En busca de Julián Carrillo y el Sonido 13. Alejandro L. Madrid

En busca de Julián Carrillo y el Sonido 13 - Alejandro L. Madrid


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sexteto y sus primeras dos sinfonías (ver capítulos II y VI. A su regreso a México, Carrillo se abocó a la composición de la Misa de Santa Catarina (1912), obra a gran escala, la cual marcaría un hito en su carrera compositiva de casi cinco años. Después del golpe militar en contra del presidente Francisco I. Madero del 13 de febrero de 1913 (la llamada Decena Trágica), el nuevo gobierno encabezado por Victoriano Huerta designó a Carrillo como director del Conservatorio Nacional. Sin embargo, la creciente oposición hacia el régimen antidemocrático del usurpador Huerta significó la falta de apoyo del proyecto de Carrillo de modificar el plan de estudios de la escuela. Una vez derrocado Huerta de la presidencia en 1914, Carrillo tuvo que renunciar a la dirección del conservatorio y eventualmente dejar el país en una especie de auto exilio. Él y su familia se mudaron a la ciudad de Nueva York en diciembre de ese año, y fue allí donde Carrillo organizó una orquesta con el ideal casi “proto-panamericano” de interpretar exclusivamente música de compositores americanos15. La American Symphony Orchestra interpretó su primer y último concierto el 6 de enero de 1915, apenas semanas después del arribo de Carrillo a la ciudad16. Aunque el mexicano tenía grandes planes para él y la orquesta, su inhabilidad para encontrar apoyo financiero lo obligó a abandonarlos. Carrillo también tuvo dificultades para asegurarse trabajo como violinista y profesor de música, una situación que fue lastimando lentamente la economía familiar y lo forzó, eventualmente, a volver a la Ciudad de México en 1918. De regreso en México aceptó la dirección de la Orquesta Sinfónica Nacional (hasta 1924), y en 1920 asumió nuevamente la dirección del Conservatorio Nacional (hasta 1923).

      Entre 1913 y 1918, Carillo pasó la mayor parte de su tiempo lidiando con tareas administrativas, navegando un territorio minado políticamente, tratando de vivir como director de orquesta en Nueva York, y preparando la publicación de varios de sus libros: Pláticas Musicales (1913), Tratado sintético de contrapunto (1914), Tratado sintético de harmonía [sic] (1915) y Tratado sintético de instrumentación para orquesta y banda militar (1916). Fue solo a su regreso a México que de nuevo tuvo tiempo para dedicarse a la composición, lo que lo llevó a escribir su Misa del Sagrado Corazón en 1918, varias obras de cámara en 1920 y su tercera ópera, Xulitl, en 1921.

      En 1923 Carrillo publicó el artículo “Teoría del Sonido 13”. Esta es la primera exposición pública de sus ideas acerca de la música microtonal, las cuales articuló en un sistema al que llamó Sonido 13 –no haciendo particularmente referencia a un sonido específico de la escala cromática de doce sonidos centrales al sistema musical occidental, sino más bien como metáfora de la subdivisión del intervalo básico de semitonos de este sistema; esta subdivisión implicó escalas con más de las doce alturas de la escala cromática, y de allí el nombre metafórico de Sonido 13–. Una traducción al inglés de este ensayo también apareció ese mismo año en la revista norteamericana Musical Advance, y fue republicado en el diario mexicano El Universal el 17 de septiembre de 1924. Esta última versión del artículo en el diario apareció en el medio de un acalorado debate público entre Carrillo y un grupo antagónico de músicos e intelectuales (Grupo de los 9) que cuestionaban sus ideas y que lo desafiaron a ofrecer un ejemplo práctico de ellas (ver Capítulo V). Como resultado, Carrillo compuso Preludio a Colón (1924) para soprano y orquesta de cámara (ver Capítulo IV). La obra fue estrenada en un concierto organizado por el diario El Universal el 15 de febrero de 1925 en el que Carrillo y un grupo de fieles estudiantes del Conservatorio Nacional presentaron por primera vez un concierto de música basada enteramente en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono. Para hacer una realidad los intervalos microtonales de los que hablaba, Carrillo solicitó la construcción de instrumentos nuevos, incluyendo una guitarra de trastes en cuartos de tono y un arpa-cítara afinada en dieciseisavos de tono. El concierto presentó música compuesta por algunos estudiantes de Carrillo en el Conservatorio Nacional, Rafael Adame, Elvira Larios y Soledad Padilla, así como sus obras propias, entre ellas el Preludio a Colón. En 1925 Carrillo y su grupo de músicos, al que llamó Grupo 13, realizaron una gira por la provincia mexicana en la que ofrecieron conciertos de música microtonal y conferencias para promover sus ideas17. Luego, ese mismo año, Carrillo decidió mudarse nuevamente con su familia a Nueva York, lugar cuya vibrante vida musical, pensó el compositor, sería ideal para promover lo que, en sintonía con la retórica del nuevo régimen revolucionario mexicano, determinó en llamar su Revolución del Sonido 13.

