1968: Historia de un acontecimiento. Álvaro Acevedo

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como prácticas habituales de consumo en la cultura intelectual y libresca de la época.

      La confrontación de ideologías y el análisis de los problemas sociales son puestos en común por una generación que quiere cambiar el mundo y el estado de las cosas, por lo menos en las intenciones y discursos. El malestar generalizado es visible en universidades de grandes y pequeñas urbes; movilizaciones y protestas se toman las calles de las más importantes capitales del mundo. 1968 es el año de la cresta de esta ola; una válvula de escape para la juventud rebelde y una forma de rechazo a todo tipo de autoritarismo. “Prohibido prohibir” es una de las consignas que más se escucha; movimientos culturales como el de los hippies cambian las formas de vestir, de escuchar música, de comportarse y de consumir drogas y alucinógenos. La libertad sexual rechaza los valores tradicionales, las mujeres salen a las calles en minifalda, los jóvenes rompen cánones y arengan a la multitud contra el orden imperante.

      En aquella época, para la mayoría de los colombianos no es fácil reconocer los intereses de la geopolítica internacional. Universitarios, sindicalistas e intelectuales denuncian la política norteamericana del “buen vecino”. Estados Unidos es para Latinoamérica su propio peor enemigo. Esta paradoja hace que el impacto de los acontecimientos de los años sesenta y del intervencionismo norteamericano llegue a una ciudad provinciana como Bucaramanga y a un municipio tan distante como San Vicente de Chucurí, en el departamento de Santander, Colombia.

      En el área rural de San Vicente de Chucurí, en la vereda La Fortuna, nace en 1964 el Ejército de Liberación Nacional [ELN], con su marcha al cerro de los Andes y la posterior toma de la población de Simacota en el mes de enero del año siguiente. En el mismo año de 1964 los estudiantes de la Universidad Industrial de Santander [UIS] marchan casi quinientos kilómetros a pie desde Bucaramanga hasta Bogotá para protestar contra el rector de la alma máter y la imposición del modelo norteamericano de universidad. Y es en este mismo año del sesenta y cuatro, cuando un éxodo de autodefensa campesino, que se moviliza desde Marquetalia hacia el sur del país, entre las tierras bajas de la Orinoquía y el piedemonte de la cordillera Oriental, da origen a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [Farc].

      Como en el caso de San Vicente de Chucurí, Bucaramanga o en el sur del país, los efectos de esta revolución cultural llegan a muchas poblaciones de América Latina, algunas distantes de Europa o de las grandes capitales del mundo. La insurrección cubana y la figura emblemática del Che repercuten en todo el continente y en otras latitudes del planeta. Después de la muerte en 1967 del legendario guerrero de barba desaliñada y boina negra, su fama se incrementa hasta convertirse en un ícono universal. En Colombia la figura de Camilo Torres empuñando las armas en las filas insurgentes del ELN también alcanza renombre y fama. Las movilizaciones estudiantiles comienzan a descentralizarse de la capital desde principios de los años sesenta, a tal punto que para 1971 el país se ve paralizado por la simultaneidad de las protestas que atraviesan casi la totalidad de universidades del país.

      Si una generación se configura en respuesta a determinadas vigencias, valores, condiciones materiales y cotidianidad de una época, el interés investigativo de este libro por los años sesenta y setenta en Colombia y el mundo responde tanto a la posibilidad de entender el presente como a la necesidad de situar un acontecer de tensiones entre lo local y lo universal, entre la propia experiencia vital y un contexto de violencias estatales y contraestatales, entre la cultura universitaria y una generación minoritaria, rebelde y en tránsito del campo a la ciudad, que accede por primera vez a la educación superior. No hay que olvidar que en Colombia una infancia de provincianos de clase media por primera vez hace ruptura con la tradición.

      La universidad se encuentra circunscrita al ámbito cultural de la sociedad en que se constituye, sin establecer una interrelación puramente jerárquica. Las principales influencias del ámbito universitario colombiano en los años posteriores a Mayo del 68 no provienen únicamente, ni en todos los casos, de estudiantes y profesores de los centros de educación superior; intelectuales y escritores nacionales o foráneos más importantes del momento también influyen en el panorama cultural de esta época.

      La protesta universitaria y la producción literaria de los años sesenta y setenta en Colombia se sintonizan con los acontecimientos ocurridos en el mundo durante Mayo del 68. El entorno de las universidades es el


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