Prácticas docentes en el ámbito universitario. Guillermo Londoño Orozco
Prácticas docentes en el ámbito universitario. – Editor Guillermo
Londoño Orozco.-- Bogotá : Universidad de la Salle,2012.
376 p. ;cm. -- (Docencia Universitaria)
ISBN 978-958-8572-30-7
1. Educación superior- Metodología 2. Prácticas de la enseñanza 3. Investigación educativa 4.Competencias en educación 5. Personal docente- PrácticaProfesional I. Londoño Orozco, Guillermo, ed.
378 cd 21 ed.
A1338319
CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango
ISBN: 978-958-8572-30-7
Primera edición: Bogotá D.C., diciembre de 2010
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Editor
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Fotografías de carátula
Javier Torres Ortega
Epub por Hipertexto/www.hipertexto.com.co
Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier procedimiento, conforme a lo dispuesto por la ley.
Prólogo
Una educación universitaria
en transición
Desde todo punto de vista, es anacrónico que se siga hablando y escribiendo sobre la existencia de un profesor tradicional o de una educación tradicional. Lo que uno encuentra en las instituciones de educación superior es todo lo contrario: una nueva manera de educar y de ser docente. Tal vez asistimos a los últimos estertores de esos especímenes en acelerada vía de extinción. Ahora lo raro es encontrarse con alguien que ejerza tales roles a la antigua, no exagero si escribo que ya son pieza de museo. Por ello, de acuerdo con Guillermo Londoño, “podría decirse que la idea tan generalizada de una educación tradicional, vertical, descontextualizada y despersonalizada, no siempre constituye el común denominador de lo que ocurre en las aulas universitarias y sus espacios de formación”.
Al mismo tiempo, asistimos a unos tiempos únicos que se caracterizan por la transformación sustancial del país en todos sus campos. Somos una generación de transición, inserta, cual bisagra, entre dos siglos, caracterizada desde hace ya varios años como el paso entre dos épocas. Para el tema que nos ocupa, me parece lúcida la intuición que Esperanza Díaz presenta: “estamos en un momento decisivo de la educación, en especial la universitaria, pues se ha investigado con dedicación y juicio sobre la educación básica y media, pero aún falta sistematizar las experiencias desde la educación superior y para lo superior, de tal manera que consolidemos nuestro saber, sentir y ser pedagógico como docentes universitarios”.
Entonces, somos testigos, como lo es este libro, del nuevo ethos del maestro que ya permea por doquier el acto educativo en la universidad colombiana. Ello ha sido posible, entre otros factores, gracias al influjo de los egresados de las escuelas normales superiores y de las facultades de educación del país, que en las últimas dos décadas han realizado transformaciones profundas en su estilo de formación de maestros. En las normales de hoy es fácil constatar que, además de las clásicas formas de práctica pedagógica e iniciación a la investigación, se cuenta con currículos remozados, con líneas de investigación, proyectos de investigación y colectivos de maestros investigadores que han hecho del saber pedagógico su proyecto de vida intelectual. Ya es la regla en las normales contar con profesores magísteres con experiencia investigativa y con pasión por formar una nueva generación de maestros investigadores. Las facultades de educación no se han quedado atrás en sus cambios, en ellas los ejes curriculares son el saber pedagógico de los maestros, las didácticas generales y específicas, el análisis de la realidad y las competencias investigativas. Además, cuentan con docentes doctores y posdoctores, líneas de investigación, grupos de investigación y proyectos de investigación.
También ha contribuido a ese nuevo ethos el marcado interés del cuerpo profesoral universitario sin formación disciplinar específica en las ciencias de la educación por completar su cualificación en el área pedagógica y didáctica, ya sea mediante la obtención de títulos de maestría en dichas áreas o la participación en todo tipo de especializaciones, diplomados y cursos, ya sean de modalidad presencial o virtual, ofrecidos por las mismas universidades para el mejoramiento continuo de los procesos de enseñanza-aprendizaje de ingenieros, administradores, arquitectos, médicos, etc. Otro elemento significativo lo constituye ese aprendizaje que ha surgido del diálogo espontáneo entre los maestros al intercambiar experiencias sobre los resultados de sus prácticas docentes en la cotidianidad de los pasillos, las cafeterías o las salas de profesores del campus universitario. Al tratar de responder a las nuevas sensibilidades y demandas de las generaciones de jóvenes que se van sucediendo semestre a semestre, los maestros han ido recreando su propia manera de actuar y de educar.
De este mismo torrente de procesos que ha permitido el alumbramiento de un nuevo estilo de docencia universitaria hace parte el I Simposio de Experiencias Docentes de la Universidad de La Salle, realizado en el 2010 como un espacio sistemático para que los profesores teorizaran y socializaran ante sus colegas sus mejores prácticas. Éste ha sido la base del libro Prácticas docentes en el ámbito universitario, que hoy llega a sus manos. En este texto, siguiendo a Libardo Pérez, la experimentación pedagógica es asumida como: “experienciación, ligada a la comprensión, es decir, como conjunto de vivencias e interacciones que, con los máximos niveles de rigor, son leídas en el doble propósito de producir conocimiento pedagógico y usarlo adecuadamente para transformar las realidades educativas estudiadas”.
Cambio de enfoque en la formación
Pero retomemos el hilo de la reflexión inicial. El libro en mención no hubiera sido posible sin las transformaciones que hemos vivido en nuestra historia más reciente. Colombia pasó de ser un país provincial, aldeano, cerrado, enclaustrado y aislado de principios del siglo XX, a uno abierto, internacional, sin fronteras, más educado y con una mentalidad nueva, en su transición al siglo XXI. Éste no es más que un ejemplo cercano, de la casa, que fácilmente podemos constatar, y que se junta a muchos otros que permiten en conjunto radiografiar el cambio como paradigma interpretativo de todos los acontecimientos ocurridos en las últimas décadas.
El cambio, se puede afirmar, es lo único constante que se ha experimentado en ese migrar entre el siglo XX y el XXI. Todo indica que, por lo menos por otras cuantas décadas, éste seguirá raudo con su poder transformador. A quienes por destino histórico nos ha correspondido vivir entre dos siglos, entre dos milenios, nos incumbe como tarea dejarlo fluir, aportando a su curso lo mejor de la herencia del ayer en diálogo fecundo con lo nuevo del hoy y del mañana.
Pero, dentro de estas olas permanentes de cambio, ¿qué le ha pasado a la formación? Vamos a responder lacónicamente: vivimos tiempos de transición, ha mutado su enfoque fundamental. No es labor sencilla identificarlo y comprenderlo, pues se corre