Pasado y presente continuo de la memoria de los familiares de desaparecidos. El caso de Simón en Justicia y Paz. Marcela Patricia Borja Alvarado
Cruz y Reyes, 2012, p. 259), no como una cosa pasiva e inerte, como ocurre en la objetividad científica, como si el mundo fuera determinado y fijo. Lo afirma Andrade (2007): “Reconocer en ese mismo acto que estudiar la realidad no es recolectar datos, sino también construirlos desde una particular mirada: la del sujeto, un sujeto social y teóricamente situado” (p. 301).
Asumir esta postura en la investigación conduce a que me identifique con la figura del cyborg que propone Donna Haraway, quien se encuentra en una posición privilegiada para explorar sin miedo en la parcialidad y la contradicción, para inmiscuirse en la epistemología que trata de conocer la diferencia y producir una teoría parcial pero responsable (Haraway, 1995b, pp. 275, 310). Estos son, pues, según Cornejo et al. (2012, p. 259), los dos ejes centrales de la propuesta de Haraway: la metáfora del cyborg y la idea de la responsabilidad del conocimiento.
La imaginería cyborg puede ayudar a expresar dos argumentos cruciales en este trabajo: primero, la producción de teorías universales y totalizadoras es un grave error que se sale probablemente siempre de la realidad, pero sobre todo ahora. Segundo, aceptar responsabilidades de las relaciones sociales entre ciencia y tecnología significa rechazar una metafísica anticientífica, una demonología de la tecnología y también abrazar la difícil tarea de reconstruir los límites de la vida diaria en conexión parcial con otros, en comunicación con todas nuestras partes. No es solo que la ciencia y la tecnología son medios posibles para una gran satisfacción humana, así como una matriz de complejas dominaciones, sino que la imaginería del cyborg puede sugerir una salida del laberinto de dualismos en el que hemos explicado nuestros cuerpos y nuestras herramientas a nosotras mismas. No se trata del sueño de un lenguaje común, sino de una poderosa e infiel heteroglosia. Es una imaginación de un hablar feminista en lenguas que llenen de miedo a los circuitos de los supersalvadores de la nueva derecha. Significa al mismo tiempo construir y destruir máquinas, identidades, categorías, relaciones, historias del espacio. A pesar de que los dos bailan juntos el baile en espiral, prefiero ser un cyborg que una diosa. (Haraway, 1995a, p. 311)
El conocimiento que se logre construir irá más de la mano con lo que puede identificarse como autorrelato (Cornejo et al., 2012, p. 262). La razón está en que la memoria, como tema inquietante que nos interroga para enfrentar un pasado reciente violento y que continúa presente (p. 260), y la forma como pretendo abordarlo, a través de la construcción de una relación directa con víctimas de desaparición forzada, implica la asunción de encuentros y diálogos con estas y la apertura de espacios a partir de los cuales será posible la construcción de conocimiento (p. 262).
Es un encuentro histórico, contextual, que se co-construye entre investigador y participante, cada uno con sus recursos simbólicos y sociales en acción. El sujeto investigador realiza a otro una solicitud de palabras, de historias para construir conocimiento a partir de ellas; y el sujeto investigado destina, dirige sus palabras y sus historias al investigador, y a través de él a sus interlocutores reales, virtuales y fantaseados presentes en el contexto discursivo. Sin embargo, para poder decir algo sobre lo que ocurre en ese encuentro, hay que pasar necesariamente por nuestra experiencia como sujetos investigadores, como sujetos activos, históricos, situados […], la palabra del sujeto participante carece de sentido si no contamos con el marco de quien la escucha. De este modo, los autorrelatos de las investigadoras ponen a operar premisas fundantes del enfoque biográfico, pero también del conocimiento situado, a saber: que los investigadores somos parte de lo investigado, que afectamos y/o somos parte de nuestros objetos de estudio, enunciaciones que apuntan a considerar al investigador como parte constituyente y constitutiva de los objetos de estudio. (Cornejo et al., 2012, p. 262)
En esta construcción de conocimiento situado, la indagación sobre la memoria me examina a mí misma; por ello este documento lo presento en un lenguaje personal y no en tercera persona (véase también Carrillo, 2013, p. 16), tomando distancia además del positivismo. Su recorrido muestra el camino que transité desde el desconocimiento del tema hacia la búsqueda de respuestas, con la disposición de sorprenderme en el acercamiento a otros campos no jurídicos e innegablemente desde la afinidad con las víctimas para poder cuestionar y discutir. Lejos de pretender dar conclusiones definitivas, quiero mostrar que la riqueza del tema abre puertas para muchos análisis más.
