"Una carcajada en un velorio". Juan Carlos Herrera Correa


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decir que tenía por encomienda contribuir a la caída de la Hegemonía Conservadora. Así lo entendió y así lo practicó.

      Que estaba con Los Nuevos lo demostró al convertirse en el ilustrador de la revista Universidad, que dirigió Germán Arciniegas a partir de 1921, época en que los estudiantes aparecían como parte de la clase política. Su trabajo en la primera época de Universidad consistió en dibujar para la portada los rostros de los dirigentes estudiantiles. Más adelante, los estudiantes son remplazados por curiosas estampas de niños. En la segunda etapa de la revista, el país ve complicarse el dibujo de Rendón, conforme se complicaba la vida política del país. En Universidad, Rendón coincide con lo más granado del arte colombiano de entonces: su maestro Francisco Antonio Cano y los pintores Ricardo Gómez Campuzano, Lois Barbe, Adolfo Samper, Fernando Caro, León Cano, Rinaldo Scandroglio; con los escultores Marco Tobón Mejía y Gustavo Arcila, y con el caricaturista Lisandro Serrano. Selecto el campo artístico de entonces que, aunque quisiera, no pudo liberarse del campo político; arte y política caminaban de la mano. Los artistas con sus obras, lo más que hicieron fue darle un poco de estética al ácido transcurrir de la política cotidiana que lo era todo.

      Rendón se dedicó a demoler con la fuerza de su lápiz. De los retratos del físico de los protagonistas, del proceso histórico con el que ilustraban los periódicos noticias y acontecimientos fue pasando al retrato crudo de la represión. La fotografía apenas despegaba; sorprenderá en el lente de Jorge Obando, que lograba capturar el espectáculo de las masas despiertas, pero era la fotografía gráfica de Rendón la que demolía. Se fue ganando poco a poco la primera página de El Tiempo, toda la parte superior. Su sorprendente dibujo lo fue todo para el periódico: mensaje y editorial.

      Inmensa fue la obra desarrollada por Rendón en una vida tan corta. No tenemos una obra de conjunto. Apenas esbozos. Juan Carlos Herrera aborda en su libro la última etapa de la vida de Rendón. Se aproxima a ella con detalles que permitirán hacerse a una idea del proceso último de su muerte. Sus puntos de vista son los de la sensibilidad de gente muy joven que se interesa por descubrir aspectos interesantes del fenómeno Rendón.

      César Augusto Ayala Diago

      Departamento de Historia Universidad Nacional de Colombia

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       INTRODUCCIÓN

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      En torno a la muerte de Ricardo Rendón, muchas conjeturas se han lanzado. Entre las diferentes interpretaciones, estudiosos del arte y de su obra, como la crítica de arte Beatriz González Aranda, historiadores como Germán Colmenares y Alfredo Iriarte, así como en el periodismo, se han movido por hipótesis que parten de su comportamiento y condiciones mentales, por ejemplo, la ciclotimia —trastorno del estado de ánimo, menor a la bipolaridad—. Aspectos como la relación que el melancólico artista tenía tanto con el periodismo como con el Gobierno también aparecen. Se ha vinculado, además, el alcoholismo, una crisis económica, sentimientos de traición en los liberales y, a fin de cuentas, su relación cercana a la muerte; esto último desde la temática de sus caricaturas y su “obsesión necrofílica”.3 Ante este panorama, se pone en hilo la cuestión de la muerte del llamado “mejor caricaturista colombiano del siglo XX”.4 En este problema, nos corresponde hablar de su vida, entender a su familia, su formación y trabajo en las artes gráficas, artísticas y pictóricas. Es un cruce de relaciones desde lo personal, su vida privada, aquellos quienes lo rodearon y lo retrataron, acompañado de una vista de su mente, genialidad y, en especial, su caricatura.

