knifer. Adrian Andrade

knifer - Adrian Andrade


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sus desventajas: tendía a atrancarse por los daños susceptibles causados por la humedad y corrosión. Asimismo resultaba un fastidio limpiar el mecanismo reductor de cadencia, pero de eso al M1 Garand, sigo prefiriendo mil veces el BAR.

      Al tomar mi rifle noté puesto el bíbode, un soporte para recargar el rifle en forma horizontal. En esta ocasión, se lo removí para quitarme unos kilos de encima porque nunca se es listo cargar con peso de sobra.

      Me coloqué el casco, el cual estaba helado y me dirigí otra vez a la cubierta. Está vez mantuve el rostro bajo y escondido entre el resto de la tripulación para que el sargento Parker y el capitán Sanders no me vieran.

      Me asomé por el barandal y ubiqué a Jack, Edgar y al novato abordando el barco. Al parecer, todavía había lugar.

      —¡Cobardes! —les llamé su atención de forma inmediata.

      Esto era más divertido que chiflar, aparte de que no sabía cómo hacerlo. Todos me decían lo fácil que era poner los dedos en la boca y soplar con fuerza, nunca me atreví a practicarlo delante de ellos no por su doble sentido sino porque no valía la pena esta clase de estupidez.

      Jack me reconoció al instante y acudió con el encargado para detener la partida. Nunca comprenderé porque fui a buscarlos, pude haberme ido en otro barco, pero no lo hice. Fui con ellos y estuvo mal.

      ¿Será acaso que me estaba volviendo débil? o ¿dependiente de ellos? Quisiera creer que lo hice para estar con personas que ya conocía y a la vez, ellos me conocían a mí también. Incluso por el novato, aunque haya sido sólo un intercambio de palabras.

      Me coloqué de espalda y comencé a bajar por las redes, poco a poco con cuidado. El truco era no mirar abajo sino hacia enfrente. Concentrarme en el momento y en donde estaba, intentando no abarcar de más. No faltaba uno que otro que se resbalara durante la maniobra y cayera en el agua fría.

      Convenientemente llegué al barco sin tocar fondo. Al tomar asiento, este comenzó a navegar repleta de soldados hacia la playa de Hagushi por la costa Noroeste de Okinawa. Este día se trataba del primero de abril, curiosamente era el día de los inocentes, me preguntaba quiénes serían los inocentes al final de la jornada. Igualmente me acordé que era el día de pascua, me pregunto si la iglesia habrá hecho algún tipo de protesta. De igual forma me encontraba bastante lejos para saberlo.

      Conforme nos acercábamos a la isla, me di cuenta de que ya no era la belleza que había visto con anterioridad. Ahora era un lugar extinguido que muy pronto albergaría cientos de soldados muertos. Eso me recordó al novato y comencé a buscarlo.

      Jack y Edgar se encontraban enfrente de mí y sólo asintieron como señal de saludo. Obviamente di la cara hacia otro lado hasta encontrar al novato. Su rifle fue lo que me hizo ubicarlo, ni idea de en qué diablos estaba pensando al traérselo consigo

      —¡Qué carajos es eso! —dije con enfado.

      —Es mi rifle de la buena suerte.

      —Querrás decir la que te dará buena muerte —corregí con una de mis mejores líneas.

      —Tranquilo Chris —comentó Jack defendiéndolo—. No lo asustes.

      —Alguien debe hacerlo cuando se porta un arma de esas.

      —¿Qué tiene de malo este rifle?

      —Escucha mocoso – el estómago se me revolvió

      —No me digas así.

      —¡Novato pues! ¿Sabes qué modelo es la chatarra que cargas?

      —Lo olvidé.

      —Querrás decir ¡No!

      El novato se me quedó mirándome con asombro esperando mi respuesta. Jack concentró su vista hacia la playa pero mantuvo los oídos apegados a la conversación entre el novato y yo.

