La primera generación. Estudiantes que inauguraron la Facultad de Medicina de Bilbao en 1968. vvaa

La primera generación. Estudiantes que inauguraron la Facultad de Medicina de Bilbao en 1968 - vvaa


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de personas en estado vegetativo persistente. La mayoría eran jóvenes, con familias muy afectadas psicológicamente. En ese momento contamos con la ayuda del doctor José Mari Ayerra, médico psiquiatra, quien organizó unos grupos de apoyo dirigidos a familiares de pacientes ingresados, abiertos al personal y a los que acudí desde el inicio. Dentro del grupo y bajo su dirección surgían también los temas que podían ser motivo de conflicto. Desde la dirección, yo tenía la oportunidad de incidir en ellos.

      Desempeñé la dirección médica durante diez años, hasta mayo del 2004, cuando me nombraron directora gerente. Aunque hubo, cómo no, aspectos mejorables en las herramientas de gestión de las que disponíamos, durante aquellos años el hospital se consolidó como centro de media y larga estancia, y en la Unidad de Paliativos siempre había pastas o bombones de los familiares de los pacientes ingresados. También se siguió ampliando la red de consultas y gimnasios de rehabilitación ambulatoria que, además de cubrir las necesidades del propio hospital, se extendió de forma progresiva a la Comarca Uribe y a Comarca Interior.

      ETAPA PROFESIONAL EN LA COMARCA INTERIOR

      Mi plan de jubilarme en el Hospital de Gorliz se malogró cuando me nombraron directora gerente de Atención Primaria en Comarca Interior. Fui nombrada en diciembre del 2005 y salí de mi área de confort, en todos los sentidos.

      Yo no conocía la Atención Primaria. Hice una inmersión completa en una comarca muy dispersa geográficamente, que abarca, en la costa, desde Bermeo hasta Ondarroa, y confluye hacia el interior por el linde con Gipuzkoa hasta llegar a territorio alavés donde se ubican las Unidades de Laudio y Aiara. Dividida en diecisiete Unidades de Atención Primaria, cada una de ellas con un jefe de Unidad. El equipo de dirección estaba incompleto pues faltaba la figura de la dirección médica, a la que se incorporó el Dr. José Luis Balentziaga, JUAP de la Unidad de Durango.

      La estructura fundamental estaba consolidada, pero existían retos como: mejorar la relación con el hospital de Galdakao, dinamizar el Consejo Técnico como órgano de asesoramiento y participación de los profesionales en la gestión de la comarca, revitalizar y dar continuidad a las comisiones, certificaciones ISO, consolidación de la historia clínica informatizada Osabide, mejora de las infraestructuras.

      Empezó a hacerse evidente el déficit de médicos, tanto de pediatras como de médicos de familia. La gestión de los cupos, de los tiempos por consulta y, sobre todo, la cobertura de las suplencias resultaba ser una tarea muy compleja. La gran dispersión de la comarca añadía un punto de complejidad muy importante.

      Con respecto a las infraestructuras, había que tener en cuenta que el número de centros era cuarenta y cinco, ya que cada Unidad abarcaba varios pueblos con su centro asistencial; la Unidad de Gernikaldea abarcaba diecisiete.

      La necesitad de nuevos edificios o acondicionamiento de los existentes formaba parte de la rutina de trabajo. Para todo ello había que contar con los ayuntamientos, con Osakidetza, con dotación presupuestaria del Departamento de Sanidad del Gobierno Vasco, y con la colaboración de la Dirección de Arquitectura.

      Durante este tiempo se construyeron e inauguraron dos nuevos centros, en Lemoa y en Bermeo. Mientras construían este último, la implicación de los usuarios era tan importante que en cada visita de obra que realizaba el equipo de arquitectura, al que nos solíamos unir el director económico de Comarca, Antón González y yo misma, nos encontrábamos pegatinas amarillas pegadas en todos aquellos lugares que debían ser revisados para corregir defectos o hacer mejoras. La gente de Bermeo quería que su Centro de Salud quedara perfecto. El día de la inauguración tuvimos la impresión de que estaba presente todo el pueblo.

      ÚLTIMA ETAPA PROFESIONAL

      En marzo del 2008 falleció mi marido de forma repentina, tenía 60 años. Mi vida cambió de forma brusca. No me sentía con la fuerza ni la capacidad mental necesarias para desempeñar la tarea de forma adecuada, y solicité poco después el cese a la dirección de Osakidetza.

