Fabricato 100 años - La tela de los hilos perfectos. Jairo Campuzano Hoyos

Fabricato 100 años - La tela de los hilos perfectos - Jairo Campuzano Hoyos


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hacia la minería y el comercio, sus recursos laborales se concentraron en estos sectores, lo que imposibilitó el desarrollo de un sector artesanal y sobre todo textil. La ausencia de una industria textil en Antioquia durante el siglo XIX explica que la provincia fuera exportadora de oro e importadora del 80% de los géneros de algodón que consumía, provenientes de Inglaterra, fundamentalmente.19

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      Fundadores de Fabricato: Carlos Mejía Restrepo, Antonio Navarro Misas y Alberto Echavarría Echavarría Gloria, Nos. 13-14, Medellín, 8 de mayo de 1948

      Hacia 1860, se calcula que entre el 30% y el 40% de los textiles consumidos en el país procedían de las manufacturas nacionales, margen que se redujo al 20% a finales del siglo.20 Coherente con esta tendencia, para la época en que se fundaron Fabricato y las restantes principales empresas del sector, cerca del 80% del consumo textil nacional lo cubrían las importaciones de géneros de algodón.21

      No obstante la superior calidad de los productos importados y las mejoras en los sistemas de transporte férreo y fluvial que facilitaban su introducción al país, había factores que jugaban en contra de los géneros extranjeros y a favor de la creación de una industria nacional. Entre ellos, uno de vieja data: la quebrada geografía colombiana, que siempre se tradujo en altos fletes. A esto se sumaban las políticas proteccionistas de 1903, 1913 y 1931 promovidas por los gobiernos nacionales de la época, que apoyaban la industrialización del país y, al tiempo, buscaban mejorar los ingresos del fisco.

      La política de fletes diferenciales implicaba que la importación de maquinaria, telares, hilos y algodón en bruto gozaba de bajos o nulos aranceles, mientras que productos manufacturados, como los textiles, tenían impuestos de aduana de más del 20%. A principios del siglo, un oficial inglés indicaba al respecto: “Todavía, se traen desde Manchester telas de baja calidad y algunas de mejor calidad; el resto se produce en Medellín [pues ya se habían fundado varias empresas] y como el producto nacional está fuertemente protegido por los impuestos sobre las importaciones y los altos costos del transporte al interior, les resulta fácil a las compañías nacionales competir con los productos importados”.22 A la substitución de las manufacturas importadas por las nativas contribuyó el bloqueo al comercio internacional causado por la Primera Guerra Mundial (1914-1918), coyuntura favorable que aprovecharon los Mejía, los Navarro y los Echavarría para fundar a Fabricato.

      La conversión de comerciantes en industriales no solo se debió al surgimiento de nuevas oportunidades de negocio, sino también a que desde finales del siglo XIX se agotaban las que ofrecía el comercio, de modo que, para la posguerra (1920), las casas comerciales habían saturado el mercado de capitales y de mercancías de la región antioqueña y debían competir más en medio de una fuerte disminución de los márgenes de ganancias y de aumento de los riesgos. Ello se debía a que el importador tenía que despachar los productos a lomo de mula por riesgosos caminos y montañas hacia lejanos pueblos y conceder largos plazos a los minoristas, que exigían dilatados créditos con bajos intereses.

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      Acta de la primera reunión de la Junta Directiva de la Fábrica de Hilados y Tejidos del Hato, Medellín, 1 de mayo de 1920

      Archivo Fabricato

      Los importadores locales estaban sujetos a las casas comisionistas inglesas, que concedían hasta nueve meses de plazo, mientras que las norteamericanas solo otorgaban tres o cuatro meses. Por ejemplo, hacia 1907, una tela de Nueva York podía pagar altos fletes aduaneros (hasta del 37% del costo del producto) y estaba sujeta a la depreciación del peso y a altos costos del transporte (de hasta el 27%). El empresario, ingeniero e intelectual Alejandro López indicaba que, en estas condiciones de feroz competencia, el comercio se había convertido en un inestable “juego de suerte y azar”. Por ello, los comerciantes buscaron invertir sus capitales en actividades más seguras y lucrativas, como la especulación inmobiliaria, pero, sobre todo, la creación de industrias, cuyo mercado estaba en expansión y podría ser protegido por gobiernos sobre los que tenían injerencia y capacidad de presión, pues eran sus coterráneos y familiares.23

