La música de lalengua. Ruth Gorenberg
de la angustia que “no es sin objeto”. De tal modo, el objeto a se articulará a la “descomposición del nivel especular”, indicándose su función en relación a la falta, tema que ilustraremos a partir de la referencia a Margaret Little en el Seminario 10.
Confrontar la idea de padre como causa sui, nos permitirá considerar la noción de causa, lo que nos conduce a captar esa suerte de “homenaje – elogio del padre” que resuena en los últimos párrafos del Seminario 10, indicando algo de lo concerniente a la función misma del analista en tanto puede hacerse causa de deseo: “reintegrar el deseo a su causa”.
Observaremos asimismo que, para arribar al objerto a, será necesario previamente detenerse en la noción de “la Cosa” (das Ding). Asimismo, la alef cantoriana será destacada en cuanto al esfuerzo de Lacan de fundamentar el pasaje del concepto al matema.
En el cuarto capítulo, consideraremos a la voz más allá de las teorías de la comunicación, subrayando el carácter que
Lacan, en su Seminario 10, destaca: el de ser ante todo una voz “interrumpida”. Así, referiremos a la complejidad en las relaciones de S con A, en tanto el lenguaje existe en lo real con sus propias reglas.
Por ello, el “monólogo primordial” de los niños pequeños y las “ecolalias” de Heller Roazen ilustrarán la pasividad del sujeto frente a la “fonetización” del Otro (Bassols, 2014).
En tal sentido, será oportuno aludir a lo planteado por Lacan en su “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”, en tanto implicará referir a la noción de lalangue: significante encarnado en el lenguaje.
El oído como resonador que “resuena en el vacío del Otro” en sentido metafórico, aludirá a la estructura del Otro en tanto le corresponde alojar cierto vacío a la hora de la constitución subjetiva, operación cuya falla evidencia la experiencia clínica de la psicosis a través de las alucinaciones auditivas.
Ahora bien, la función de los ritos en el duelo permitirá examinar la función del “objeto en el deseo”, que a su vez anticipa al objeto causa. Asimismo, el estudio de los ritos, en tanto el trabajo de duelo pone en juego a lo simbólico frente a la muerte como “agujero en lo real”, nos permitirá captar el estatuto de esas voces inmateriales en lo sonoro presentes en la psicosis. Será tiempo de referir, entonces, a la función indicativa de la angustia que, al modo del objeto a, hace aparecer “lo que no engaña” indicando lo real mismo.
En tal sentido, en el capítulo quinto, respecto de la voz del objeto a, ilustraremos la falla en la operación de “extracción del objeto”, mediante el caso Isabella comentado en el Seminario 10. Nos referiremos, también, a la relación descrita por Schreber en sus memorias respecto de la función del sonido de su piano, como así también a la descripción de Cramer de las alucinaciones en sordomudos enfermos mentales.
Mencionaremos algunos aspectos del recorrido de Lacan a lo largo del cual abrevó en referentes de la psiquiatría, señalando en Esquirol la diferenciación entre ilusión y alucinación, como así también en Falret, su definición de la alucinación como percepción sin objeto. También contemplaremos el aporte de Baillarger, en su propuesta de las alucinaciones psíquicas, que enlaza lo oído con el pensamiento, y el aporte de Séglas, en el sentido de su observación de movimientos fonatorios en las alucinaciones motrices verbales.
Destacaremos las formulaciones de Lacan acerca de la alucinación, al afirmar que el perceptum tiene la estructura
del lenguaje en tanto incluye a la palabra y, en tal sentido,
el percipiens es dividido por el significante y su ley, siendo la represión su condición. Asimismo, el “Síndrome de pasividad” descripto por Clérambault, será un fundamento clave para Lacan en cuanto a la pasividad del sujeto ante el significante.
El último capítulo ilustrará, mediante ciertos fragmentos de testimonios del pase, las incidencias clínicas del objeto voz, y la función del analista en tanto “soporte del discurso analítico”.
Por ello, en el Testimonio 1 el síntoma será el mutismo y un “no saber dónde meterse” al servicio de un fantasma de “captación del Otro”, siendo el “callarse” su modo de consistirlo. Sobre el final de la experiencia analítica, podrá aislarse la dimensión de resto de su voz en dos vertientes: la voz dulce y la voz “vozarrón” del superyó, lo que habilitará libidinalmente para operar con ese resto según su deseo de trabajar para la causa analítica.
En tanto, en el Testimonio 2, el aislamiento del objeto voz será nombrado como “quedar a solas con la nana”, cuya musicalidad vela para la sujeto el fantasma de “un sentimiento trágico de la vida” de contenido superyoico.
En el Testimonio 3, se ilustrará, vía el análisis, el pasaje desde un momento inicial en el que el sujeto quedaba preso de las distintas formas sonoras en que el Otro se presentaba adjudicándoles un sentido fantasmático, hacia su posibilidad de habitar un silencio que se torna operativo en su praxis como analista lacaniano.
El Testimonio 4 permitirá aislar la dimensión de goce que habita en su posición de estar dedicado a la voz del Otro que amenaza con hablar, sobre el trasfondo de la figura perversa del Padre.
Finalmente, en el Testimonio 5, se mostrará el pasaje desde una sumisión a “el grito del loco” en su sesgo superyoico, hacia la localización, a partir de las intervenciones del analista, del objeto voz como objeto a, que evoca la voz del padre. Esta localización abre las puertas a una diferente versión del padre ligada a lo más vital en su deseo.
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