Historia del Próximo Oriente antiguo. Marc Van De Mieroop
de Ningirsu al lado de Umma. Lo estableció como un campo sin dueño. Inscribió una estela en el canal y la estela de Mesalim volvió a su lugar. No entró en la estepa de Umma.
En ese momento Il, que era la cabeza del templo de Zabalam, se retiró de Girsu a Umma. Il recibió el gobierno de Umma allí. Al canal fronterizo de Ningirsu y al canal fronterizo de Nanshe, el dique de Ningirsu —estando al borde del Tigris y en el límite de Girsu— el Namnundakigara de Enlil, Enki y Ninhursag, su agua fue desviada. De la cebada de Lagash solo devolvió 3600 gur7. Cuando Enmetena, gobernante de Lagash, a causa de estos canales envió hombres a Il, Il, el gobernante de Umma, el que roba campos, dijo de una manera hostil: «El canal fronterizo de Ningirsu y el canal fronterizo de Nanshe son míos. Del Antasura al Edingalabzu voy a desplazar el dique», dijo. Pero Enlil y Ninhursag no le dieron eso. Enmetena, gobernante de Lagash, nombrado por Ningirsu, a la justa orden de Enlil, a la justa orden de Ningirsu, a la justa orden de Nanshe, construyó ese canal desde el Tigris hasta el canal Inun. Él construyó los cimientos del Namnundakigara en piedra. Para el señor que lo ama, Ningirsu, para la dama que lo ama, Nanshe, él lo restauró. Enmetena, gobernante de Lagash, al que fue dado el cetro por Enlil, la sabiduría por Enki, elegido en el corazón de Nanshe, administrador principal de Ningirsu, el que capta las órdenes de los dioses, que su dios personal Shuturul se pare ante Ningirsu y Nanshe para siempre por la vida de Enmetena. Si el hombre de Umma, para llevar los campos, cruza el canal fronterizo de Ningirsu y el canal fronterizo de Nanshe, ya sea un hombre de Umma o un extranjero, que Enlil lo destruya, que Ningirsu, después de lanzar su gran red de batalla, ponga sus manos y pies sobre él. ¡Que la gente de su propia ciudad, después de levantarse contra él, lo mate en medio de su ciudad!
Traducción según Cooper, 1986: 54-57.
1.Esto es, entre Lagash y Umma.
Sin embargo, no todas las interacciones entre los estados fueron hostiles. Las casas reales se comunicaban entre sí como iguales y tenían relaciones diplomáticas. El intercambio de regalos fortaleció estos lazos. En una pila de objetos preciosos encontrados en Mari, había una cuenta inscrita con el nombre de Mesannepada, rey de Ur: el grupo de objetos probablemente se lo dio un rey al otro. Se sabe que la esposa del gobernante de Lagash, Baranamtara, intercambió regalos con su homóloga en Adab, lo que probablemente era una práctica común.
Aunque la ciudad-estado caracterizó la situación política de la época, se produjeron diversos procesos de centralización del poder en grandes unidades territoriales, debido a las interacciones tanto hostiles como pacíficas entre los estados. Las guerras entre vecinos pudieron llevar a ocupaciones territoriales. Alrededor del 2400, por ejemplo, un rey de Uruk, Lugalkiginedudu, reclamó el reinado sobre Ur, una ciudad a 50 kilómetros al sur. El proceso de conquista y unificación culminó al final del Período Dinástico Arcaico cuando el rey de Umma, Lugalzagesi, conquistó Ur y Uruk y luego derrotó a Uru’inimgina de Lagash, gobernando así todo el sur de Babilonia. Es cierto que pudo haber exagerado sus logros en sus propias inscripciones, en las que afirmaba su control desde el mar Superior hasta el mar Inferior, es decir, desde el Mediterráneo hasta el golfo Pérsico. Pero ciertamente el alcance de su poder se extendía más allá de las fronteras tradicionales de una sola ciudad-estado.
Las alianzas políticas cuyos participantes acordaban aceptar la autoridad de un forastero se documentan a partir del año 2600. Un ejemplo de tal superestructura regional puede deducirse del título «rey de Kish». Cuando el dios Enlil demarcó la frontera entre Umma y Lagash, fue Mesalim, «rey de Kish», quien la midió y colocó un marcador limítrofe. El hecho de que Mesalim tenía algún tipo de poder en Lagash lo confirma una cabeza de maza ceremonial inscrita con su nombre encontrada allí; pero el texto termina mencionando que Lugalsha’engur era el gobernante de la ciudad (el énsi en sumerio) de Lagash en ese momento. De manera similar, una inscripción de Mesalim procedente de la ciudad babilónica central de Adab reconoce la existencia de su gobernante local, un tal Ninkisalsi. El título «rey de Kish» aparece repetidamente en las inscripciones reales de finales del Período Dinástico Arcaico y no puede considerarse que indique solo a los reyes que controlaban la ciudad babilónica septentrional de Kish. A Eannatum de Lagash, por ejemplo, después de derrotar a un número de ciudades del sur, la diosa Inanna le concedió el reinado de Kish. ¿Por qué la realeza de Kish tenía ese prestigio? Es muy poco probable que el título confiriera el control total sobre Babilonia y que los otros gobernantes de la ciudad cuyas inscripciones leemos fueran meramente dependientes de una dinastía en Kish. El poder del rey de Kish parece haberse derivado de algún tipo de entendimiento político en la región. Respaldado por el poder militar (recuérdese que Eannatum se convirtió en rey de Kish solo después de derrotar a varios vecinos), tenía una autoridad que se aceptó regionalmente.
