Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Carlos Medina Gallego
Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. El largo camino de la lucha armada a lucha política democrática
Serie de Investigaciones Jurídico-Políticas
© Universidad Nacional de Colombia-Sede Bogotá
© Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales
© Vicedecanatura de Investigación y Extensión
© Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico Sociales Gerardo Molina, Unijus
© Carlos Medina Gallego autor, 2020
Primera edición, 2020
ISBN: 978-958-794-253-8 (papel)
ISBN: 978-958-794-255-2 (digital)
ISBN: 978-958-794-254-5 (IBD)
Dolly Montoya Castaño
Rectora Universidad Nacional de Colombia
Hernando Torres Corredor
Decano Facultad de Derecho,
Ciencias Políticas y Sociales
Alejo Vargas Velásquez
Vicedecano de Investigación y Extensión
Preparación editorial
Instituto Unidad de Investigaciones Jurídico-Sociales Gerardo Molina, Unijus
Viviana Zuluaga
Coordinadora editorial
Fabio Toro
Coordinador académico
Luis Miguel Solórzano
Asesor administrativo y financiero
Hernando Sierra
Corrector de estilo
Marco Robayo
Diagramador
Imagen de portada
Marisol Vallejo
Conversión a ePub
Mákina Editorial
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
La paz es un derecho y un deber
de obligatorio cumplimiento.
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE COLOMBIA DE 1991
Este trabajo de investigación se procesó como libro
gracias al abrigo que me ofreció la Escuela de Cultura
de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Para ellos mi especial sentimiento de gratitud.
Prólogo.
El largo camino de la lucha armada a la lucha política democrática
PABLO CATATUMBO
Tu odio, nunca será mejor que tu paz.
JORGE LUIS BORGES
La reconciliación con la sociedad colombiana es un reto político. En el caso de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc-EP) surgió de la última conferencia guerrillera, ad portas del Acuerdo especial de paz, cuando se determinó un “adiós a las armas” y a la guerra como paso trascendental al ejercicio de la política: una nueva forma de hacer la política.
La construcción de la paz debe estar arraigada en las realidades subjetivas y empíricas que determinen las necesidades y expectativas de la gente. A fin de hacer esto posible son bienvenidas todas las discusiones teóricas que sean necesarias para la comprensión de los diferentes conceptos, así como el análisis de las experiencias y las prácticas de la lucha armada, tales como las relacionadas con el poder, la participación, el Estado, la corrupción, la exclusión, la inclusión, la marginación, el terrorismo, la miseria, la pobreza, la ignorancia, los derechos, las libertades, los deberes, la dignidad humana o la desigualdad, y todos aquellos factores íntimamente relacionados con la construcción de una paz integral.
De la misma forma, en cuanto al empoderamiento pacifista inserto en el Acuerdo especial de paz como un elemento fundamental de implementación y desarrollo, es necesario señalar que aún faltan muchas contribuciones desde la academia para desestructurar el gran arsenal descriptivo, analítico y teórico del poder dominante en sus versiones clásicas de la política y la dominación social. Creo que, desde el ámbito académico, nuestro esfuerzo y nuestra experiencia histórica y política debe contribuir a la construcción de nuevas teorías, fundamentadas sobre la multidimensionalidad y la fractalidad del poder desde las configuraciones de la paz, así como del empoderamiento pacifista como estrategia de cambio y transformación social no violenta.
En razón a lo anterior, la investigación dirigida por el profesor Carlos Medina Gallego constituye un aporte muy importante a la fundamentación pedagógica, histórica, política y psicosocial sobre el pasado y el futuro de nuestra apuesta política de cambio de las estructuras excluyentes.
Nuestro país ha sido una nación debilitada y frustrada desde sus orígenes. Esto se remonta a cuando se independizó de España, que ya había arrasado con la población nativa y su cultura y nos impuso a sangre y fuego una cultura ajena de tradiciones retrógradas y ultramontanas.
Una vez se constituyó como la Gran Colombia, en la Santa Fe de Bogotá de entonces, se atentó contra la vida del libertador Simón Bolívar. En estas tierras asesinaron al Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre, cuando ya se retiraba definitivamente de la política. No le perdonaron la idea de la patria grande que compartía con Bolívar. La explicación de esta máquina violenta desatada por las élites criollas la consigna Antonio Nariño con maestría en una sentencia que escribió para la historia: “Pareciera que no quisiéramos la libertad, sino el mando”.
Las denominadas “guerras civiles” entre federalistas y centralistas en el siglo XIX, así como la confrontación liberal-conservadora a mediados del siglo XX, nos dejaron un 10 % de población desplazada y más de trescientos mil muertos, la expropiación de tierras y la primera experiencia paramilitar por parte del Estado en defensa del régimen semifeudal y excluyente. Asimismo, la confrontación armada liberal-conservadora produjo un hecho notable y de enorme significado: la guerrilla liberal de Guadalupe Salcedo (cincuenta mil hombres en armas, entre otros destacamentos armados). Esa guerrilla fue traicionada por el directorio liberal de entonces y sus jefes; quienes defendieron al pueblo liberal fueron asesinados, perseguidos y encarcelados.
Pedro Antonio Marín, convertido luego en el legendario Manuel Marulanda Vélez, se inició como guerrillero liberal. Él, su familia, sus vecinos, compañeros y amigos fueron víctimas de esa guerra. A cambio, los guerrilleros de esa época fueron traicionados y asesinados. Por esta razón se asentó en Marquetalia, región del departamento del Tolima, y allí se inició lo que a la postre va a configurar la parte más importante de la historia de un conflicto armado de más de cincuenta años; allí lo alcanzó la nueva cruzada anticomunista, tal como lo describe de manera magistral Pedro Claver Téllez en Punto de quiebre.
Es necesario señalar que en este punto surge una notable discrepancia histórica con la investigación de la Universidad Nacional de Colombia, realizada bajo la coordinación del profesor Carlos Medina, pues en el texto se asegura que el origen de las Farc fue el Partido Comunista y que estas se convirtieron en “su brazo armado”. El cruce de caminos entre las Farc y el PCC tiene una complejidad mucho mayor que la de las teorías clásicas del marxismo-leninismo de la primera mitad del siglo XX, y solo puede comprenderse si se concibe el surgimiento autónomo de la autodefensa campesina del sur del Tolima como un hecho de resistencia y contestación ante la violencia