El sonido del silencio. Ko Chang Soo

El sonido del silencio - Ko Chang Soo


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se agitan en los más hondos lugares

      dentro de nosotros mismos.

      Todas las cosas mantienen tus ojos abiertos, mantienen abiertos tus oídos.

      Penetra las cosas poseídas por la ignorancia que esquiva nuestros ojos.

      Ondea tus manos hacia el espacio-tiempo sin-ojos sin-oídos

      que hemos esperado desde la más remota edad

      que llega ahora ondeando sus manos.

      ¡Oh, cosas!, todas las cosas con ojos abiertos y abiertos oídos

      daos la mano,

      daos la mano apuntando a nuestro acorralado tiempo-espacio

      que se encuentra en un plato vacío,

      apuntando a nuestro sentido más profundo

      que se encuentra en un plato vacío.

      Ábrase de par en par nuestra ignorancia, ceguedad cautiva, muerte y final.

       La voz de la mar me llama

      La voz del mar que me llama

      es una llama que danza en el viento marino.

      Una llama pálida azulada por el mar

      una llama que no regresa nunca

      no importa que tan fuerte la llamemos

      Una llama indecible

      como una novia con los ojos fijos en el lecho nupcial

      La voz del mar que me llama

      es una llama sin ojos ni oídos.

      Es una llama que arde afuera

      y languidece adentro.

       Traduciendo poesía coreana

      la luna navegando en la corriente purificó sus sortilegios.

      Bajo sus encantamientos

      los trinos de los pájaros y las canciones del hombre

      fueron liberados del tiempo y del espacio

      como un torrente de agua en el atardecer.

      Sus voces aún alcanzan nuestra más íntima metáfora

      para conducirnos a un imaginario más allá de lo humano.

      Su abandonada tristeza hace que nuestra poesía parezca una flor

      que resplandece en su llama.

      En alguna parte del centro o de la periferia de su lengua

      hay una metáfora que nuestras palabras no alcanzan.

      Por muchos, el corazón se duele de una visión pura y ardiente

      que se apartó por irrelevante o por irreverente.

      O las locas fantasías que no sobrevivieron la brasa del horno.

      o la vista del mundo en los ojos del poeta

      cuya mirada se fijó más allá del tiempo y el espacio.

      Palabras esparcidas todavía retienen la extraña luz

      que cayó cuando el hombre estuvo por una vez cerca de Dios.

      Los vestigios aún guardan las gotas de sangre

      que aves migratorias dejaron caer desde su vuelo

      sobre los campos de avena

      o la sombra de un pájaro solitario muerto contra un muro.

      Dejemos que la melodía ilumine las palabras que no alcanzan nuestras manos

      y dejémoslas caer a nuestra comprensión

      en éxtasis que deslumbre nuestra psiquis.

      Dejemos que el melódico silencio libere nuestras imágenes internas, sofocantes,

      en un panorama cósmico que vibre en el centro.

      Dejemos que nuestras palabras se parezcan a una flor

      que resplandece con su sinsentido.

       Partir

      Nada más fácil que partir.

      Nada más íntimo.

      Cada cosa que viene, de hecho está partiendo.

      El hombre que se nos aproxima agitando las manos y sonriendo

      está abandonando algo en su centro.

      Su mano que gesticula cae a sus mismas profundidades

      como pesada sombra.

      El principio que abre luminosamente nuestra vía acuática

      está muy lejos de nuestro principio.

       La canción de la guitarra

      La guitarra canta de un lejano río

      donde el tímido sauce se queja con el viento.

      Mientras se elevan las hojas de hierba en el aire

      se despierta de su sueño para entonar su canto.

      Sueña saetas de oro, plata y cobre

      que vuelan de sus cuerdas a los cielos.

      Cuando voces delirantes se escapan del pecho oscuro de las aves.

      su éxtasis toca un instante las cuerdas eternas del corazón.

      Cultiva como su música

      algo que recuerda el dolor y la ansiedad

      que persisten en el espacio y en el tiempo

      donde sólo sobrevive la luz de las estrellas.

      Al final, la canción de la guitarra se levanta lenta hacia los cielos

      y abandona al crepúsculo el dolor de los hombres.

       Recuerdo de una rosa

      El día que los pétalos de rosa

      se esparcieron en el pequeño lago

      oculto adentro en las montañas,

      el lago se agitó

      como el corazón de una paloma,

      y el cielo


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