Siete historias de vida. Anayanci Fregoso Centeno
llamadas en ese entonces como “rojas”. En 1918, hubo conflictos entre los trabajadores católicos y los rojos en La Experiencia y Río Grande. En La Experiencia, Díaz confrontó a la lpo. Esta organización católica trataba de reclutar jóvenes para que no perdieran sus valores morales, pero no se interesaba por mejorar y regular el trabajo femenino, por lo que no era atractiva para todas las obreras. Díaz, junto con el crf, organización anticlerical e iconoclasta afiliada a la com dirigida por la maestra Atala Apodaca y con vínculos con el Consejo Feminista Mexicano, protestaron enérgicamente por el uso de la religión para indoctrinar y controlar a las trabajadoras.23 Díaz, Apodaca y el crf estuvieron a favor de organizar a las trabajadoras con una visión opuesta a la católica y con el fin de contribuir a crear una “nueva mujer” con ideas radicales, con una mezcla de ideas anarcosindicalistas, socialistas y comunistas.
A principios de la década de 1920, Díaz colaboró en algunas escuelas primarias de Guadalajara, para enseñar a las niñas algunas manualidades e instruirlas en la importancia de que sus familias lucharan para mejorar sus condiciones de vida. De esta forma estableció contacto con Guadalupe Martínez y sus hermanas, niñas que estudiarían la Normal y que asistieron a la escuela dominical del crf en la com. Posteriormente, Guadalupe se convirtió en una líder política clave en el movimiento obrero organizado en Jalisco.24 Este fue el inicio en el que Díaz entabló lazos con maestras de clase media, quienes trataron de influenciar en la formación de una nueva generación de mujeres con una visión secular-no católica y moderna. Juntas participaron en la creación de sindicatos y organizaciones de mujeres para luchar en contra de las asociaciones católicas y ayudaron a ampliar el espacio público y social para las mujeres en la Guadalajara revolucionaria de la década de 1920.
Entre la mujer obrera y la mujer moderna
A principios de la década de 1920, la politización que experimentó Díaz —por sus propias condiciones de trabajo en La Experiencia, por el proceso de sindicalización que vivió en Amatlán y los choques entre las organizaciones católicas y “rojas” en Guadalajara— se aceleró por la alianza política que establecieron los gobernadores revolucionarios con obreros y por la influencia que recibió de los líderes obreros internacionales. La década de 1920 en Jalisco fue un periodo de intensa movilización social y política promovida por los gobernadores Basilio Badillo (1921-1922) y José Guadalupe Zuno Hernández (1922-1926), quienes implementaron medidas anticlericales, populistas y radicales para fortalecer el grupo político que favorecía la organización de trabajadores(as) y maestros(as). Estos gobernadores lucharon contra la propuesta de la acción social católica y crearon su base social por medio de unos intercambios políticos con las masas. Promovieron la creación de organizaciones campesinas, obreras y de maestros, en las que favorecieron que se incorporaran las mujeres, para que pugnaran por mejorar sus condiciones de vida, de trabajo, demandaran el reparto de tierras y se establecieran escuelas para los hijos de campesinos y obreros. La alianza entre los gobernadores revolucionarios y las masas generó proyectos y programas sociales como la Colonia Obrera y la Casa Amiga de la Obrera, una escuela y guardería para los hijos de las madres solteras. Se abrió un espacio político para que diversos trabajadores y organizaciones obreras manifestaran su necesidad urgente de que se reglamentaran sus derechos constitucionales, por medio de una ley estatal. Por ejemplo, María A. Díaz le solicitó verbalmente al gobernador Zuno que decretara una ley estatal del trabajo para contener la explotación extrema que sufrían.25 Ya desde la década de 1910, diferentes organizaciones, líderes empresariales, intelectuales y obreros y sindicatos habían solicitado y propuesto el establecimiento de un Departamento del Trabajo que regulara las relaciones obrero-patronales y que se reglamentara lo estipulado en el artículo 123 de la Constitución de 1917. Esta activa participación de diferentes integrantes de la sociedad civil, y en especial de grupos subalternos (como obreros y mujeres), en diálogo, alianza o choque con el incipiente Estado revolucionario influyó para que Zuno promulgara la Ley Estatal del Trabajo en 1923, la cual seguía los postulados generales estipulados en la Constitución de 1917, que reconocía el derecho de las trabajadoras al descanso de maternidad, guarderías, el salario mínimo y el pago equitativo por un trabajo que también realizaran los hombres. Estas especificaciones legislativas facilitaron que hombres y mujeres exigieran ante el Departamento del Trabajo y la Junta de Conciliación y Arbitraje que se aplicaran sus derechos laborales —el derecho a tener un trabajo, al salario mínimo, a organizar un sindicato, el cumplimiento de sus contratos laborales y el descanso dominical—.
