Un día en la vida. Emmanuel S. Funes

Un día en la vida - Emmanuel S. Funes


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pleno desarrollo de la persona, el desarrollo despreocupado y sin ataduras al medio.

      Cuando reconoces una situación en la que ya no eres el artífice de las decisiones intelectuales, sino que son el resto quienes dictan los límites de tu propio alcance, es el momento en que debes detenerte. Aceptarse como ser viviente en crecimiento constante e infinita interacción con el medio, se ha transformado en una herramienta de supervivencia en estos tiempos actuales. Herramienta que, en su significado, guarda una de las verdades absolutas de la existencia. Una de las leyes fundamentales en la naturaleza del humano. La realidad es construida por ti y sucederá de la forma en que quieres que se manifieste.

      Eliminar la culpa que llevamos a cuestas nos facilitará el camino en el día a día. Liberarnos de las cadenas que voluntariamente sometemos sobre nuestras espaldas es clave para expandir la mente y el conocimiento entregado a través del flujo natural de las cosas. Interactuar con el otro, nos permite desprendernos de lo que nos limita de captar lo real de la conversación, el mensaje oculto que no va dirigido a ti, sino a tu mente, a tu espíritu: al conjunto de situaciones diarias que creas y modificas con tu mente y que llamas vida.

      Por eso, debes entender la existencia como algo fácil, un sinfín de posibilidades moldeadas por tu interior, un conjunto de indicios diarios manifestándose frente a ti mientras te encuentras con los ojos abiertos y respirando. Indicios que te ayudan o, mejor dicho, señalan caminos para lo que desees hacer, todo dependiendo de lo que realmente quieras y sientas. De ahí que es relevante entender que no se habla desde una solución de vida definitiva, desde una perspectiva de fórmula secreta que solucione todo, pues al final del camino, lo que esté sucediendo en el momento o la situación en que te veas envuelto o envuelta, es producto de tus deseos interiores. La responsabilidad, detrás de tu vida, es tuya, y afrontarla de frente y expresando lo que quieres para ti, es la clave para cambiar el entorno que te rodea y ser feliz.

      “No de lo que muchas veces intentas mostrar, sale lo que de verdad quieres obtener”.

      DÍA 4

      El viejo caminaba solitario por el sendero de árboles azules y flores verdes, acompañado solo por sí mismo y una brisa que le susurraba recuerdos de los tiempos que añoraba. Aquellos en que se encontraba con ella, su amada Ellie.

      El otoño se hacía notar en el ambiente, las temperaturas estaban descendiendo, prueba de esto era el abrigo que debió desempolvar para poder salir esa mañana a caminar y recorrer los parajes de lo que ahora era su mundo. Uno que se tornó repetitivo para él desde el primer momento en que puso un pie ahí. Un lugar que, a pesar de haberlo albergado tanto tiempo, a esas alturas le parecía del todo distante y desconocido.

      La sonrisa en su rostro se había desvanecido hacía varios años, sin ser capaz de recordar cuándo fue el momento exacto en que sucedió. En su cabeza solo habitaban inverosímiles recuerdos de vidas pasadas que revoloteaban en su mente e inundaban su inconsciente con colores, sonidos y lugares que le despertaban una sensación de familiaridad y plenitud, pero que, a pesar de cualquier esfuerzo, no era capaz de recordar.

      En ocasiones, lograba ver a Ellie frente a sí, pero la impresión que lo sobrecogía muchas veces le hizo imposible hilar las palabras necesarias para dejarla ir. En las noches, su mente se entretenía con él, llenándolo de gozo al verse rodeado de sus seres queridos, llenándolo de una sensación cálida de amor y tranquilidad. Un regocijo momentáneo que más de alguna vez se transformó en miedo, lágrimas y desolación al ver cómo esas personas a las que llamaba familia se desvanecían como arena entre los dedos.

      En ocasiones, escuchaba su puerta sonar. Algunas veces dejaba entrar a las visitas inesperadas que se presentaban ante la entrada de su morada, y en otras, los echaba a patadas, sin mirar, temiendo por su vida y las consecuencias de sus actos, que lo perseguían constantemente frente a sus ojos.

