La fee triunfante en quatro autos: Celebrados en Mallorca por el Santo Oficio de la Inquisición. Garau Francisco
veinte mil. Cada día experimentamos continuado en nuestros Monarcas este católico celo, y cuando el infalible testimonio de las Escrituras Sagradas convencen su rebeldía, ni los castigos bastan para derribar su protervia, Pertinax genus hominum in sua perfidia. Efectos deben ser de odio o suma ignorancia en los rabinos, o bien de olvido con la obstinación en todos: uno y otro espero cesarán a la luz de esta narración cuyo fruto tuviera cierto si hubiera podido manifestarse tiempo antes de los Autos, pues, como dijo, aunque a otro asunto, un Poeta.[N]
Non tot enim viri feminæ que jacerent |
Pagina si prius luce potita foret. |
Pero servirá para desengaño y aun para escarmiento en los venideros siglos, a los que hoy viven y sus descendientes, conservando por medio de esta narración la memoria del castigo de estos Autos, efecto principal de la Escritura[O] acreditando con ella el Autor la suma vigilancia y cuerda atención con que los Magníficos Jurados aplican su solicitud al desempeño de la prensa para noticiar al mundo la verdad de este suceso, en desempeño de la sincera Fe y cristiandad no segunda del Reino y sus moradores, como aconseja Casiodoro[P] Ut notum illa parte mundi faciat, ubi aliter pervenire non poterat. Cuyos motivos y no haber encontrado algo que se oponga a las Regalías de Su Magestad, grangean de justicia la licencia de la Estampa. Mallorca y Agosto 18 de 1691.
D. Diego Jerónimo Costa
Abogado Fiscal Patrimonial.
Imprimatur El Conde de Santa María de Formiguera, Lugartinente de Virrey y Capitán General de Mallorca.
PRIMER AUTO DE FE
CELEBRADO EN
MALLORCA A 7 DE MARZO
1691.
Y la razón se ha de tomar de parte de la equidad de un Dios justo y de la de nuestra miseria. Cuan rara fuera la inocencia en los hombres, si sin amargar la justicia, solo hiciera Dios ostentación de la clemencia? La muchedumbre, decía Aristóteles, más sirve a la necesidad que a la razón, más al temor de la pena que al puro amor de la honestidad virtuosa, y más al apremio que al premio: con que es preciso que para ingenios duros y abatidos se fulminen penas y establezcan tribunales de justicia que, o con el temor refrenen o bien con el castigo destruyan: Multitudo necessitati potius cuan rationi; & poenis quam honestati parit; idcirco adversus inobedientes, & hebetiores ingenio, castigationes paenas que instituere opportet; eos vero qui curari & emendari nequeunt, extrudere, & exterminare. Ultimo Etich. in fine. Porque, como decía el Crisóstomo nada así da osadía a multiplicar los delitos como la impunidad de quien peca: In augmentum fascinorum prosilitur quoties se curá impunitate peccatur. (Serm. de Absalone).
Esta necesidad lastimosa avivada de la experiencia lamentable de los tiempos, autorizó en todas las Repúblicas bien ordenadas absolutos tribunales de justicia. Ella armó de varas en haces a los Cónsules de Roma; de cetro y espada a los Reyes, y de báculo pastoral a las Mitras. Apenas consagró Cristo en Sacerdotes a sus Discípulos cuando les intimó que no había de faltar a la Iglesia su espada para cortar rebeldías: Sed nunc qui non habet, vendat tunicam suam, & emat gladium. Luc. 22. v. 36. Esta es aquella soberana Potestad y jurisdicción suprema de corregir y castigar los reos de lesa Magestad Divina en la más sagrada autoridad de su Fe. Esta la que ejerció Dios por si mismo en el mundo con el primero de los hombres para dejarla establecida, ideada y recomendada a los siglos en tan divino prototipo o ejemplar; de que latamente Paramo Lib. 1. tit. 2 de origine Inquisítionis. Esta delegó a Abraham, Moisés, Finees, David, Elías, y otros grandes hombres de la ley vieja, como prosigue el mismo autor tit. 3. De ésta se valió Cristo contra uno y otro Herodes y contra los Judíos, castigando su infidelidad con la confiscación de sus bienes, destierro perpetuo de su patria y casi de todo el orbe, desolación de sus casas y muerte violenta de innumerables protervos. Comunicola a los apóstoles, y pasó de ahí a ejercitarse en los Concilios, a continuarse en los Obispos, y por medio de la Santa Sede Apostólica se delegó absolutamente a los Inquisidores Apostólicos, a cuyo Sagrado Tribunal, al impulso de tan logradas experiencias ha ido dando la Iglesia más amplia la autoridad y más soberanas sus veces.
Y como no, sin mucha gloria de nuestra España el primer Inquisidor General fue nuestro Ilustrísimo Patriarca Santo Domingo, señalado por Inocencio III año 1216, y de aquí se fue propagando con más autoridad en estos Reinos comenzando por Cataluña y Aragón, como afirma el citado Paramo. Lib. 2. tit. 2. cap. 8. nu. I, a instancias del milagroso San Raimundo de Peñafort: así podemos decir que habiendo tenido en España su oriente llegó en ella a lograr de lleno el mediodía de su autoridad, y su gloria, desde que a ruegos de los Serenísimos Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel, El Sumo Pontífice Sixto IV el año 1483, unió en una cabeza suprema toda la autoridad, que estaba repartida en los Inquisidores particulares de estos Reinos: Formando de todos una como monarquía espiritual de la Fe, en un tribunal tan supremo, que es solo inferior al que de todo el Orbe Cristiano es soberana cabeza. Mas dígase también, que si España ha sido quien con mayor piedad, celo y constancia le ha añadido cultos de la mayor veneración, estimación y respeto, es ella también sin duda quien mejor que otro Reino