Entrenamiento de base en el fútbol sala. Jesús Velasco Tejada
aspecto afecta a la dinámica del grupo. Las relaciones entre los miembros del grupo son tan importantes para la buena marcha de éste como otras facetas del entrenamiento, pero por desgracia muchas veces se dejan de lado privilegiando esos otros aspectos más tangibles y más fáciles de controlar.
Este factor está íntimamente ligado al de compromiso, pues es clave en el buen acoplamiento de todo equipo que practique un deporte colectivo. El trabajo de estos dos factores permitirá el desarrollo y afianzamiento de la personalidad de los jugadores, mejorando su autoestima y dotándoles del convencimiento de que la cooperación con los demás compañeros propiciará un juego colectivo positivo que aumentará sus posibilidades de rendir óptimamente.
Así mismo, por mediación de la interrelación intentaremos crear un ambiente de colaboración entre los jugadores, haciéndoles entender que sólo con la ayuda de todos podremos llevar adelante el objetivo prefijado. Es imprescindible ya a esta edad que los jugadores abandonen la idea del juego individual, para sumergirse en el pensamiento y el sentimiento colectivos.
8.9MULTILATERALIDAD
Este principio propone que en el entrenamiento se trabajen todos los componentes que influyen en que el jugador sea completo, sin dedicar excesiva atención a ninguno de ellos, lo que podría provocar abandonar el entrenamiento en otras facetas quizá menos importantes a priori, pero a la larga básicas en la formación del jugador.
El peligro que puede acarrear no contar con este principio es el de caer en la búsqueda de una excesiva especificidad para la que el jugador quizá no esté aún preparado. No es bueno orientar todo el tiempo de los entrenamientos a desarrollar un solo ámbito, aunque éste sea el estratégico, que en teoría es el que engloba a todos los demás. Esto puede hacer que los jugadores “olviden” la importancia de los otros ámbitos, como puede ocurrir cuando un jugador está más pendiente de hacer el movimiento que le hemos explicado que de pasar bien el balón antes de hacerlo, con lo cual aunque realice bien el gesto táctico no servirá de nada si antes ha perdido el balón. Problemas así le pueden llevar a adquirir comportamientos demasiado estereotipados, demasiado rígidos, por no tener desarrolladas todas las capacidades que intervienen en el deporte practicado al no haber alcanzado todavía la maduración en ninguno de estos ámbitos.
Este principio se basa en que cada nuevo aprendizaje se apoya en un aprendizaje asimilado anteriormente, y ésta es una realidad en la formación de un jugador que siempre debemos tener presente. Es innegable que para que un jugador pueda defender en bloque, coordinado con sus otros compañeros, antes debe aprender a hacerlo sólo para conocer las bases de la defensa. Una vez conseguido esto podrá aprender a defender junto a los demás, con el grupo, pero sin dejar jamás de tener en la cabeza las premisas que le dictan cómo se hace la defensa individual. Un ejemplo claro del error del que hablamos muchas veces lo tenemos cuando vemos que un jugador está excesivamente atento en ayudar al compañero que marca al poseedor del balón, tan atento que en ocasiones olvida a su propio par, con el peligro que esto puede acarrear. Quizá cuando veamos que se da esta situación debamos utilizar en el entrenamiento algún ejercicio en el que se realice la defensa hombre a hombre y después incidir en el grado de responsabilidad que cada uno debe asumir al hacer la defensa en bloque.
8.10PROGRESIÓN
Se basa en la relación existente entre la carga de entrenamiento y la adaptación que la asimilación de esa carga produce en el jugador. La razón de ser del progreso en la cantidad o en la cualidad del trabajo a realizar es obligar al jugador a mejorar para poder adaptarse a la dificultad creciente de los problemas que se le plantean.
Es un hecho que nuestros jugadores no aprenderán lo mismo si les proponemos unas tareas tan simples que no les exigen esfuerzo que si deben hacer ejercicios complicados que les obliguen a esforzarse para conseguir realizarlos. Por esto la dificultad de los ejercicios propuestos ha de ser progresiva y siempre adaptada a la capacidad que en ese momento tengan nuestros jugadores. Si vemos que realizar un ejercicio que un año antes les motivaba ahora no lo hace, debemos cambiarlo aumentando su dificultad para conseguir que les vuelva a motivar, pues al resultarles difícil de resolver se implicarán más en el entrenamiento tratando de resolver la situación que les hemos planteado. Esto es respetar el principio de la progresión. Veamos un ejemplo de la progresión llevada a diferentes niveles de rendimiento en el pase en carrera y la finalización con un ejercicio que comienza en un área y termina en la otra.