La actividad sindical intensa de Díaz concuerda con el zunismo en Jalisco. Al inicio de 1922, María A. Díaz, en representación de varias compañeras, presentó una queja ante el Departamento del Trabajo en contra del subdirector de la fábrica La Experiencia por no poner fin a los insultos y arbitrariedades de una trabajadora. Díaz pedía su destitución.26 Aunque esta queja no especificó en detalle el tipo de arbitrariedades, muy probablemente esa trabajadora pertenecía y apoyaba al sindicato católico. Tal vez esta petición no fue escuchada y resuelta como lo requerían Díaz y sus compañeras. Este es un indicio de que adquirieron conciencia de la necesidad de formar un sindicato para luchar por sus propias demandas, necesidades y derechos. Por lo que el 22 de mayo de 1922, Díaz, Ignacio E. Rodríguez, Pedro M. Chávez, Timoteo Durón, Juventino Servín, y otros, crearon la Unión Obrera de La Experiencia (uole), con el lema “por el bien colectivo” afiliado a la faoj. Díaz fue electa secretaria general y el comité quedó integrado por J. Refugio González, J. Francisco González, Heraclio Navarro y María Juárez.27 Desde su surgimiento la uole fue muy activa, defendió a obreros despedidos injustamente,28 se quejó de los abusos de los porteros que permitían llegar tarde a los trabajadores católicos, pero no a los rojos,29 exigieron que se llevaran a cabo inspecciones en esa fábrica para que constataran las pésimas condiciones de trabajo, la falta de servicios médicos y sus bajos salarios.30 Como ya se indicó, esta actividad sindical provocó que a finales de 1922 se intentara asesinar a Díaz.
Después de ese intento, Díaz decidió cargar una pistola para protegerse e imponer más respeto en sus prácticas políticas, ya que era una mujer morena, de tamaño mediano y delgada. Las personas que la conocieron e hicieron un trabajo político con ella recuerdan que siempre se peinaba con un chongo, usaba faldas lisas, blusas con mangas largas, mancuernillas y zapatos sin tacones. Tenía una voz grave y gozaba de una gran facilidad de palabra. La describen como inteligente, una luchadora verdadera, una líder que sabía escuchar y ayudar a la gente. Dispuesta a pelear ante cualquier autoridad por justicia social.31 Su forma de vestirse la representa como una mujer austera que no buscaba resaltar su feminidad y sexualidad. El uso de mancuernillas, una pistola y su participación activa en la política la presentaron como una mujer que se masculinizaba. Esta masculinización pública era una manera de aminorar las diferencias entre su cuerpo de mujer, la concepción del estereotipo femenino —apolítica, madre y dependiente— y su trabajo político que se identificaba con los hombres.
María Arcelia Díaz.
A mediados de 1923, Díaz fue despedida y demandó a la fábrica.32 Recibió una indemnización de noventa pesos.33 Después de su despido, extendió su labor sindical a otras fábricas textiles —Atemajac, Río Blanco— y de papel —El Batán—.