El uso del color en los videojuegos. Emiliano Labrador
que llevarán la información recibida hasta el cerebro, que interpretará la información.
La retina contiene dos tipos de células fotosensibles, los conos y los bastones, cada uno de ellos con una función específica. Los conos y bastones no se hallan uniformemente repartidos por la retina. En la retina central, también llamada fóvea, se encuentra una concentración casi total de conos. Alrededor, en la retina intermedia, hay una concentración más o menos igual de conos y bastones. En la retina periférica hay una concentración casi total de bastones.
Cada ojo tiene aproximadamente 120 millones de bastones. Son células alargadas sensibles a las amplitudes pequeñas de la luz, es decir, son las encargadas de que llegue información al cerebro cuando las condiciones de luz son bajas, como en la noche o en lugares oscuros. Tienen una proteína llamada rodopsina, que les permite captar las longitudes de onda alrededor de los 500 nanómetros, es decir, los tonos verde azulados, aunque su labor es percibir el blanco, el negro y los tonos de gris. Al ser las células responsables de la visión periférica, en esta parte del ojo apenas se perciben colores, sino prácticamente solo tonos de gris.
Los conos son células con forma ligeramente cónica y mucho menos numerosos, unos 6 millones. Los hay de tres tipos, cada uno de ellos especializado en la recepción de una longitud de onda. Los conos L pueden percibir las longitudes de onda largas, de unos 700 nm, el color rojo, gracias al fotopigmento eritropsina. Los conos M perciben las longitudes de onda medias, de unos 530 nm, el color verde, gracias al fotopigmento cloropsina. Finalmente el tercer tipo de cono puede percibir las longitudes de onda pequeñas, de 430 nm, es decir el color azul, gracias al fotopigmento cianopsina. El ojo humano, en definitiva, solo percibe tres colores estructurales a nivel fisiológico. El resto de los millones de colores que puede percibir son colores compuestos por la suma de las diferentes proporciones de longitudes de onda que recibe cada tipo de cono y se forman en el cerebro, a nivel psicológico. Se da una mayor concentración de conos en el centro de la retina, por lo que la percepción del color es más intensa en la visión frontal que en la periférica. Los colores de los objetos que se visualizan en los extremos de la visión son más tenues y difusos. La concentración de conos en la fóvea hace que en la visión frontal se perciban todos los colores, incluyendo los grises. La concentración de conos en la retina intermedia, hace que en esta zona se puedan percibir azules y amarillos y sus derivados con claridad, pero no los demás colores. También se perciben los grises.
Cada cono está recubierto de un tipo diferente de rodopsina. La rodopsina se destruye al entrar en contacto con la luz que tiene una determinada longitud de onda. La rodopsina se vuelve a generar muy rápidamente, por lo que podemos percibir cambios de color de forma inmediata, sin ser conscientes de este proceso. La percepción del color en el ojo es, pues, un proceso físico-químico. El proceso de destrucción/regeneración de la rodopsina es rápido pero no instantáneo. Esto da lugar a procesos como la persistencia retiniana, colores que se mantienen durante un instante en la retina, lo que permite efectos como la percepción de la imagen en movimiento, típica del cine o la televisión. La observación de un color durante un periodo de tiempo prolongado da lugar a ilusiones ópticas. La mirada nunca es fija, sino que el ojo está saltando constantemente de un lugar a otro. Cuando forzamos al ojo a mirar fijamente a un color, la rodopsina es destruida por un tiempo más largo del habitual, lo que da lugar a un fenómeno de cansancio de los conos implicados. De este modo, dejan de percibir el color que les llega, enviando al cerebro la señal de que están percibiendo su complementario.
Otra ilusión óptica se da cuando, además de observar atentamente una escena, hay un gran detalle y está compuesta por colores complementarios. El fenómeno del agotamiento de los conos se realiza en las dos direcciones, dejando de ver un color para enviar al cerebro la señal de su complementario en los dos (o más) colores que se muestran en la escena, creando una falsa sensación de movimiento.
Si se observa atentamente durante unos 20 segundos el círculo azul, y después se centra la mirada en la cruz central, el cerebro interpretará que se está mirando a un círculo amarillo (el complementario del azul). El mismo proceso, pero a la inversa, ocurrirá si observamos atentamente el círculo amarillo
Las ilusiones ópticas que implican sensación de movimiento están compuestas por colores complementarios
Este tipo de efectos, que en la vida diaria son anecdóticos y difíciles de ver salvo en publicidad o en diseño editorial, pueden resultar un problema en videojuegos, donde los jugadores pasan mucho tiempo mirando una escena en un espacio relativamente pequeño o mirando fijamente a un personaje que se desplaza por la pantalla.
Cerebro
Los procesos psicológicos que llevan a la percepción del color son hoy en día bastante desconocidos, aunque se están realizando avances significativos en este ámbito. No obstante, dado que la información que se encuentra en revistas especializadas es de carácter científico, escapa al alcance de este libro, por lo que no se profundizará en este aspecto.
Si se mira fijo a Pikachu durante demasiado tiempo, se acabarán viendo pikachus azules flotando delante de nuestra mirada durante unos instantes. Pokemon: Let’s go Pikachu!/Let’s go Eevee! (2018). Copyright Nintendo
1.2 Clasificación
Mezcla aditiva
Se produce cuando dos o más longitudes de onda interaccionan, sumándose. Para crear luz blanca, no hace falta mezclar todos los colores. La luz blanca se puede crear a partir de tres colores básicos del sistema CIE, que son el rojo (700 nm), el verde (546,1 nm) y el azul (435,8 nm). Se les llama colores primarios aditivos. Los colores primarios aditivos son aquellos que no pueden ser creados a partir de la mezcla de otras longitudes de onda y que juntos dan la luz blanca.
Los colores primarios aditivos, al mezclarse dos a dos, crean los colores secundarios, que son:
Rojo + verde = amarillo
Verde + azul = cian
Azul + rojo = magenta
Cuando un primario se mezcla con otro primario, aunque la proporción de uno y otro sea muy desigual, es decir, aunque haya una gran cantidad de uno y muy poca del otro, ya es un color secundario. Por ejemplo, si a una gran cantidad de azul se le añade una pequeña parte de amarillo, se convierte en verde. Es un verde muy azulado, y se le podrá dar diversos nombres según la industria (textil, editorial, etc.) donde se aplique, pero al no ser un azul puro, a todos los efectos es verde.
Hay dos tipos de mezcla aditiva:
Mezcla aditiva simultánea. Esta es la mezcla que se da cuando dos o más fuentes luminosas que están en el mismo momento y lugar se mezclan, sumando sus longitudes de onda. Es el ejemplo de uso de focos de colores en teatro o cine, y en general la que se produce al usar fuentes de luz coloreadas. Así, si se proyecta una luz roja sobre un plano blanco y al mismo tiempo una luz verde sobre ese mismo plano, se obtendrá una luz amarilla. La cantidad de luz que llega al ojo es la suma de las fuentes que la producen.
Mezcla aditiva sucesiva. Es la mezcla que se produce cuando un objeto (una peonza, un disco, etc.) contiene más de un color y gira a una cierta velocidad. Si gira despacio, primero llega un color al ojo, y luego el otro, percibiéndose ambos. Si gira más deprisa, la sensación de un color llegará antes de que se borre la sensación del anterior, por lo que se superponen y se perciben ambos, dada la persistencia retiniana. Si hacemos rodar una peonza que tenga cada mitad pintada como en el ejemplo anterior, obtendremos el mismo resultado. La cantidad de luz que llega al ojo es la media de las fuentes que la producen.