A todo ritmo. Jessa James

A todo ritmo - Jessa James


Скачать книгу
amigo de la infancia abrió la puerta y solo necesitó mirarla a la cara antes de abrazarla.

      “¿Mamá o Bryan?” preguntó Josh mientras su cara estaba en su pecho.

      “Bryan”, logró decir ella, las lágrimas caían rápido por su cara y estaban mojando su camiseta verde oscuro.

      Serena no estaba segura cuánto tiempo estuvo ahí, llorando de forma patética en su pecho con la puerta abierta, pero eventualmente la llevó a su apartamento y cerró la puerta con una patada mientras la llevaba hacia la cocina.

      “¿Qué demonios te hizo ese imbécil? Si te lastimó, Serena…” comenzó a decir Josh, sus ojos oscuros estaban iracundos y su largo cabello castaño caía sobre su cara. “No, no, no es nada de eso. Al menos no fue algo físico”, dijo Serena. Serena se dejó caer en uno de los asientos en el mostrador de la cocina. “Yo quería sorprenderlo después de la cena de caridad. Bryan me dijo que tendría que trabajar hasta tarde y no podría llegar. Así que yo pensé que sería una bonita sorpresa si le cocinaba la cena para cuando llegara a casa. Solo que”, ella se secó los ojos y respiró hondo algunas veces antes de continuar, “él ya estaba en casa. Y no estaba solo.”

      Serena había sido amiga de Josh desde que su familia se había mudado al lado de la de ella cuando ella tenía siete y Josh ocho años. Serena no necesitó decir nada más para que Josh avanzara y la abrazara otra vez. Josh pasó su mano por su cabello para calmarla mientras permitía que llorara. Josh susurró lo que ella asumió que eran palabras de alivio, aunque no podía escucharlas debido a sus sollozos.

      Serena era horrible llorando y siempre lo había sido. Como resultado, ella detestaba llorar en frente de las personas, pero Josh la conocía hace tanto tiempo que eso ya no importaba. Además, no era como si pudiera detenerse.

      Se quedaron así por un rato, con Josh acariciando su espalda hasta que las lágrimas se detuvieron y solo la dejó ir una vez que se quedó en silencio. Josh se volteó para encender la tetera antes de susurrarse, “No, algo más fuerte”, a sí mismo, luego apagó la tetera. Josh abrió el refrigerador y sacó una botella de vino.

      Para la mayoría de las personas, el vino probablemente no es considerado como “algo más fuerte”, pensó Serena. Pero Serena no era una buena bebedora, así que el vino era suficientemente fuerte para ella. Si hubiera sido Katie, su hermana, o Mary, su mejor amiga, una botella de vodka hubiera sido más apropiada. Quizás incluso más de una.

      Josh abrió la botella y sirvió dos copas enormes antes de regresar lo poco que quedaba en la botella al refrigerador. Él se quedó en silencio, esperando que ella hablara, sabiendo que sus pensamientos estaban enredados y que necesitaría tiempo para procesarlo antes de contarle el resto de la historia. Así que solo se sentaron, bebieron su vino en un silencio cómodo que solo podría haber nacido después de años de amistad. Luego Serena comenzó a hablar.

      “Soy una idiota. Por supuesto que nunca iba a ser suficiente para Bryan. ¿Cómo diablos me hice creer que un tipo como ese sería feliz con una chica como yo para siempre? Deberías haber visto a la otra mujer, Josh. No me podría comparar nunca con una mujer así.”

      Josh permaneció en silencio, esperando que ella continuara. Su única reacción fue elevar las cejas levemente, como si ella hubiera dicho algo sorprendente. Aunque ella no podía imaginar qué, así que siguió hablando.

      “Digo, ¿cuánto tiempo pensé que pasaría hasta que se diera cuenta lo aburrida que soy? O sea, lo conozco hace tres años. En realidad me sorprende que le haya tomado tanto. Maldición. Hemos estado juntos por dos años y todavía no lo hemos hecho. Bueno, yo no lo he hecho. Parece que él sí.”

      Al escuchar eso, Josh abrió la boca un poco y luego respiró hondo. Mierda, pensó Serena, ahora lo he puesto incómodo. El sexo era de lo único que no hablaban. Cada vez que el tema aparecía, Josh siempre mantenía la boca cerrada.

