Sexo y dinero. Cordelia Callás

Sexo y dinero - Cordelia Callás


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pueblos de la antigüedad, tenía, además de la veneración religiosa, propósitos más mundanos y prácticos. Babilonios, sumerios, fenicios y chipriotas creían que el acto sexual dedicado a la diosa habría de ser compensado por Astarté, o por Inanna, o por Ishtar, con una generosa ola de fertilidad, tanto para las mujeres cuanto para la tierra. En consecuencia, prosperidad para la ciudad y felicidad para las familias.

      Otro de los templos alzados en honor a la diosa del amor, en este caso Afrodita, se situaba en la costa mediterránea a 16 kilómetros de la ciudad de Pafos. Hasta allí llegaba cada día una multitud de peregrinos que, para adorar a la diosa, caminaban a pie los 15 kilómetros que separan a la ciudad de Pafos del santuario.

      El templo, del que aún quedan vestigios, había sido construido por los antiguos pobladores de la isla de Chipre a 25 kilómetros de la costa de Petra Tou Romiou, en cuyas aguas nació Afrodita según la leyenda.

      La historiadora Lucía Santibáñez González repasa los comienzos del culto a la diosa del amor:

      "El culto de Afrodita se establece oficialmente en Chipre alrededor del 1500 a. C., con la construcción de un templo en un lugar elevado, en la actual Kouklia en la zona de la Antigua Pafos. Sin embargo, ídolos de una diosa de la fertilidad datan de principios del 3800 a. C., encontrados en Palea Pafos. Este culto puede deber su origen a colonos aqueos, quienes adoptaron la devoción de una diosa de la fertilidad nativa llamada Astort (forma cananea de Ishtar) que helenizaron como Afrodita”.

      Vemos una vez más el grado de relación, incluso a nivel de creencias, que tenían los pueblos antiguos. Finalmente, aclara la historiadora:

      "El culto a Afrodita sobrevivió en Pale Pafos hasta el siglo iv d. C., cuando el emperador Teodosio declaró ilegal el paganismo. No se sabe cuándo el culto a Afrodita se suprimió por completo, o si acaso la población local se resistió al edicto”.

      Y aquí vale un comentario sobre tan importante deidad. El sitio elegido por los antiguos pobladores de Chipre para construir un templo en el que adorar a la diosa del amor, se relaciona con lo que es la leyenda respecto del nacimiento de la diosa.

      La mitología griega cuenta que Gea, la madre Tierra, engendró a Urano, el Cielo, y luego se unió a él para poder dar a luz a los Titanes, los Hacatonquiros y los Cíclopes.

      Sin embargo, como Urano odiaba a sus hijos, los obligaba a vivir en lo más profundo del seno de Gea, la madre Tierra, hasta que un día ella decidió liberarlos y les pidió que matasen a su padre.

      Los hijos, en tanto, se negaron a cumplir con el pedido de Gea porque le temían a la furia de Urano si fracasaban en la misión. Sólo uno de ellos aceptó el desafío, Cronos, el hijo menor. Gea, entonces, le entregó una hoz de metal como única arma para enfrentar a Urano.

      Una noche, cuando Urano cubrió a Gea para copular con ella, Cronos desenfundó la hoz y le cercenó los genitales a su padre. La sangre y el semen de Urano cayeron al mar, cerca de la costa, y al entrar en contacto con el agua se formó una espuma, la cual engendró a Afrodita.

      La diosa del amor, dice la mitología, no tuvo infancia. Nació siendo ya una muchacha adulta de infinita belleza, deseable, vanidosa y susceptible; dueña de un muy malhumor.

      La costa que vio nacer a Afrodita se ubica a 25 kilómetros del lugar en el que los antiguos habitantes de Chipre construyeron el santuario destinado a la gran diosa del amor.

      La abuela oculta

      Desde luego, hay diferencias (unas sutiles, otras basales) entre las diosas del amor y la fertilidad veneradas por los pueblos de la antigüedad. Astarté representa todo aquello para los fenicios y cananeos. Pero también y algo alejada de sus congéneres, sobre todo en la parte ritual, estaba Ashera, la diosa más importante de la antigua tradición israelita y, tal cual subraya Xabier Pikaza, "una de las figuras más significativas de la mitología semita”.

      En su libro La mujer en la Biblia judía, el teólogo español Xabier Pikaza rastrea lo que fue en principio la presencia de la diosa madre en la religión judía, y su posterior desaparición.