Los textos administrativos de Shuruppak, que datan de alrededor del 2500, atestiguan otro acuerdo político de este tipo. En esta pequeña ciudad se guardaban registros de soldados de Ur, Adab, Nippur, Lagash y Umma. Se dice que esos hombres están «situados en KI.EN.GI»1, un término que algunos siglos después llegó a significar Sumer, la mitad sur de Babilonia, pero que en este momento probablemente se refería a una sola localidad. El mismo grupo de textos también hace referencia a una coalición en un lugar llamado Unken, la palabra sumeria para ‘asamblea’, compuesta por Lagash, Umma y Adab. Estos arreglos fueron efímeros: los dos últimos se vieron afectados por el conflicto fronterizo entre Umma y Lagash. Probablemente fueron el resultado de las luchas propias de la época: las ciudades concluyeron varias alianzas para hacer frente a los enemigos.
Sin embargo, había un entendimiento común de que todas las ciudades-estado pertenecían a un sistema religioso común que las unía en la guerra y la paz. Esto ya está atestiguado alrededor del 3000, cuando múltiples ciudades terminaron de desarrollarse, y no es de extrañar que el centro urbano más antiguo, Uruk, jugara un papel prominente en ello. Un grupo de impresiones de sellos en tablillas y trozos de arcilla sugiere la existencia de prácticas cultuales colectivas centradas en Uruk, ya que muestran símbolos que representan los nombres de varias otras ciudades. Las impresiones de los sellos en las tablillas del Período de Jemdet Nasr (3100-2900) muestran una secuencia fija de símbolos de la ciudad, incluyendo los de Ur, Larsa, Zabalam, Urum, Arina y probablemente Kesh. Es posible que las tablillas informaran de contribuciones hechas a la diosa Inanna de Uruk y que los habitantes de varias ciudades apoyaran su culto. En los niveles más tardíos del Dinástico Arcaico I en Ur, se encontró un gran número de sellos, dando combinaciones algo diferentes de símbolos de la ciudad y a menudo combinados con el símbolo de la roseta de Inanna. Estos se habían usado principalmente para cerrar las puertas, lo que indicaba que se había reservado un almacén para contener materiales para su culto en Ur.
En algún momento en el Período Dinástico Arcaico el foco del culto unificado cambió a la ciudad de Nippur en el centro de Babilonia. Las familias divinas de las ciudades individuales se unieron en un panteón babilónico común que, a finales del Período Dinástico Arcaico, estaba encabezado por Enlil, patrón de Nippur. Tenía el poder supremo en el mundo divino y demarcó, por ejemplo, la frontera entre Umma y Lagash, como vimos antes. La ciudad de Enlil, Nippur, alcanzó un estatus único que duró hasta el siglo XVIII. A finales del tercer milenio, todas las ciudades babilónicas debían proporcionar apoyo a su culto y a principios del segundo milenio el control político sobre él dio a un rey el derecho a reclamar un gobierno soberano. De alguna manera, los sacerdotes de esta ciudad militarmente insignificante tenían la autoridad para conceder un estatus especial a uno de los muchos competidores. Ellos parecen haber tenido este poder ya en los tiempos del Dinástico Arcaico, cuando los reyes de Adab, Kish, Lagash, Umma y Uruk dejaron breves inscripciones en Nippur, sugiriendo que buscaban obtener el favor de su sacerdocio.
Este sentido de unidad no se limitaba a los hablantes de una sola lengua. Podemos afirmar con certeza que en Babilonia se hablaban al menos dos idiomas durante el Período Dinástico Arcaico: sumerio y una lengua semítica a la que a veces se hace referencia como protoacadio. Los dos idiomas tenían un carácter muy diferente, pero compartían vocabulario y la gramática sumeria influyó en el acadio, lo que indica que las mismas personas los utilizaban simultáneamente. No es fácil determinar el idioma hablado de alguien en una sociedad antigua multilingüe. Todos los babilonios alfabetizados en este período (o para el caso, los del Próximo