      Serena le había preguntado al respecto una vez en todos sus años de amistad. Katie y Mary se habían estado riendo de sus experiencias sexuales una rara noche que todos se habían ido juntos al club y las dos se habían ido a la pista de baile luego de la conversación. Josh solo se había quedado sentado sacudiendo su cabeza. Serena no tenía duda de que definitivamente no era célibe, ya que lo había visto con muchas chicas con el paso de los años, aunque nunca con la misma por más de un par de semanas. Aun así, Josh nunca le ha dicho una palabra sobre sexo a Serena.

      Su respuesta esa noche fue simple. “No es algo de lo que quiera hablar contigo”, había dicho Josh y luego caminó hacia el bar, terminando con eficacia con las preguntas.

      Muchos años después, aquí estaba ella, contándole todo. Serena sintió que era una experta arruinando cosas esta noche.

      “Serena, cariño”, dijo finalmente Josh, “Te conozco por más tiempo del que me gustaría admitir y créeme cuando te digo que no hay nada simple o aburrido en ti. Si Bryan no pudo mantener su pene en sus pantalones hasta que estuvieras lista, ¡entonces que se joda! Puedes tener algo mucho mejor que ese imbécil arrogante. Y no, no lo digo solo por decirlo. Deberías estar con alguien que adore el piso que tocas. No solo alguien que te dé las migajas de su tiempo y solo quiera una esposa trofeo para sus funciones de trabajo”, dijo Josh.

      Josh parecía genuinamente enojado. Al darse cuenta, ella también dejó ir su propia ira y permitió que él se desahogara por ella.

      Se quedaron así por horas, hablando y bebiendo vino, aunque ella lloró en ocasiones. Eventualmente le escribió a su mamá para decirle que estaba con Josh y que los vería en la mañana antes de quedarse dormida en la otra habitación de Josh, todavía vestida en el pequeño vestido de diseñador que su madre había colocado en su cama para la gala de caridad. La gala parecía haber sido hace décadas.

      4

      Seis días. Eso fue lo que se necesitó para que su vida cuidadosamente planificada se fuera al infierno en una cesta. O tal vez en llamas era una mejor frase. Bueno, como quieran llamarlo, eso fue lo que sucedió.

      Serena recordó los eventos de los últimos seis días en su cabeza adolorida. Era su segunda resaca de vino en menos de una semana. Para alguien que no bebía, esto era algo excesivo.

      Serena había regresado a casa la mañana siguiente después de haberse quedado con Josh, solo para encontrar a sus padres y a Bryan en el lujoso salón de la casa muy bien ubicada de su familia. Aparentemente, él les había contado de su visita sorpresa a su apartamento la noche anterior y su salida. Y por supuesto, él había olvidado mencionar la razón de su abrupta salida y la había hecho parecer como una lunática hormonal.

      Serena había mirado con incredulidad mientras su madre y Bryan la atacaban, cuestionándola y enojados por su comportamiento. Su madre le había reclamado por haber sido tan grosera de entrar en casa de Bryan sin permiso y luego por haber escapado y luego Bryan le había gritado algo de haberse atrevido a pasar la noche sola en el apartamento de otro hombro. También había hecho el comentario de tener el atrevimiento de solo “entrar” la mañana siguiente con la misma ropa de la noche anterior sin nada de vergüenza.

      Serena los miró aturdida y luego hizo lo único que pudo pensar en ese momento. Se quitó el anillo de Bryan del dedo y se lo tiró a la cabeza. Sin embargo, su puntería no era muy buena. El anillo pasó de la cabeza de Bryan, atravesando el aire y aterrizando en el café de su padre, mientras él estaba sentado en silencio en una silla reclinable detrás de Bryan, observando la escena con los ojos entrecerrados.

      Eso los había callado. “Madre”, escupió Serena mientras se volteaba primero hacia ella, “Yo fui al apartamento de mi prometido, el apartamento en el que íbamos a vivir juntos. El cual lo ayudé a escoger y amueblar, si me permites recordarte. Fui porque estaba preocupada por lo mucho que ha estado trabajando y quería cocinarle una comida como una buena esposita. Solo que no estaba trabajando mucho, pero sí estaba follando mucho.” Serena escuchó una fuerte inhalación luego de decir eso, aunque no supo de quién había sido, ya que la ira estaba haciendo que


Скачать книгу