El yo dividido y contradictorio es el que puede interrogar los posicionamientos y ser tenido como responsable, el que puede construir y unirse a conversaciones racionales e imaginaciones fantásticas que cambien la historia. La división, el no ser (como un cyborg), es la imagen privilegiada de las epistemologías feministas del conocimiento científico. La “división”, en este contexto, debería tratar de multiplicidades heterogéneas que son simultáneamente necesarias e incapaces de ser apiñadas en niveles isomórficos de listas acumulativas. Esta geometría se encuentra dentro y entre los sujetos. La topografía de la subjetividad es multidimensional, y también la visión. El yo que conoce es parcial en todas sus facetas, nunca terminado, total, no se encuentra simplemente ahí y en estado original. Está siempre construido y remendado de manera imperfecta y, por lo tanto, es capaz de unirse a otro, de ver junto al otro sin pretender ser el otro. Esta es la promesa de la objetividad: un conocedor científico busca la posición del sujeto no de la identidad, sino de la objetividad, es decir, de la conexión parcial. No hay manera de “estar” simultáneamente en todas, o totalmente en algunas de las posiciones privilegiadas (subyugadas) estructuradas por el género, la raza, la nación y la clase. Y esta es solo una corta lista de posiciones críticas. (Haraway, 1995a, pp. 331-332)
Finalmente, como lo he venido expresando, con este trabajo quiero problematizar la construcción de memoria en el proceso especial de justicia y paz, desde la identificación con los “otros”, las víctimas, y aún mejor, seres humanos a quienes se les han vulnerado sus derechos, partiendo también de la creencia en la construcción de memorias, no en su re-construcción, por la imposibilidad de hacerlo. Esta es, además, una invitación para hacer investigaciones interdisciplinares a través de las cuales podamos tener una visión más compleja de nuestras realidades1.
_________
1.El cierre de la investigación se realizó en noviembre del 2014, y se actualizó en julio del 2018.
Capítulo 1. La historia del tiempo presente en la historia del derecho
Este primer apartado tiene como finalidad presentar la historia del tiempo presente, que lleva algunos años intentando consolidarse y ser reconocida como una subdisciplina de la historia, en cuyo interior se pueden incluir algunos estudios jurídicos de investigadores preocupados e inquietos por la comprensión de pasados recientes, frente a la necesidad de comprenderse a sí mismos y las realidades en sus sociedades. Para profundizar un poco en esta subdisciplina, presentaré sus características generales, de la mano con los debates y críticas que ha suscitado, sobre todo entre los historiadores tradicionales defensores de los documentos como fuente principal de la historia; la necesidad de la objetividad del investigador, determinada por la distancia del tiempo que debe haber entre el historiador y el tema que aborda, así como la discusión que rodea la relación memoria-historia. De igual manera, buscaré adentrarme en uno de los temas de mayor interés en las últimas décadas, enfocados hacia los pasados recientes traumáticos, con la esperanza de que, al finalizar el capítulo, el lector identifique este trabajo como un estudio dentro de la rama histórico-jurídica de la historia del tiempo reciente colombiano.
1.1. La historia del tiempo presente como una forma de hacer historia del derecho
La historia, en términos generales, puede ser entendida como una disciplina del conocimiento que tiene por objeto estudiar acontecimientos pasados y narrarlos (Carr, 1984). El historiador cubano Gregorio Delgado García (2010), la destaca como “una de las ramas más importantes del conocimiento humano”, por ser la “base fundamental de la cultura de todo profesional, no importa cuál sea su especialidad y, sobre todo, fuente imprescindible para la formación ideológica de los ciudadanos de cada país”, ya que es inconcebible que un miembro de una comunidad social desconozca su historia y sus raíces, porque a partir de ellas es que puede “comprender el presente