Saber estar en las organizaciones. Claudia Liliana Perlo

Saber estar en las organizaciones - Claudia Liliana Perlo


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desapercibido orden implícito; donde lo aún no desplegado le brinda infinitas posibilidades para transformarse y transformar la realidad en la que vive, a partir del menú que le ofrece la realidad multidimensional.

      Sistemas, flujos e irreversibilidad

      Así como Bohm (1988) ha puesto énfasis en un universo en despliegue, Prigogine (1974) hace su principal aporte, poniendo el acento en un mundo irreversible, donde el caos no es otra cosa que un nuevo orden que responde a sistemas alejados del equilibrio, caracterizados por la entropía. Ambos científicos convergen en “el ser como devenir”. Expandiendo la termodinámica clásica, que le valió el Premio Nobel (1977), Prigogine estudió los procesos irreversibles de los sistemas, entendiendo que éstos sólo pueden ser comprendidos en relación a su entorno. Concibe una teoría de estructuras disipativas, la que considera un nuevo estado de la materia. Sostiene que el universo “no está constituido de abajo hacia arriba, sino que es una telaraña de niveles y leyes divergentes” (Briggs y Peat, 1998:186), donde todo atañe a todo. La vida son sistemas abiertos fluidos y estables a la vez. Cambio, fluctuaciones, orden, desorden son propiedades de estos sistemas alejados del equilibrio.

      Prigogine (1974) físico y químico sistémico, nos ofrece valiosos conceptos que nos permiten comprender más profundamente los fenómenos sociales tales como la entropía, las estructuras disipativas, la ruptura de la simetría y la irreversibilidad del tiempo.

      Todo es causado y causante

      Estamos ante la presencia de un pensamiento sistémico, holístico, ecológico y complejo. Edgar Morín (1980), sociólogo francés, considerado el principal referente del pensamiento de la complejidad señala que “esta es la forma de pensar por la cual el pensamiento toma conciencia y desarrolla lo que no ha dejado de ser nunca: una aventura en la nebulosa del desconocimiento”. (Grinberg, 2002:26).

      A través del Complexus, el tejido junto, Morín (2001) se alía a una misión común con Blaise Pascal, quien hace tres siglos expresaba, que todo es causado y causante, todo está unido por un vínculo natural, por lo tanto, es imposible conocer las partes sin conocer el todo y también conocer el todo sin conocer las partes. Se trata pues de un conocimiento en movimiento, que fluye de un punto a otro, yendo de las partes al todo y del todo a las partes.

      Autopoiésis: La capacidad para crearse a sí mismo

      Autopoiésis, un concepto sumamente fecundo acuñado por dos grandes biólogos, Maturana y Varela (1984). Con esta noción propusieron, que la característica definitiva de los seres vivos era su capacidad para crearse a sí mismos. El ser vivo y el medio forman una unidad, sólo discernible para un observador. La cognición explicada como un fenómeno biológico busca terminar con la creencia de que existe un conocimiento objetivo. Convergente con los conceptos que venimos desarrollando señalan que no hay verdades absolutas. Esta concepción sostiene que lo central para el entendimiento humano es la autonomía operacional del ser vivo individual. Estas investigaciones posibilitaron comprender la dimensión de conocimiento en la cual surge y existe la autoconciencia. Los seres vivos son unidades autónomas. Esta autonomía implica la capacidad de especificar su propia legalidad, es decir lo que es propio de él. Su único producto es sí mismo, donde no hay separación entre producto y productor. El ser vivo y el medio forman una unidad, sólo discernible para un observador.

      A partir de todo lo desarrollado entendemos que la realidad se construye y que por lo que está visto, somos artesanos en ella. El conocimiento, está en la mente de las personas, y parece ser que el sujeto cognoscente no tiene otra alternativa que construir lo que él o ella conoce sobre la base de su propia experiencia. El conocimiento entonces es construido a partir de las experiencias individuales. Todos los tipos de experiencia son esencialmente subjetivos. Watzlawick (1988) expresa radicalmente que el individuo hace su propio mundo. La perspectiva constructivista, gestada por Jean Piaget (1896-1980) desde la psicología del aprendizaje, fue abonada por Heinz von Foerster (1961) desde el sistema nervioso. Numerosos científicos contribuyeron a este corpus teórico, que se transformó en radical, a través de Gregory Bateson (1904-1980), maestro de quien se nutrieron Humberto Maturana y Francisco Varela.

      Del observador-intérprete al partícipe-artesano

      Los desarrollos científicos del siglo XX, ante nuestros ojos estupefactos nos ofrecen los siguientes aportes. El mundo no existe independientemente de nuestra experiencia. Nada existe sin nuestra participación. Ya que la materia no es fundamental, todas las realidades existen simultáneamente, nuestra mirada determina una. Eso significa que afectamos la realidad que vemos, es la conciencia la que elige determinando. En el nivel fundamental de conciencia somos uno.

      La vida es una trama, en la cual nosotros, como todos los seres vivos, somos hebras interconectadas. No existen jerarquías en esta red, solo diferentes capas de complejidad, redes que anidan dentro de redes.

      Cada causa, es causa de todo lo demás. El azar y el caos son otro tipo de orden. La mutabilidad, la acausalidad y la sincronicidad son principios de la naturaleza. La parte puede considerarse como una abstracción relativa de la totalidad. Por lo tanto, podríamos decir que no existen partes, sino subtotalidades.

      Finalmente, la exacerbación de las partes, “subtotales” y el énfasis en el yo circunscripto, nos ha impedido percibir la totalidad, como parte de nosotros mismos, comprendiendo que somos para sí, a la vez que somos para otros (Cohen, 2005). Necesitamos dejar de ver las experiencias encerrados en el laboratorio o el aula o como señala Peat (1988), sentados con el control remoto en el mullido sillón, para ser partícipes espontáneos, conscientes y comprometidos del universo, vivenciando las sensaciones, emociones e incluso las teorías que sobre el mundo esbozamos.

      Esta cosmovisión multidimensional e indisciplinaria de la realidad es la que orienta la perspectiva educativa biocéntrica en torno a la cual se mueve y organiza esta obra.

      1. Este texto constituye una síntesis de un trabajo más amplio, publicado por la misma autora en el libro Perlo, C. (2014). Hacer ciencia en el siglo XXI, Despertar del sueño de la razón. Editorial La Hendija.

      2. Citado por Peat, (2007).

      Costa, L.

      Proponemos a partir de aquí el enfoque de las formas, la Gestalt, como un importante sustento filosófico y base psicológica orientadora de nuestra tarea. Tal perspectiva nutricia, invita al encuentro del ser humano con su potencial, pone en el centro la percepción y el proceso a atravesar para concluir formas. De este modo se atiende a la exploración de las fronteras de contacto, desordenando lo ritualmente conformado, para desplegar otro orden en la construcción de un saber cómo. En este flujo se cultivan posibilidades donde las personas, los grupos, las organizaciones y las comunidades crecen desde el apoyo externo al autoapoyo, para configurar una posición vivencial fenomenológica, enriquecida por una creativa forma de registrar diferentes dimensiones del mundo. En consecuencia, es preciso estar atentos, “awareness” para crear y habitar nuevos territorios


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