"Una carcajada en un velorio". Juan Carlos Herrera Correa


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Ricardo A. Rendón y Julia Bravo de Rendón. A su hogar, en totalidad, le expresaba un enorme “culto idolátrico”.21 Su padre era un calígrafo y profesor. Se dice de él que obtuvo la primera influencia en el dibujo y pintura, con habilidades que mostró desde niño. Durante los años siguientes, se vio provisto de un buen conocimiento y formación en el oficio. Esta parte académica la inició con diecisiete años, cuando en 1911 viajó a Medellín. Inició en el taller del pintor y escultor Francisco Antonio Cano con clases de dibujo y pintura. En su paso por el Instituto de Bellas Artes, de dicha ciudad, estudió anatomía, con grandes avances en trabajos como acuarelas y tintas chinas. En 1912, rodeado de grupos intelectuales, puso en actividad su formación como artista gráfico, así como su parte literaria. Para este año se vinculó al semanario Avanti, donde plasmó en los primeros números su trabajo en ilustración gráfica y unas caricaturas personales.

      En su búsqueda por los grupos literarios, llegó al grupo Panidas, en 1914. En la revista del grupo colaboró en el trabajo gráfico, así como acuarelista y escritor de versos. Este grupo literario intelectual hizo sus primeras apariciones en 1913, luego de que varios de sus miembros fueran expulsados de la Escuela de Minas de la Universidad de Antioquia. Entre ellos estaban el pintor y caricaturista Pepe Mexía y el poeta León de Greiff. Fueron considerados “subversivos y disociadores”,22 y de ahí su expulsión. La revista se fundó en 1915, con el objetivo de poner a circular todas sus expresiones artísticas, literarias y todo lo que fuera producto de su intelecto. Entre los fundadores de la revista estaban Rendón, algunos exalumnos de la Escuela de Minas y otros personajes de la época, como el músico y poeta Libardo Parra Toro, conocido como “Tartarín Moreira”, y el cronista Luis Tejada. La corta experiencia con el grupo resultó en una actividad valiosa. Se influenció de Pepe Mexía en el estilo para su caricatura: de líneas rígidas y buen parecido sin deformación.

      Rendón no realizó el trabajo literario bajo la firma de su nombre. Utilizaba el seudónimo de Daniel Zegri. Esta afición por la literatura, sin embargo, no fue de un gusto continuo, sino que abominó el resto de su vida. Le causaba disgusto el recuerdo de su vida en la poesía. Su trayectoria continuó y publicó una serie de tarjetas sobre la “fauna política” de Antioquia, experiencia que le causó la persecución de autoridades y diversas personalidades conservadoras de la ciudad. No obstante, ninguno de estos expedientes llegó más allá de mitad de camino.23 Trabajó un tiempo en La Semana de El Espectador, entre 1915 y 1916. El último trabajo lo realizó en 1917 como colaborador del periódico El Correo Liberal y la revista Colombia. Terminó este año con una serie de 200 caricaturas de personajes de la época para las cajetillas de cigarrillos Victoria (antecesor de los cigarrillos Pielroja).24 Finalizó entonces su etapa juvenil como un tiempo de formación, no solo de sus características profesionales, sino de su renombre.

      A Bogotá llegó en 1918 con una ya bien desarrollada “pluma de caricaturista”.25 Se inició en publicaciones seriadas como Bogotá Cómico, Cromos (entre 1916 y 1928), El Espectador (de 1918 a 1920) y El Gráfico (entre 1918 y 1927). Llegó a la ciudad con veinticuatro años. Detrás de él ya traía un legado por su trabajo con la caricatura política, el dibujo y la gráfica publicitaria.26 Inició una enorme actividad en una etapa de trece años, en la cual logró una radiografía completa de la historia política. Partió de finos trazos de pluma sobre políticos de su época con un “humor travieso”.27 Se convirtió en el caricaturista político más influyente del país. Resultó en alguien popular sin proponérselo,28 y su arte lo hizo rodearse de una imagen que la gente disfrutaba, pues sus dibujos eran editoriales. Esta ciudad también representó un hogar amable para él. Fue un espacio de afecto, un lugar que amaba. Sus escenarios ocultos, sus parques, su niebla, los cerros y todo este encanto lo hicieron un espacio adecuado para su crítica y para el desarrollo de su vida bohemia de cafés y tertulias. Su llegada a Bogotá fue la consigna de su trabajo arduo (que fue aprovechado por casas comerciales por su fino trabajo) para impulsar ese renombre que traía Antioquia a la escena nacional.