      Seguí durante unos meses un reciclaje para poder incorporarme al trabajo asistencial como médico rehabilitador, la mayor parte con la doctora Conchi Múgica en el Servicio de Rehabilitación del Hospital de Cruces. Volví luego al Hospital de Gorliz donde trabajé pasando consulta en diferentes ambulatorios dependientes del centro.

      FIN DE LA CARRERA PROFESIONAL Y SITUACIÓN ACTUAL

      En mayo del 2012 y ante una sensación de agotamiento extremo, le pedí ayuda a un amigo médico. Fui diagnosticada de adenocarcinoma de pulmón.

      Tuve conciencia de que quería vivir, en un momento en el que creía que eso no me importaba demasiado. La realidad se impuso y me obligué a espabilar, optando claramente por la vida.

      Tuve mucha suerte, porque sigo aquí y porque conté con el apoyo de mi familia y de antiguas compañeras del hospital, que me cuidaron y acompañaron durante todo el posoperatorio, y la convalecencia después de cada una de las sesiones de quimioterapia.

      Con el cáncer se acabó mi vida profesional.

      También en estos años me han ocurrido cosas buenas. A destacar, como buenísima, el nacimiento de mi primera nieta, con la que sigo teniendo una relación especial, ya que por suerte hemos compartido muchas horas. Luego llegaron las hijas de mi hijo, unas gemelas maravillosas, y, por último, la chiquitina de la casa, que ahora tiene tres años y es lo más cariñoso del mundo.

      Nunca deseé ni pensé en desarrollar una actividad distinta a la que me condujo mi tempranísima vocación: la Medicina.

      Actualmente, me dedico, en primer lugar, a estar disponible para mi familia, quiero que así lo sientan. Creo que la experiencia acumulada y el cariño incondicional les puede servir a mis nietas para darles esa seguridad tan necesaria en la vida.

      Disfruto de aficiones como la lectura, pintura, escritura, el arte románico, el bricolaje o cuidar a mi pequeño zoológico (perro, gatos y gallinas). Tengo la suerte de vivir en plena naturaleza, con unos atardeceres mágicos y puestas de sol sobre el mar que casi a diario fotografío, pues cada día me siguen impactando. En ocasiones, me visita un zorro con la intención de alimentar a sus crías con mis gallinas, y los jabalíes me ayudan a escarbar la tierra donde consideran oportuno.

      Mantengo amistades de cada una de las etapas de mi vida, y disfruto enormemente de su compañía.

      Por suerte, estoy viviendo un momento dulce y lleno de paz.

      Soy la única de nuestra promoción, creo, que no ha ejercido como médico. He trabajado como irakasle de Matematika, Natur Zientziak, Biologia-Geologia y Fisiologia.

      Nací en 1951, el día internacional de la mujer trabajadora, en Beasain, pueblo industrial con muchas y conocidas empresas como CAF, INDAR…

      Mi lengua materna fue el euskera, idioma que en la adolescencia y por razones de sobra conocidas olvidé casi por completo. Estudié en mi pueblo hasta preu, que lo cursé en Donostia, en el Instituto Peñaflorida. En aquel entonces, en San Sebastián solo había dos institutos, Peñaflorida, femenino y Usandizaga, masculino. Después de examinarnos en Bilbao (en Sarriko), llegó el curso 1968-69 y comenzó su andadura la Universidad Autónoma de Bilbao, en la Escuela de Náutica, de Deusto. De nuestro grupo de preu fuimos cuatro, y nos matriculamos en Selectivo de Ciencias. Hasta entonces, mi asignatura preferida había sido Matemáticas, pero en preu nos enseñó Biología Jesús Altuna y cambié de parecer. Surgieron mis dudas, ¿Biología o Medicina? En nuestro Selectivo estudiamos Matemáticas, Física, Química, Biología (las cuatro que estudiaron también los de Medicina) y Geología (me gustó mucho). Al año siguiente me decanté por Medicina. Conocí a Lola Ingelmo y no me separé de ella hasta finalizar la carrera. En aquella época tuve plena conciencia de dónde había nacido y empecé a avergonzarme por no ser capaz de hablar euskera. Lo tenía que recuperar, y en los Pasionistas de Deusto empezó mi alfabetización.

      Gaur egun gazteleraz idaztea arrotza suertatzen zait oso, baina gure promozioko gehienak erdaldunak


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