¿Depresión? No, gracias. Juan Antonio Guerrero Cañongo
o, peor aún, no conocernos a nosotros y con ello evitar a los demás. José me comentaba en una consulta:
—Me siento solo, hace unos meses tenía mucha gente a mi alrededor y todos estaban al pendiente de mí, nunca pensé sentirme así. Ahora creo que no encajo en ningún lugar, simplemente soy una persona extraña fuera de mi lugar. Constantemente me pregunto por qué soy así, ¿por qué no soy normal?
En ese entonces lo interrumpí, iniciando este diálogo:
—¿Qué significa ser normal?
—Usted sabe, que no dañe a nadie con mi manera de ser.
—¿A nadie? Creo que cada persona decide si permitir ser dañada o no, el que usted tenga la posibilidad de dañarla me parece algo absurdo.
—¿Por qué?
—Usted se da mucha importancia, es como si fuera un dios griego, haciéndole cosas a los demás… ¿Se considera Dios?
—Usted no comprende…
—Creo que al no sentirse «normal» se siente extraordinario, lo cual es significativo, mas no debería… Usted es usted, ellos son ellos1.
—Pero los lastimo…
—¿Usted siente por ellos? Me he dado cuenta de que le da mucha importancia a esos sentimientos, es más, creo que los sentimientos de usted quiere dárselos a los demás…
—Me siento solo…
—A eso me refiero, usted siente, pero no parecería que tiene miedo a sentir, es más cómodo otorgarle el poder a otro, para no afectarse a sí mismo2. ¿Por qué no empieza a hacerse responsable de sus sentimientos? No busque dárselos a los demás.
Entonces le recité la oración Gestalt:
Yo hago mis cosas y usted las suyas.
Yo no estoy en este mundo para vivir conforme a sus expectativas
ni usted está en este mundo para vivir conforme a las mías.
Yo soy yo y usted es usted.
Si alguna vez nos encontramos, será hermoso.
Si no, no lo podemos evitar.
José lloró un buen rato. Yo sólo me dediqué a observarlo, con un gesto empático; al fin de cuentas, él necesita sentir, dejar de darle a los demás sus propios sentimientos. Terminó y sonrió tristemente; entonces, le susurré algo que tal vez nunca había escuchado: «Usted no está solo, se tiene a sí mismo». Acompañando a esta frase extendí las manos y las atraje hacia mí, como indicando que parte de mí se acopla a un todo. José se sonrío y me dijo: «Siempre evité sentirme vivo, ya no quiero hacerlo». Entonces, seguí mi dialogo terapéutico. Gracias a éste logramos resultados, los mismos que puedes alcanzar cuando tengas las herramientas necesarias.
A partir de este ejemplo, debes tener en cuenta lo siguiente:
• Tú tienes muchos recursos mentales que te ayudarán a salir adelante de cualquier problema, pero tal vez no te hayas dado cuenta de ellos.
• Cada persona debe hacerse responsable de sus actos, no puedes responsabilizarte por otros.
• Lo que has experimentado es muy importante, es mejor haber tenido una experiencia que no haber tenido ninguna.
• Todo pasa por algo, sólo hay que encontrarle un sentido.
Los estados emocionales son comportamientos normales del organismo, no podemos separarnos de ellos, tienes que aprender a vivir con tus emociones, a aceptarlas y utilizarlas para tu crecimiento.
La felicidad es una reacción que precede a la satisfacción de una necesidad o a la obtención de un objetivo propuesto. Cuando se es infeliz, los sistemas del cuerpo aceleran o disminuyen su funcionamiento. La constancia de estos efectos acabaría agotando las defensas, por lo que el sistema inmune quedaría consumido.
Cuando eres feliz, los demás lo perciben. Toma en cuenta el principio psicológico llamado «efecto halo»: en resumen, este principio implica que los humanos asumen que la gente feliz está segura de sí misma, es inteligente y más digna de confianza que las personas tristes. Si eres feliz, los demás te ven como una persona exitosa, próspera y saludable. Por ello, aunque parezca absurdo, los individuos que tienden a sonreír más son percibidos como triunfadores, aunque en ese momento no lo sean.
Por otro lado, el estrés propio de nuestra vida diaria está haciendo que seamos más infelices, apáticos y con problemas de aprendizaje, esto quedó de manifiesto después de realizarse un experimento en Alemania: a varios estudiantes se les pidió que memorizaran una lista de palabras antes de dormir. A un grupo, durante el sueño, se les aplicó descargas de corriente eléctrica de muy baja intensidad, semejantes a las frecuencias que genera el cerebro mientras se duerme; al otro, se le proporcionaron descargas más intensas, parecidas a las producidas por el estrés. En el primer grupo se observó una mejora en su memoria de más del veinte por ciento, mientras que en el segundo disminuyó más del treinta por ciento. Los resultados fueron contundentes: el estrés puede causar estragos en el aprendizaje.
El estrés tiene una estrecha relación con dormir adecuadamente: al hacerlo, tienes más energía, más facilidad para aprender y te sientes saludable; si duermes mal, tu organismo no responde igual; si tienes una vida estresante, no duermes bien, lo que repercute en todo tu organismo.
Si tienes más herramientas para el cambio, tu vida será más placentera. Además, tu cerebro se ejercita con cada nuevo descubrimiento, o, mejor dicho, un nuevo camino neuronal se construye cuando aprendes algo nuevo. Si tienes múltiples caminos neuronales, tendrás más oportunidades de ser feliz, saludable y exitoso. Las personas creativas tienen millones de caminos neuronales y siguen construyendo más y más a diario. Sólo date cuenta de esto: si una idea nueva genera una conexión neuronal, ¿cuántas conexiones neuronales se crean a partir de mil ideas nuevas?
Si algo no te funciona, hazlo de otra forma. Esa experiencia nadie te la va a dar, es oro molido en tus manos, ya que le enseñaste a tu cerebro de qué forma no debe hacer las cosas. Tomás A. Edison dio una respuesta que ha sido recordada durante años cuando lo cuestionaron sobre los «fracasos» que tuvo cuando inventó la bombilla eléctrica: «No sé qué entiendes por fracaso, pero de algo sí estoy seguro y es de que en todo este tiempo aprendí que antes de pensar en dos mil fracasos he descubierto más de dos mil maneras de no hacer este filamento». Esto no es optimismo, es cambiar tus esquemas mentales para obtener lo que desees en el momento que quieras.
Y bien, si aun con estas explicaciones todavía quieres experimentar el fracaso, ya no continúes leyendo el libro, mejor sigue cualquiera de estas pautas:
• Siempre vive en el pasado.
• Recuerda lo maravillosa que fue tu vida hace años, quéjate del presente, intenta revivir viejas experiencias, date un tiempo para recordar lo bonito que fue el ayer.
• Piensa en lo maravilloso o catastrófico que será el futuro, no cambies para modificarlo, no hagas nada el día de hoy para cambiarlo.
• Continúa repitiéndote frases como: «¿Y si me quedo sin empleo?», «¿Y si tengo un accidente?», etcétera.
• Repítete lo malo que eres para una actividad y generalízalo para todos los aspectos de tu vida.
• Repítete siempre: «No puedo».
• Nunca hagas algo.
• Nunca escuches las opiniones de los demás.
• Recuerda que cada fracaso te demuestra que tienes mala suerte.
• Procura no tener amigos.
• Conviértete en el «hombre del mañana», deja todo para otro día.