      Al ser Rendón un hombre de periódicos, y según Germán Colmenares, un hombre de opinión pública,5 se trata de la comprensión de su trabajo en caricatura para el periódico El Tiempo desde 1924 hasta el día de su muerte. Es el momento cuando su producción perteneció al periódico de mayor circulación en el país y de lectura de millares de personas.6 Son publicaciones de primera página (y, en ocasiones, la ocupan completa) del medio de corte liberal que, con su enorme actividad combatiente, terminó por apoyar y contribuir a la caída de la Hegemonía Conservadora. La llegada a este punto, sin embargo, no correspondió a una línea de trabajo única desde sus inicios en Antioquia. Se habla de dos épocas bien definidas: la juvenil, de Medellín, y su época en Bogotá.7 Pero surge el interrogante: ¿cómo entender su último año de vida? Aunque nos refiramos a una posición intacta en su capacidad de ser radiografía de la historia política del país, como lo define Miguel Escobar para la segunda etapa, este es un año de enormes cambios. Es el tiempo de la victoria liberal, el auge de la figura de Enrique Olaya Herrera y del mismo Rendón.8 A diferencia del ataque constante a los conservadores, con el nuevo Gobierno hubo cambios en la temática, miradas e impresiones que en sus caricaturas dejó en su paso por El Tiempo durante este último año. Si nos conectamos a las hipótesis de la relación de Rendón con el Gobierno, su alejamiento, su crítica y la traición que pudo sentir, resultó en un año diferente a los anteriores, una tercera etapa, un tercer Rendón.

      El análisis de su trabajo gráfico se delimitó desde el 7 de agosto de 1930 (día de la posesión del presidente Enrique Olaya Herrera) hasta el 30 de octubre de 1931 (día en que se publica su última caricatura). Esta es la historia del primer año de Gobierno de Olaya Herrera. Un periodo atravesado por el cambio de régimen. Es la formación y sostenimiento de la Concentración Nacional y la crisis económica que desde la Gran Depresión acabaron por descomponer al Partido Conservador y el sistema fiscal nacional. Es el periodo de la reorganización nacional en torno a la figura de la nueva república liberal, con amplias expectativas y enormes presiones por alcanzar un desarrollo económico sostenible, el cual se esperaba estuviera a la par de la búsqueda de la paz; pero que, en cambio, en temas como la cuestión petrolera y la violencia electoral terminarían por agitar esta época.

      Su aporte gráfico en las diferentes portadas de El Tiempo durante esos quince meses presenta una línea de historia política. Es un periodo de amplias expectativas y de diferencias entre las denuncias de Rendón con otros sectores de la política agitada de los años treinta. Es un juego entre Rendón, el Partido Liberal, el Conservador, el periódico El Tiempo y la opinión pública, que Rendón representó muy bien. Se trata del cruce y el diálogo entre las dos esferas que forman al Rendón que acaba con su vida el 28 de octubre de 1931. Es una composición de dos caras: una de un hombre excepcional, un artista, pero que a su vez es un “Caballero de triste figura”,9 un hombre acongojado y ciclotímico, de un renombre y una enorme trayectoria intelectual y gráfica en el país. Por otro lado, cuenta una historia política muy agitada, de escenas claras, empapadas de decenas de referencias y múltiples discusiones en torno al cuerpo de Gobierno, aunque llevadas al mundo de las comunicaciones para hacerse líder de una opinión pública. Es un avance en la comunicación como en la publicación de su álbum en 1930, cuando su trabajo queda como consigna transparente de la vida colombiana, así se perdieran “toneladas de papel de imprenta”,10 que tanto se han escrito sobre el país.

      Con relación a lo historiográfico, es importante hacer un balance, un estado del arte en torno a Rendón y a su contexto. Sobre la caricatura como fenómeno político y medio de comunicación, Beatriz González Aranda, en La caricatura en Colombia a partir de la independencia,11 lo sitúa como un paradigma, un fenómeno marcado por su contexto sociopolítico, de una formación intelectual notable y bien definida. Es la pluma de momentos clave en la historia política del país, especialmente antes del periodo liberal. Su temática recorría la intervención del clero en la política y las “roscas” alrededor de la Alcaldía de Bogotá. Su figura, luego de su muerte, queda marcada en una serie de descendientes que dejaron al caricaturista antioqueño como un signo de prestigio y, por tanto, resultaba un afán de remplazarlo y encontrarle sucesor. En la publicación del Banco de la República Bogotá en caricatura12 se ubica a Rendón en la esfera de participación sobre la imagen construida de la ciudad de Bogotá desde la caricatura. Lo sitúa como una carrera de amplia cotización y la formación


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