      Escribe Pikaza:

      "En el surgimiento del Israel bíblico influyeron por lo tanto (al menos) dos elementos principales. a) Algunos grupos cananeos autóctonos, básicamente pastores marginales, partidarios de la Diosa (el Dios/Diosa), con imágenes y lugares sagrados (templos) que habitaban en la tierra de Palestina. b) Los defensores de Yahvé, un dios guerrero sin imagen ni sexo, más propio de grupos nómades que vienen del desierto. Del enfrentamiento y fusión de esos grupos (a los que uniremos el recuerdo de los patriarcas/matriarcas trashumantes) ha surgido el monoteísmo judío posterior, propio de aquellos que terminaron expulsando (o recreando de otra manera) a la diosa, que se hallaba en el principio del proceso religioso de Israel, y después rechazada y borrada por los partidarios del 'sólo Yahvé, sin figura femenina”.

      Sin embargo, señala Pikaza, entre los siglos x y el siglo vi a. C. Ashera (junto a Baal) fue la representación religiosa más frecuente de Israel, según las excavaciones arqueológicas.

      Según la versión en la que la diosa ocupa un lugar junto al Dios masculino, Yahvé no tenía esposa cuando llegó desde el desierto para instalarse en Canaán y conquistarla con sus guerreros. Era, en efecto, un Dios solitario y celoso, incapaz de compartir su poder con una diosa. Pero, con el tiempo, optó por tomar una esposa, que fue Ashera.

      ¿Cómo se insertaba, entonces, Astarté en la antigua religión israelita? Leamos al teólogo español:

      "En algunos momentos, Astarté puede identificarse con Ashera y así aparece relacionada con Baal, en la ordalía del Carmelo (donde se habla de profetas de Baal y Ashera: cf. 1 Re 18). Pero, en principio, Ashera y Astarté son diferentes. Ashera es la Madre y su pareja es Ilu/Elohim/Allah. Astarté, en cambio, es 'Diosa activa' (fundadora del orden social) y suele estar asociada con Baal [...] Se cree que los antiguos judíos sacrificaban vidas humanas en su honor, ya que el culto de la diosa está vinculado estrechamente con la sangre; lo que sí se sabe, en cambio, es que muchos de los pueblos que la veneraban sacrificaban animales en su honor”.

      Astarté es, sin dudas, junto con Afrodita, la diosa del amor y la fertilidad más reconocida y representada. Astarté, que es la exaltación del amor, pero también de los placeres carnales y la fertilidad, fue pintada por el británico Dante Gabriel Rossetti en 1877, utilizando a Janes Morris como modelo. Allí se la ve a la diosa cubierta por una túnica verde, un collar de perlas a manera de cinturón y cubriéndose púdicamente, con cada una de las manos, la zona del pubis y parte de los senos.

      En la antigüedad, empero, se la representaba desnuda y con senos y abdomen prominentes. En su honor se alzaron templos en diferentes lugares, incluso en Jerusalén, donde Salomón ordenó que se construyese uno dedicado a la diosa que se conservó por cuatrocientos años.

      Pero la diosa venerada y hasta temida por muchos pueblos antiguos sería condenada y descalificada por la religión israelita triunfante, la de los "sólo Yahve.

      Regresemos una vez más a Xabier Pikaza:

      "Astarté aparece en el Libro de los Jueces, como causante de la caída e idolatría de los israelitas que dejaron a Yahvé, y adoraron a Baal y a Astarot' (Jue 2,13). 'Pero los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Yahvé y sirvieron a los Baales y Astarot, a los dioses de Siria, a los dioses de Sidón, a los dioses de Moab, a los dioses de los hijos de Amón y a los dioses de los filisteos. Abandonaron a Yahvé y no lo sirvieron' (Jue 10, 6). En el primer pasaje Baal y Astarté forman una pareja, como en los textos de Ugarit. Pero en el segundo Astarté aparece como figura independiente, vinculada a los dioses de los países del entorno”.

      La imagen de esta diosa, si se quiere controversial, ha sido vinculada con la luz, pero también con la oscuridad; con el amor y la fecundidad, pero también con la guerra y con la muerte. En síntesis: Venus y Marte.

      Lo cierto es que, en los orígenes de un culto que se ha "limpiado” con el tiempo, también la religión judía, madre de otras religiones monoteístas actuales, tiene su "muerto en el placard”, en lo relativo a diosas relacionadas con el placer, la fertilidad


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