      Para 1920, sus escenas ya eran reconocidas desde la crítica. Se apreciaba su actitud y su acidez. Su valor gráfico llegaba a bocas no solo de sus pares artistas y bohemios colombianos. Literatos como el boliviano Alcides Arguedas, en su estancia en Bogotá como embajador de Bolivia, decía: “E1 ojo de este hombre asusta. Su malicia tiene ribetes geniales. Rendón es toda una fuerza […] posee el don prodigioso e incomprensible de la sátira fina y hasta refinada”.29

      En 1921, el abogado y periodista Alfonso Villegas Restrepo fundó el periódico La República y vinculó a Rendón para una tarea de mandar “dobles y mandobles” contra los diferentes personajes de la política nacional. Atacó cada vez más al régimen enemigo (la Hegemonía Conservadora) que, para ese año, había tomado una actitud más cerrada al finalizar el partido republicano y, con ello, la posibilidad de mantener la unión con los liberales.30 En este diario trabajó hasta 1924. Sin embargo, no todo quedó en una labor contestataria contra el régimen desde los medios. Continuó una producción intelectual rodeado de una generación de jóvenes en contra del régimen conservador. Gozó de la posibilidad de ser una bisagra entre las generaciones intelectuales y políticas del Centenario (de finales de siglo XIX y comienzos del XX) y Los Nuevos. De esta última generación resultó en una transformación desde los estudiantes, cuyas consignas se plasmaron en la revista Universidad, dirigida por Germán Arciniegas.

      Era una renovación de las ideas para el pensamiento de un nacionalismo latinoamericano. Una consigna en la cual se buscaba la pelea de los conservadores y liberales desde las letras. Era una oportunidad, para el caso de los artistas, de expresar un talento reprimido. Durante la primera etapa de funcionamiento, entre 1921 y 1922, Rendón participó en la producción gráfica, acompañado de amigos de Panidas, como Otto de Greiff. Este periodo culminó con las elecciones de 1922, y para una reaparición en 1927, rompió con el ideal de lucha desde las letras. El medio quedó en manos únicamente de los liberales, en una etapa que duró hasta 1929. Las puertas abiertas para Rendón se le presentaban no solo por su enorme capacidad en la pluma, sino con esta trayectoria en varios medios y publicaciones. Rendón era, además, liberal de partido y de ideas. Era un hombre con nociones avanzadas, de cultura intelectual e imaginación inagotable. La prensa liberal lo vio para este fin. Su trabajo solo debía ser prestado de un hombre liberal a un medio liberal. Esta era la oportunidad de preparar el arma con la cual atacar a los conservadores y a las instituciones que representaban el viejo orden, como los jerarcas militares y eclesiásticos.31 Llegó así a El Tiempo.

      Esta es una etapa iniciada en 1924. Según sus propias consideraciones, constituyó “la más fructífera de todas”.32 Entró para el apoyo del plan del Partido Liberal y del directorio de El Tiempo. Aportó los elementos satíricos desde su publicación, que cada vez tenía más notoriedad. Su opinión se transformó de una oposición desde la prensa popular, reducida ante la fuerte censura del régimen, a una que, gracias al poder dentro del establecimiento de El Tiempo, se fue renovando en mayor fuerza de ataque. Terminó como “el espejo de las pasiones políticas”, con una capacidad de ilustrar la profundidad de la opinión colectiva.33 En su obra se reflejó la historia de cuatro administraciones (desde Marco Fidel Suárez hasta Enrique Olaya Herrera). Fue el seguimiento continuo a la política conservadora y los inicios de la liberal. Bajo las peticiones de los medios, trazó en su pluma imágenes de los presidentes Pedro Nel Ospina y Miguel Abadía Méndez. Retrató el funcionamiento de sus gobiernos, las actuaciones de los ministros, la actitud de los funcionarios y, especialmente, la actividad de los miembros de la Iglesia. En esta evolución, su trazo se empezó a perfeccionar y con la intensidad de su crítica y apariciones en el medio, escaló hasta llegar a las publicaciones diarias en la primera página del periódico. Trató una variedad de temas desde las noticias de primera plana hasta los “entretelones” de la política.34

      La guerra entonces estaba desatada. Rendón había consignado las debilidades de los gobiernos conservadores. Expuso temas como la intervención del clero en la política y las candidaturas. Llegó a puntos de quiebre, tanto en la caricatura como en el Gobierno, en episodios trágicos de la vida nacional como la masacre en Ciénaga, Magdalena (conocida como la Masacre de las Bananeras), en 1928. El régimen tambaleaba. En este último decenio los conservadores


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