1.Benjamín. Con un equipo en categoría benjamín podrá resultar adecuado realizar un ejercicio de dos contra el portero en carrera, con el número de toques y de pases libre.
2.Este mismo ejercicio con alevines será interesante si reducimos el número de toques a dos, dejando siempre el número de pases libre.
3.Ya en infantiles, si queremos que mejoren la precisión del pase y la atención selectiva para mirar por dónde van a pasar antes de que el balón llegue a su posición, el ejercicio será a un toque.
4.Para conseguir el mismo objetivo en categorías superiores, la dificultad aumentará introduciendo un defensor que ayudará al portero, pudiendo jugar, con equipos infantiles que tengan ya una cierta competencia o con cadetes, tres atacantes contra el defensa y el portero y pudiendo dar dos toques cada jugador.
5.Para continuar con la progresión, dejaremos un sólo toque, reduciendo si es necesario el número de pases posibles antes de tirar a puerta.
6.En categoría senior o con juveniles de buen nivel adaptaremos el ejercicio a una situación de contraataque (dejando pocos pases y con un solo toque cada vez) o para practicar el movimiento de apoyo al compañero con balón (con cuatro atacantes contra dos defensas y el portero, pudiendo dar un toque pero con un número ilimitado de pases).
Como hemos visto el principio de progresión ha de adaptarse a los jugadores que tenemos, y más que a su edad o categoría en la que juegan a su nivel de competencia, pues ejercicios que pueden ir bien para un equipo de juveniles no se podrían utilizar con otro, aunque quizá sí con uno de cadetes de buena calidad.
8.11SOBRECARGA
Este princpio está íntimamente relacionado con el de adaptación, pues se basa en la cantidad y calidad de trabajo realizado para conseguir que el jugador se adapte al nivel del ámbito que estemos tratando.
En general es un principio que se usa en el ámbito condicional para desarrollar la capacidad física de los jugadores, pero igualmente podremos servirnos de él para el desarrollo de los ámbitos coordinativo (técnica) y cognitivo (táctico y estratégico).
La razón de ser del entrenamiento es conseguir aumentar el rendimiento de los jugadores, para lo cual se intentará estimular la capacidad en la que estemos interesados; ésta es la finalidad de la sobrecarga. Si al entrenar nos limitamos a dejar que los jugadores hagan sólo lo que saben hacer, jamás podrán mejorar; para eso, y sólo en la categoría senior, están los partidos, no los entrenamientos. Sólo con propuestas que les exijan algún tipo de esfuerzo “extra” se podrá conseguir la adaptación a ese aspecto que estamos entrenando y que queremos mejorar. Después tendremos que calibrar si ese esfuerzo que les exigimos entra dentro de su capacidad para superarlo o no. Si es así, la sobrecarga dará sus frutos; pero si esta sobrecarga queda por encima del umbral al que los jugadores pueden llegar, sólo conseguiremos frustración y desilusión, o si queda por debajo aburrimiento y apatía.
Un ejemplo de la utilización de la sobrecarga para mejorar la técnica y la táctica individual es el uso del juego a dos toques con más jugadores de los que hay en el juego real (6 x 6); ya Zego, en los primeros años del Caja Toledo en la División de Honor, a inicios de los años noventa, lo utilizaba con excelentes resultados. De esta forma el jugador debe mejorar el pase en el transcurso del juego y el movimiento sin balón para ayudar al compañero que lo tiene, así como la capacidad de decisión al tener él el balón, pues sólo tendrá dos oportunidades cada vez para pasarlo bien y no perderlo. Si vemos que los jugadores son capaces de mover el balón y de dar un determinado número de pases sin perderlo, estaremos utilizando un ejercicio en el que vamos a conseguir la mejora deseada. Pero si por el contrario observamos que los