escribíamos juntos ¡Ganar! (Winning Ugly), Steve Jamison siempre se encargó de remarcarme que debía concentrarme en cuánto podían aprender los jugadores amateurs de lo que hacían los profesionales, sobre todo en el aspecto mental. Esa verdad básica no cambió: podrás perfeccionar tu tenis más rápido y mejor si mejoras tu mentalidad, si trabajas tu mente tanto como con tus golpes.
Pero el nuevo elenco de súper estrellas que domina la escena del tenis en este siglo aporta ideas adicionales de manejo de la mente, aptas para agregar a tu propio arsenal. Su abordaje del juego mental te ayudará a ganarles a jugadores con los que sueles perder. Esos rivales que pueden tener mejores golpes pero no mejor estrategia.
Para empezar, Roger Federer. ¿Notaste que durante los partidos en Roland Garros sus medias no se ensucian? ¡Y eso que juega sobre polvo de ladrillo! Y el tipo rara vez transpira. ¿Cómo es posible? Cada vez que lo veo, sigo sin poder creerlo. Todos los demás se cubren de polvo y sudor, ¿por qué Federer no? Bueno, en parte porque es tan perfecto. Su movimiento no tiene defectos: elegante, sin esfuerzo y eficiente. Y tiene la habilidad de mandar en los puntos con el mejor drive que pudo haber producido el tenis. Quizá Nadal sea el único a ese nivel.
Esto es lo que podemos aprender de Fed: aunque no tenga el mejor saque del circuito, es quien mejor lo mantiene. Roger Federer se lleva su servicio más del 90% de las veces, aun sin tener un saque tan impresionante. ¿Cómo lo hace? En parte porque puede ubicar la pelota con increíble precisión y consistencia. Si algunos jugadores pueden acertarle a una moneda, Fed le acierta a un lunar. Un saque poderoso puede ser genial pero, créanme, un pasador le encontrará la vuelta a lidiar con esa potencia. Otra historia es si mejoran las colocaciones. De hecho, aquí va un consejo: si tu rival encadena winners con un saque fuerte, la solución es simple. Ve un paso más atrás de donde estabas esperando el servicio. Te van a gustar los resultados.
¿La lección? Trabaja para mantener el servicio, y para hacer eso práctica la colocación como prioridad principal. Mueve un poco el saque. No tienes que ser Roger Federer para conseguir resultados moviendo el saque. Obliga a tu rival a tener que adivinarlos. Y recuerda: si vas a practicar algo, ¡que sea tu saque! Puede convertirse en el golpe más importante de tu juego.
Creo que la zona de confort de Rafael Nadal es cuando siente que no es tan bueno y que para ser competitivo tiene que mejorar cada vez. Por eso siempre retoca algún aspecto de su ya fantástico estilo, nunca se da por satisfecho y busca mejorar. ¡Mejorar, mejorar, mejorar! No le gusta que nadie le diga que es el mejor, porque no compra ese modo de pensar las cosas.
Cuando converso con él en los torneos siempre está probando algo nuevo: la empuñadura, el lanzamiento o cualquier otra cosa. La pasión que ves en Rafa en la cancha, en un quinto set de una final de Grand Slam es la misma pasión que fuera de la cancha lo lleva a seguir