"Una carcajada en un velorio". Juan Carlos Herrera Correa
es aún muy corta. Con respecto a trabajos especializados, está Ricardo Rendón: una fuente para la historia de la opinión pública de Germán Colmenares.13 Aparte de reivindicar su figura, presenta el trabajo histórico desde la capacidad de uso de las fuentes gráficas. Se acerca a Rendón como expresión del fenómeno contemporáneo de la opinión pública. Es una caricatura que se mueve entre la conciencia subjetiva y la colectiva, en una imagen construida para el entendimiento de una vida pública que permanecía “aislada y solemne”.14 Como análisis discursivo, Rendón vuelve a aparecer en la tesis de grado de Luz Stella Velázquez Sierra, “Rendón en primera plana”.15 Su aporte está en el tratamiento de la caricatura política en cuanto a una relación compleja entre la imagen visual y el texto escrito, en la formación de un discurso desde elementos semióticos para su producción y comprensión.
El tema de su vida y muerte ha estado más que todo en manos de la literatura y el periodismo. Para la construcción de su biografía, los datos de que disponemos están en manos de autores como Alfredo Iriarte Núñez, en El silencio de los artistas es la muerte,16 y Adel López Gómez, con Ellos eran así: anecdotario de la literatura y la vida.17 Este primer autor se mueve en torno al ensayo y la novela histórica. Reconstruye una serie de pistas y datos con respecto al final de la vida de Rendón. Es un acercamiento a su muerte con la entrega de la interpretación de Edmundo Rico, pionero de la psiquiatría en Colombia, el cual describe el comportamiento ciclotímico y la cenestesia (sumatoria de sensaciones internas) que en un momento anémico y un “raptus ansioso” lo llevaron a su decisión fatal.18 El trabajo de Adel López, por su parte, en su contacto directo con el caricaturista, entrega algunos datos de su espíritu y su figura en la vida en Bogotá. Relata algunas anécdotas que López compartió con Rendón, entre ellas un diálogo sobre la publicación del álbum de caricaturas en 1930. Por último, la reconstrucción de la vida, la imagen y el legado siguen en manos del periodismo. En este espacio, en algunos momentos se ha discutido la figura de Rendón enérgicamente. Se han presentado diversos datos, como descripciones de su espíritu; su obra, tanto en caricatura como en la gráfica publicitaria (pues es el padre del indio de la marca de cigarrillos Pielroja), y sobre su muerte. En El Tiempo se encuentran datos en los aniversarios de su muerte19 y los homenajes y despedidas que allegados al artista realizaron entre el 29 y 30 de octubre de 1931. A ellos se suma la palabra del poeta contemporáneo a Rendón, Luis Vidales, quien da su impresión del artista en el medio de su cercanía política, Voz Proletaria.20
El trabajo gráfico de Rendón para el periodo fue de 64 caricaturas publicadas en la primera página del diario. De una selección de su trabajo, las clasificamos en cuatro temas: el Gobierno, la esperanza, la violencia y el petróleo. Son cuatro historias de exposiciones y denuncias que hace a lo largo de su carrera durante esa época en El Tiempo. Antes de estas cuatro líneas narrativas, tenemos como primer capítulo a “Rendón como persona”, enfocado en un acercamiento a su vida. Es la construcción, desde los datos biográficos, de sus dos primeras etapas y formación, hasta la llegada a Bogotá. De su estilo bohemio y su vida en esta ciudad, llegamos al final de este camino con su entrada a El Tiempo. Se relatan, además, ciertos momentos de su actividad fuera del periódico y otros aspectos cotidianos que lo marcaron hasta ese 28 de octubre. Luego, las cuatro categorías temáticas en las que se agruparon sus caricaturas, a su vez, se ilustran en dos capítulos: “El contexto”, donde se trabaja, por un lado, “La esperanza”, línea ideológica de Rendón. Son las posibilidades de renovación y la celebración de la figura de Olaya Herrera. Es un avance a las críticas y el derrumbe en ciertos momentos de esta imagen. Es el despertar del país luego de la muerte de la Hegemonía Conservadora y la relación que finalmente va a tener Rendón con el nuevo Gobierno, donde se observan los momentos de distancia y cercanía. Por otro, “El Gobierno”, tema que se encarga de la narración de los términos cotidianos, sobre la actividad de los ministros, el Parlamento, el Ejecutivo y la reorganización de la política en construcción del Gobierno liberal.
