Siete historias de vida. Anayanci Fregoso Centeno
Progresista Libertario Obreros del Batán (1925).34 Gestionó demandas en contra de la fábrica de Atemajac,35 la Compañía Industrial de Guadalajara,36 la Compañía Hidroeléctrica de Chapala37 y otros empleadores. Hizo pública su desaprobación de que algunos trabajadores se opusieran a sindicalizarse; consideraba que los no sindicalizados provocaban conflictos entre los demás obreros y los industriales.
En 1925, Díaz fue la primera representante obrera de la industria textil local en la Junta Municipal de Conciliación y Arbitraje. Como parte de esta Junta le pidió al gerente de Río Blanco que los salarios de los trabajadores cubrieran sus necesidades básicas, es decir, que se les pagara el salario mínimo de una jornada laboral de 8 horas y que el tiempo extra debía compensárseles.38 El 3 de marzo de 1925 el Congreso estatal le preguntó al Jefe del Departamento del Trabajo que le enviara información sobre los servicios de Díaz como una inspectora honoraria de las fábricas textiles de Atemajac, Río Grande y Río Blanco, porque pedía que fuera indemnizada por sus servicios.39 El Departamento del Trabajo informó que le había dado una identificación como inspectora, pero no la había nombrado con ese cargo y aclaraba que esos servicios los había hecho por su propia iniciativa. Díaz había informado tenazmente sobre las condiciones de trabajo ante el Departamento del Trabajo y presionó intensamente para que implementara la Ley del Trabajo.40 Finalmente, Zuno le otorgó una remuneración por su trabajo político y social, y la nombró como inspectora del Consejo Superior de Salubridad; puesto considerado como más propio para la labor pública de las mujeres.41
Esta solicitud de Díaz coincidió con la visita que hizo Jane Adams a Guadalajara, una reformadora social norteamericana y fundadora del Hull House en Chicago, un centro donde se formularon y practicaron reformas sociales entre intelectuales y trabajadores.42 En esa visita, Adams se entrevistó con Zuno. Aunque no se sabe de qué hablaron, muy probablemente ambos intercambiaron sus opiniones y experiencias de la participación de las mujeres en la esfera pública. Zuno, al igual que muchos caudillos revolucionarios, no estaba a favor de la emancipación de las mujeres, pero apoyaba que recibieran un mejor adiestramiento para que fueran más útiles en la sociedad y que se introdujeran reformas más igualitarias en las políticas de género y sociales. Esta postura ha sido llamada la modernización del patriarcado.43 En contrapartida, la postura de Adams concuerda con lo que se ha llamado maternalismo, es decir, el discurso que exaltaba las virtudes de la domesticidad mientras que al mismo tiempo legitimaba las relaciones públicas de las mujeres en la política y en el estado, la comunidad, el trabajo y el mercado de trabajo.44 Las ideologías maternalistas, mientras hacían referencias a imágenes tradicionales de la mujer, implícitamente retaban las fronteras entre lo público y lo privado, entre mujeres y hombres, entre el estado y la sociedad civil. Por tanto, el nombramiento que le otorgó Zuno a Díaz y las prácticas y demandas que realizó, se enmarcaron dentro de estos debates.
Aunque Díaz no escribió una propuesta de programa de política social para la clase trabajadora en la región de Guadalajara, en diferentes peticiones hechas ante el Departamento del Trabajo se pueden distinguir que sugería reformas laborales, de salud y de vivienda que beneficiarían principalmente a los obreros textiles. En relación a las condiciones de trabajo, continuó recomendando que se pagara el salario mínimo, que se compensaran las horas extras y ordenaba a las fábricas que tuvieran un buen servicio de luz eléctrica para evitar que pararan la maquinaria bruscamente, ya que estas interrupciones arruinaban las telas y los trabajadores eran obligados a pagar esos daños con sus salarios. Demandaba que las fábricas tuvieran buenos servicios de salud. Para compensar los bajos salarios, sugirió que las fábricas textiles cobraran una renta más baja a las casas que alquilaba a los trabajadores, que el costo de la electricidad fuera menor y que a los trabajadores se les permitiera cultivar huertos para que sus familias consumieran lo que plantaban.45 Con estas propuestas, Díaz esperaba influenciar la política social y laboral, pero sólo el pago del salario mínimo se llegó a cumplir en un corto plazo, el resto de sus propuestas requirieron más tiempo o no se llevaron a cabo.
Zuno protesta durante la toma de poder.
Para 1926, Díaz dirigió el Centro Evolucionista de Mujeres (cem) en Guadalajara, una organización que formaba parte del Bloque Independiente de Agrupaciones Obreras.46 En esta organización, continuó con su política de sindicalización y de lealtad a las asociaciones obreras. A mediados de 1926, Díaz destituyó a Zenaida Torres como taquimecanógrafa porque se había negado sistemáticamente a asistir a las sesiones del cem y a cumplir con sus acuerdos. La señorita Torres afirmó que ya no necesitaba del cem porque tenía un trabajo. Las integrantes del cem acordaron cesarla para mostrar que eran “celos[as] de su prestigio, de su seriedad y disciplina”.47 Nombraron a otra que debía ser leal y disciplinada. No se sabe exactamente qué hacía el cem, pero trabajaba en coordinación con los líderes comunistas laborales que apoyaban al zunismo.48 Sin embargo, el trabajo político de los comunistas se concentró en los centros mineros, textiles y en la industria eléctrica, porque los concebían como núcleos revolucionarios importantes para luchar en contra del imperialismo y el capitalismo. Esta era una visión masculina que dominaba el movimiento obrero organizado y percibía a las mujeres como un elemento conservador. No era su prioridad resolver las necesidades y demandas de las trabajadoras. Por tanto, la falta de interés de la política masculina en los problemas que aquejaban a las mujeres, el desplazamiento de obreras en las industrias textil y en la de nixtamal, y el debilitamiento de la Iglesia católica y del proyecto de acción social católica por la Cristiada (1926-1929), que coincidió con el crecimiento de asociaciones femeninas,49 provocaron que Díaz diera un giro: de luchar por la clase trabajadora a enfocarse sólo por las mujeres trabajadoras.
El establecimiento del Círculo Feminista de Occidente (CFO)
En 1927, María A. Díaz y siete mujeres establecieron el Círculo Feminista de Occidente (cfo), afiliándolo a la Confederación de Obreros de Jalisco, para luchar por las trabajadoras.50 El cfo reunió a textileras, torteadoras, molineras, maestras, estudiantes de la Normal, empleadas de teatro, taquilleras, trabajadoras domésticas y amas de casa. Entre las activistas había maestras que venían de familias obreras con una cultura anti-clerical y liberal. Laura Rosales, en ese tiempo una estudiante de la Normal, venía de esas familias. Su padre fue un tejedor en la fábrica de Río Grande y había combatido a las organizaciones católicas en la década de 1910. Guadalupe Martínez, una maestra cuya familia también tenía antecedentes de la clase trabajadora con una visión liberal y anti-clerical. Su padre fue un electricista y había participado en la fundación de la com en Guadalajara en 1914. Su madre también trabajó en las fábricas textiles y era una pariente lejana de María A. Díaz.
El acta constitutiva del cfo estipuló