      La publicación de sus teorías en la revista Musical Advance generó cierto interés por la música microtonal de Carrillo en la ciudad de Nueva York. Consecuentemente, unos meses después de la llegada del compositor en enero de 1926, la Liga de Compositores (League of Composers) lo invitó a presentar una de sus obras, en un concierto que incluiría el estreno de Saturday’s Child: An Episode of Color (1926) de Emerson Whithorne, y el estreno norteamericano del Quinteto op. 26 de Arnold Schoenberg, su segunda obra dodecafónica. Para la ocasión Carrillo compuso una pieza de cámara titulada Sonata casi fantasía (1926). El primer movimiento fue estrenado en ese concierto el 13 de marzo de 1926. Tiempo después del evento, el reconocido director de orquesta Leopold Stokowski le pidió a Carrillo que organizara una velada privada para que él pudiera escuchar esa pieza. Después de esta audición el director le pidió a Carrillo que compusiera una obra para conjunto microtonal y acompañamiento orquestal en temperamento igual para ser interpretada en uno de los conciertos de la Philadelphia Symphony Orchestra durante la temporada de 1927. Carrillo transformó los primeros dos movimientos de su Sonata casi fantasía en una obra concertante para conjunto de cámara microtonal y orquesta estándar, y lo tituló Concertino (1927). La pieza fue estrenada por la Philadelphia Symphony Orchestra bajo la batuta de Stokowski en la Music Academy de Filadelfia el 4 de marzo de 1927, y ejecutada nuevamente tres días después en el Carnegie Hall de Nueva York. Más allá del apoyo de Stokowski y este éxito temprano, el sueño de Carrillo de generar un prolongado interés en sus ideas microtonales nunca se materializó. Es interesante resaltar que a comienzos de 1930, Ángel Reyes y el Grupo 13 de la Habana, el primer grupo fundado fuera de México para promover las ideas de Carrillo, dieron en Nueva York una serie de conciertos públicos y privados18. El grupo presentó obras microtonales de Reyes y de Carrillo, incluyendo el Preludio a Colón, el cual fue grabado por primera vez por el grupo de Reyes ese año para la compañía discográfica Columbia (Columbia Phonograph Company)19. Sin embargo, ese mismo año, debido a su precaria situación económica, Carrillo y su familia se mudaron nuevamente a Ciudad de México.

      La década de 1930 fue de exploración musical y técnica para Carrillo. La mayor parte de sus composiciones de esos años muestran a un compositor tratando de investigar las posibilidades técnicas de sus instrumentos microtonales, intentando mejorar la teorización y sistematización de sus ideas microtonales, luchando por desarrollar un estilo musical fuerte y definido dentro del nuevo lenguaje microtonal; o experimentando con escalas no tonales en un intento por desarrollar un marco armónico más coherente para el uso de microtonos (ver Capítulo VI). Más aun, también en esa década, Carrillo comenzó a interesarse por la idea de construir una serie de quince pianos afinados a diferentes intervalos, desde tonos enteros hasta dieciseisavos de tono. Esta idea llevaría muchos años en materializarse; el primer piano de la serie, un instrumento en tercios de tono fue construido por Federico Buschman y presentado en la Ciudad de México el 29 de septiembre de 1949. La serie completa de lo que se conoce como los Pianos Carrillo –también llamados “pianos metamorfoseadores”– fue producida por Carl Sauter, una empresa fabricante de pianos alemana, y recién estuvieron listos en 1958 para ser presentados en la Feria Mundial de Bruselas (ver Capítulo VIII). Al finalizar la exposición, ese mismo año, Carrillo ofreció un concierto en Bruselas que incluyó su Concertino (1945) para cello en cuartos, octavos y dieciseisavos de tono y orquesta, así como su Concertino (1958) para piano en tercios de tono y orquesta, el cual fue estrenado en esa ocasión con su hija, Dolores Carrillo, al piano.

      A comienzos de 1951, Carrillo reavivó su colaboración con Leopold Stokowski, quien el 30 de noviembre estrenó Horizontes (1951), un poema sinfónico para violín y cello en cuartos y octavos de tono, arpa-cítara en dieciseisavos de tono y orquesta con la Pittsburgh Symphony Orchestra. Carrillo le propuso a Stokowski hacer el estreno norteamericano de su Concertino para cello y orquesta, sin embargo Stokowski, en ese entonces involucrado con la Contemporary Music Society de Houston, respondió que para la serie de conciertos de la sociedad necesitaba una obra para un ensamble más pequeño20.


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