      En este propicio contexto, y frente a una actividad tan lucrativa, no es extraño que los comerciantes nacionales se hubieran decidido, además de su venta, por la fabricación de telas y por las confecciones. En calidad de importadores, los Mejía, los Navarro y los Echavarría conocían muy bien este mercado: calidad y tipos de telas, fabricantes, agentes proveedores y casas matrices, trámites aduaneros, riesgos y seguros, transporte transatlántico, preferencias de sus clientes, medios de propaganda y hasta arrieros y caminos. Como en principio no abandonaron el comercio de importación, se colige que, al incursionar como fabricantes, estaban efectuando en sus empresas lo que se denomina una “integración” o “encadenamiento hacia atrás”. Ello significa que pretendieron controlar los negocios ubicados en la dirección contraria al cliente, al reemplazar a sus propios proveedores. Al hacerlo, los comerciantes sustituyeron la oferta de textiles extranjeros por la producción nacional y así lideraron la llamada “industrialización por substitución de importaciones”, que transformó el modelo económico del país.24 En sus inicios este proceso fue espontáneo, pero a partir de la década de 1930 fue implantado de modo deliberado por el Estado colombiano como proyecto de nación moderna.

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      Toma del agua de la quebrada El Hato para la Planta Fabricato en Bello, 1927.

      Archivo Fabricato

      Eran evidentes las dificultades que suponía abrir una fábrica en un entorno profundamente pueblerino y rural, cuyos consumidores estaban acostumbrados a las telas extranjeras, y en una urbe arrinconada por la agreste geografía andina. Sin embargo, los estrechos vínculos parentales y de amistad entre la burguesía antioqueña permitieron a los fundadores de Fabricato conocer las prometedoras perspectivas de las empresas creadas por sus familiares y convecinos antes que ellos. Entre estas: Compañía Antioqueña de Tejidos (1902), Fábrica de Hilados y Tejidos de Bello (1903), Compañía de Tejidos de Medellín (1905), Fábrica de Tejidos Cortés y Duque (1906), Compañía Colombiana de Tejidos (Coltejer, 1907), Claudino y Carlos Arango (1909), Fábrica El Perro Negro (1909), Fábrica de Tejidos Hernández Montoya (1910), Compañía de Tejidos Rosellón (1911/15), Fábrica de Tejidos Montoya Hermanos (1914), Fábrica de Tejidos La Constancia (1914), Fábrica de Tejidos de Jacinto Arango y Cía. (1914), Fábrica de Tejidos del Banco de Sucre (1916), Compañía Unida de Tejidos y Encauchados (1918) y Tejidos Unión (1919). No sobra aclarar que la Compañía Antioqueña de Tejidos, que fue fundada en 1902, no funcionó. En 1903 los mismos socios crearon la Fábrica de Hilados y Tejidos de Bello, que tampoco funcionó. En 1905 retomaron la idea con el nombre de Compañía de Tejidos de Medellín, la misma que en 1933 pasó a llamarse Fábrica de Tejidos de Bello, que fue comprada por Fabricato en 1939.25

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      [Detalle] Telar Draper. Acción de 10 pesos No. 0120 de la Fábrica de Hilados y Tejidos del Hato. Suiza, A Trüb & Cie. Aarau, 1930. Archivo Fabricato

      Barranquilla, ciudad en la que la industria textil inició con mayor empuje y más temprano que en Medellín, contaba con quince empresas fundadas entre 1895 y 1925, mientras que Cartagena tenía tres para el mismo período y Cali dos.26 Las grandes y medianas empresas textiles de la sabana de Bogotá, fundadas entre 1907 y 1919, sumaban cinco, pero las existentes sobrepasaban esta cifra.27 No hay que olvidar la Fábrica de Tejidos Samacá, localizada en Boyacá y fundada en 1889, y la Empresa de Hilados y Tejidos de San José de Suaita, ubicada en Santander, cuya creación data de 1907.28

      Este entable industrial respondió a la demanda de textiles nacionales, de modo que, hacia 1942, el porcentaje de las telas de algodón importadas en todo el país había descendido al 5,7%,29 como resultado de los factores citados y al abandono del mercado nacional por las


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