      —Tu rifle es Springfield M1903, en este sólo entran cinco balas en su compartimiento y por cada disparo, debes cargar manualmente. Alguien con tu falta de experiencia y extrema nerviosidad no debe portarlo.

      Inminentemente le quité el rifle y lo tiré al mar. El novato se quejó e intentó recuperarlo pero ya se había quedado atrás y en la profundidad del mar. Su rostro se armó de un sentimentalismo que le causó derramar una lágrima de dolor.

      —¡Era de mi padre, peleó con él en la Primera Guerra Mundial, es lo único que tenía de él!

      —¡Supéralo novato, te hice un favor!

      El novato pareció comprender el gran peso que le había quitado de sus hombros. De aquí en adelante, podía concentrarse en cuidar más de su vida en lugar de un antiguo rifle que pudo haber sido no sólo la causa de muerte de su padre sino la suya también. Me ahorré esto último en decirlo porque sabía lo que se sentía perder un padre.

      —Toma esto —me quité mi rifle y se lo entregué —. Este es un Automático M1918 Browning Rifle. Recibe un cargador de veinte balas y no se requiere cargar por cada disparo sino hasta que se vacié el compartimento. La carga no es individual sino simplemente insertas otro de estos magazines que te estoy dando.

      —¿Qué vas a usar tú?

      —Tengo esto —saqué mi pistola sencilla Colt M1911A—. Es mucho más efectiva, rápida y ligera que la chatarra que solías cargar. Además tiene capacidad de siete tiros y por si acaso tengo esto —saqué de mi pantalón mi cuchillo de utilidad, especialmente diseñado para combates cercanos.

      —Eso no sirve de nada —me contestó el novato, obviamente basándose en su ignorancia.

      —Es porque no sabes usarlo, cuando un día te quedes sin armas que probablemente te sucederá, esto —mostrándole el cuchillo— será capaz de mantenerte con vida, pero es obvio que no prestaste atención durante el entrenamiento militar.

      —Si presté atención y hasta de más —rectificó el novato.

      —Entonces, deja de hacer preguntas estúpidas —interrumpió Edgar.

      —No existen tales preguntas —corregí—. Sólo estúpidos que preguntan.

      Todos los soldados acompañándonos comenzaron a reírse, incluyendo el moralista Jack. Lo cual se me hizo inusual ya que solía estar siempre a favor del respeto y la tolerancia. Debo admitir que me sorprendía su perseverancia y lealtad a sus ideales, la guerra no había distorsionado su mentalidad y a estas alturas ya no lo haría.

      —¡Estamos cerca de la costa, prepárense! —gritó el líder de la escuadra haciéndose notar tras su largo silencio. Probablemente se trataba de otro cabo recién promovido porque no detectaba ninguna insignia en su uniforme.

      Por lo menos nadie vomitó durante el trayecto, ya que siempre suele suceder pero hoy fue la excepción. Me concentré hacia la costa y noté que íbamos hacer de los primeros en desembarcar, bueno de una gran fila horizontal. Se comenzó a sentir la tensión a bordo del transporte por la ausencia del fuego enemigo.

      —¿Por qué no nos disparan? —preguntó el novato con inquietud.

      —Lo harán cuando comencemos a avanzar por la playa —respondió Jack.

      Recientemente no me sorprendía de que el fuego se desatara en la tierra en lugar del mar, de hecho me beneficiaba. El barco se detuvo en la arena y rápidamente bajé a tocar parte de la arena mojada. Ningún disparo se escuchó, volteé hacia mi izquierda y detecté a cientos de soldados desembarcar y prepararse para abarcar el terreno quemado.

      —¡Primer equipo de fuego inicien el reconocimiento! —ordenó el líder fijando posteriormente su atención en mí—. Estás a cargo de la delantera, nosotros te cubriremos.

      —Sí Señor.

      —Dime Cabo —me mostró el distintivo oculto.

      —Cabo será.

      Para cuando volteé para buscar a mis compañeros, éstos ya se encontraban a


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