      La vida rutinaria en el encierro lo volvió más viejo aún de lo que aparentaba, sus arrugas se habían incrustado con más fuerza en su frente, alrededor de sus labios y en sus manos. El peso de la conciencia lo hizo encorvarse gradualmente y el sufrimiento interno se reflejaba en las interminables canas que su pelo presentaba ante el mundo día a día.

      Una mañana de abril, fue llamado por su nombre. Era el momento… Caminó sin titubear. Silencioso por el patio, cruzó por los árboles que nostálgicamente lo acompañaron en el último tramo de su vida. Siempre escoltado por el viento y los difusos recuerdos de lo que pensaba fue su vida o, al menos, una de ellas. Cuando por fin se sentó, pudo respirar. Miró a su alrededor, contó hasta tres y con un último suspiro juntó valentía y entonó las últimas palabras que su boca articularía antes de entregar su alma al infinito: Perdóname, Ellie…

      DÍA 5

      Cuestiono y contemplo lo que podría llegar a ser mi vida, esperando que, al dar al universo la satisfacción de que estoy haciendo algo por mí, algo por lo que quiero luchar, reúna las condiciones para que todo se realice mientras avanza. Que el miedo inicial al hacer se quede en el pasado y emerja un ser diferente capaz de afrontar las adversidades, un individuo que al respirar sienta todo el oxígeno que ingresa en él y lo aproveche hasta la última molécula.

      Hallar la inspiración para actuar a diario se encuentra en algún lugar profundo del ser. Busco con ahínco aquella sensación de extraer cosas desde adentro. Actuando desde el inconsciente, guío con órdenes mis manos a través de la mente. Esto, en un intento por auto probarme que tengo lo suficiente para cumplir con mi propia búsqueda; sin embargo, conectarse consigo mismo no es tarea fácil. Atreverse a dialogar con el inconsciente para encontrar respuestas puede sonar menospreciable; no obstante, ser capaz de desprenderse de las ataduras diarias se vuelve una lucha interna constante entre lo propio, la estructura y lo inducido.

DÍA 6 DÍA 7

      DÍA 8

      Aquí me encuentro, entre almohadones celestiales que sostienen mi cabeza de la manera más gentil que pudiera existir en el planeta. Me hace sentir en casa, como un recuerdo lejano, enmascarado con buenas memorias que mi mente intenta poner por sobre el resto. Mi espalda descansa sobre espaldares impensados para el ojo humano; poseen una refinada estructura que sostiene con perfecta precisión cada una de las vértebras que componen mi espina dorsal, aligerando cualquier presión que pueda llegar a existir. Una angulación perfecta, donde toda la energía fluye por el cuerpo y lo llena de una sensación de comodidad infinita, de plenitud y vibración con el entorno. Una comodidad tan agradable, que invita a seguir encontrándome a mí mismo en los parajes de la mente, perderme entre los desconocidos secretos del inconsciente, y me adentra en la gran tierra de los sueños.

      Con pequeñas vacilaciones, mi mente parece recordarse a sí misma que vive en otro mundo, alejado del disturbio diario, pero en el que, al parecer, no le gusta quedarse.

      Cuando conectas con el majestuoso infinito de lo que nos rodea, solo queda aprovechar por completo ese momento y aprender lo máximo del yo que se muestra ante mí, que, finalmente, eres tú y soy yo.

      Las cadenas diarias que nos aturden no deben quitarnos de nosotros mismos, lo que somos.

      Cuando sientas que flotas por el extenso infinito y percibas a la gravedad ejercer acción sobre tu cuerpo, quédate todo el tiempo que sea necesario, no inundes tu mente de pensamientos sin sentido que te arrastren al círculo vicioso de inconsciencia rutinaria que demarca la vida con el calendario. Quédate donde tu desarrollo se produce mediante tu interacción con el universo.

      DÍA 9

      Amar es un sentimiento hermoso y puro, sentido por todos nosotros.

      El amar se manifiesta en todas las acciones que realizas durante el día, no solo con el resto, sino también contigo, incluso en mayor medida.

      Amarse a sí se manifiesta de distintas formas; el menosprecio es uno de los grandes catalizadores en el propio sabotaje que nos solemos realizar como seres humanos. No somos capaces de permitirnos alcanzar nuestro potencial, solo por el hecho de sentir que la presencia del otro es más importante o, mejor dicho, incidente, en


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