Los otros dos temas, como epicentro de las situaciones más intensas de la obra de Rendón, se agrupan en el tercer capítulo: “La crisis”. Ahí, con “La violencia” están las tensiones y denuncias que, desde la caricatura, se hacen para comprender este periodo no como un conflicto circunstancial derivado de la época electoral, sino para entender esto como una temprana violencia. Es la configuración de las actitudes de los directorios políticos (conservador y liberal), en una escalada de maniobras políticas y guerreristas, que evolucionaron al paso de la mitad de siglo hasta llegar a la explosión definitiva en el conflicto armado. Con el contrato del Catatumbo, tenemos el último tema: “El petróleo”. Se habla de una política en específico y la cobertura extensa desde los medios de comunicación. No se trata únicamente de relatar lo inmerso en la caricatura, sino también de ver algunos aspectos anteriores. Es una breve historia de los tratados en torno a la explotación petrolera en la región. Es salir del tiempo de Rendón para detallar algunas consecuencias del contrato. Acá está la distancia de un hombre de élite, de intelectualidad y de ciudad, con un mundo social más complejo como el indígena, de relaciones complejas trazadas no solo por la raza y la etnia; también por su condición de protegidos desde los resguardos (con condiciones diferentes a las de otros habitantes de las regiones del país, campesinos y colonos). Es, así mismo, una reflexión desde la historia social. Son los comportamientos de las distintas clases (una alta, que es política, económica e intelectual al mismo tiempo, y un pueblo raso de campesinos, colonos, indígenas y habitantes urbanos) frente al cambio de Gobierno. Sin embargo, veremos que, según el ojo de Rendón, no se alcanza a retratar una realidad de complejas organizaciones e identidades en conflicto (clase, raza, etnia, región, otros partidos políticos, etc.), sino en una tensión de dos mundos, de ese lugar de la política y la élite, contra una base que compone el resto de la población civil. Como cierre de la exposición narrativa, se pone en consideración una sola caricatura en “El epílogo”. Es la interpretación sobre su última caricatura del 30 de octubre adjunto a la exposición de los hechos inmediatos a su suicidio. Es el cubrimiento de El Tiempo a su funeral y las diferentes publicaciones que, desde el día siguiente hasta nuestros días, se hace de su persona, su alma, trabajo y última decisión.
Este libro resulta ser el cruce de miradas que terminan por reencaminar un proceso. El encuentro con tan enigmático personaje fue gracias a la intención del profesor César Ayala y el curso Métodos Históricos, del pregrado de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. El azar me puso junto al caballero antioqueño, en un curso en el cual se dio rienda suelta al estudio de la caricatura política en Colombia. Esta producción nace del esfuerzo académico y la imaginación de toda una serie de futuros historiadores, quienes dimos nuestra semilla por recuperar el valor de esta serie de artistas. A través de la prensa, resultaron ser receptores y transmisores a la opinión pública, de la convulsionada política colombiana, especialmente durante el siglo XX. Solo era cuestión de un empujón para seguir avanzando en esta investigación, hasta aterrizar en estas páginas.
El valor de la pluma entintada terminó por ser un aguijón. Los artistas picarían las fibras de los regímenes furibundos desde la consolidación del espíritu republicano en Colombia a finales del siglo XIX. Rendón fue ese punto final. Fue la clausura de una serie de pícaras escenas que estimulaban a los espectadores y hacían tambalear a los gobiernos decadentes. Mi intención e interés fue arrastrar la visión de ese punzón del fenómeno Rendón hasta el pilar de la política y la historiografía liberal. La muerte terrenal del artista y sus arrasadoras hipótesis al respecto no eran mi único punto de atención. Estas páginas son también una revolcada, entre los archivos y las letras del periodismo, a los agrios pasados de la clase política en general que, entre guerrerismo y corrupción, sumió al país en una cruenta violencia. La reconstrucción de ese pálido rostro, decorado con tan vistoso chambergo, salta ahora a las nuevas miradas gracias al apoyo de la Editorial de la Universidad del Rosario. Esta es la nueva etapa de un camino redirigido por un fulguroso encuentro.