Harald Edelstam, Héroe del humanismo, defensor de la vida. Germán Perotti

Harald Edelstam, Héroe del humanismo, defensor de la vida - Germán Perotti


Скачать книгу
de su coraje, además de su espontaneidad y capacidad de improvisar ante el peligro, salvando la vida de más de mil chilenos y ciudadanos de varias nacionalidades que se encontraban allí ayudando al proceso iniciado por la Unidad Popular, fueran, estos últimos, asilados o estuvieran trabajando como parte de organismos de ayuda internacional.

      Edelstam mostró especial preocupación por el destino de incontables luchadores latinoamericanos que habían encontrado refugio en la democracia del Chile de Allende, obligados a huir de las dictaduras que se habían ido instalando en sus países a comienzos de la década de los 70 del siglo pasado.

      Hoy es difícil reunir a las personas salvadas por Harald en Chile. No todos viajaron a Suecia. En sus intervenciones, el propio Edelstam trasladó o hizo trasladar gente a otras embajadas que se habían sumado a la tarea de ofrecer refugio a los perseguidos. Algunos continuaron viaje a sus países de origen o lograron ubicarse donde encontraron posibilidades para rehacer sus vidas. A más de uno, debido al tiempo transcurrido, lo ha alcanzado la muerte. Dada la abrupta salida de Edelstam de Chile solo tres meses después del golpe militar, una buena cantidad de sus protegidos tuvo que ser atendida por el personal que quedó en la Embajada sueca y fue orientada hacia las organizaciones internacionales que se preocupan de los refugiados, por lo que, con ayuda de Suecia, encontraron otros destinos.

      La breve participación del valiente embajador nórdico le valió finalmente, como ya viéramos, la expulsión del país por la junta militar, que lo declaró persona non grata, hecho inusitado –y único hasta ahora– para las tradiciones diplomáticas suecas, pero que contribuyó a que se le reconociera como un hombre de acción digno de ser honrado.

      Para realizar este trabajo nos hemos basado en un voluminoso borrador en idioma sueco titulado En Svensk hjälte ( Un héroe sueco), que no ha llegado a ser publicado. Contiene los antecedentes sobre la vida de Harald Edelstam recopilados durante largo tiempo por su hijo Erik y el periodista Jan Sandquist, corresponsal de la televisión de Suecia para América Latina en los años en que el diplomático ejercía sus funciones en la región. (Nos referiremos en adelante a ese texto como Un héroe sueco).

      Jan Sandquist continúa siendo un activo recopilador de antecedentes sobre el embajador, además de difusor oral de su obra. Como testigo presencial de sus acciones en Guatemala y otros países latinoamericanos. En Chile cubrió importantes momentos del experimento allendista hasta su trágico fin y debió vivir una conmovedora experiencia al ser asesinado su camarógrafo Leonardo Henrichsen durante el conato de golpe militar el 29 de junio de 1973 en Santiago. Jan permaneció en Chile un tiempo después del golpe militar, pasando a colaborar con el embajador y reuniendo más material de reportaje. Sin el comprometido apoyo suyo y su texto, este ensayo no habría podido ser realizado. En su mayor parte se trata de un resumen de ese relato y de traducciones de las citas de varias personas, consignadas en el mencionado documento, por lo que pensamos que Jan debe ser considerado como coautor de este trabajo.

      Además, hemos usado otras fuentes de información, más bien orales, y hemos incorporado al final, para enriquecer esta resumida descripción de la vida de Edelstam, algunos testimonios de sobrevivientes del golpe militar y de colaboradores del embajador Edelstam en Chile. Las vivencias personales al respecto del que escribe estas páginas han sido incorporadas a esos anexos.

      También nos hemos basado en la biografía que lleva el título Svarta Nejlikan ( El clavel negro – Harald Edelstam– un relato sobre coraje, humanidad y pasión) del periodista Mats Fors, publicada a comienzos del año 2009, trabajo del que hemos extraído variadas citas e interpretado relatos.

      El autor se hace responsable de las traducciones de los textos consultados y de los testimonios recibidos en su idioma original.

      La vida de Harald Edelstam estuvo plagada de hechos memorables, de valientes acciones, de anécdotas y de postulados dignos de considerar. Merece mayor investigación y dedicación que la que podemos aportar aquí. Solo pretendemos, con este trabajo, contribuir a los intentos de honrar su memoria y alcanzar a ese público que hasta ahora no ha tenido sino magras noticias sobre su paso por la vida.

       Infancia y juventud

      Harald Edelstam vino al mundo el 17 de marzo de 1913. Su padre descendía de una familia de la nobleza sueca que había recibido esa investidura en 1809, en reconocimiento a los importantes servicios que sus antepasados habían prestado a la Corona, tanto en la minería del cobre como en las sucesivas guerras de su país desde el siglo XVI.

      Ese 17 de marzo fue un día frío y húmedo, típico de la transición de invierno a primavera de esas latitudes. Como era tradicional entonces, Harald nació en casa, un palacete al sur de Estocolmo de vastas extensiones de tierra e intensa vida social que bien marcaba el estatus familiar. La localidad de Älvsjö, ayer un poblado agrícola y hoy un activo suburbio de la capital sueca, era, a comienzos del siglo XX, un predio de categoría, con unas ochenta vacas, una decena de caballos, un criadero de cerdos y cientos de árboles frutales.

      De acuerdo a Lars, hermano menor de Harald, el ambiente familiar era estrictamente aristocrático, lo que contrastaba en cierta medida con una economía familiar que no estaba del todo a la altura. Se postula que el jefe de familia habría hecho inversiones fracasadas apoyando proyectos industriales y, consecuentemente, pese a su posición, no gozaba de fortuna en mayor abundancia.

      Fabian Edelstam e Hilda Dickinson, a quienes unía cierto lejano parentesco, se habían conocido en Inglaterra. Al momento de nacer Harald, su padre era funcionario de la Corte sueca y oficiaba como ayudante la princesa Margareta, esposa del príncipe heredero que más tarde sería el rey Gustavo Adolfo VI, quien al fallecer en 1973, pocos días después del golpe militar en Chile, ocasionaría algunas de las anécdotas del embajador Edelstam durante los luctuosos días del inicio de la brutal dictadura encabezada por Augusto Pinochet. Hilda, en cambio, aunque de lejana descendencia sueca, era de nacionalidad inglesa y de familia con alcurnia, lo que caracterizó las costumbres victorianas del hogar y el estricto uso del idioma inglés en su seno.

      Con Harald, Fabian e Hilda aumentaron la prole con un varón más, al que dieron el nombre de Gustaf Harald. Llegaron a tener cinco hijos. El futuro embajador fue un bebé flacucho –continuó siendo muy delgado toda su vida. “Hilda no podía imaginarse entonces que su hijo se desarrollaría como el empedernido rebelde que llegó a ser y menos que llegaría a jugar el rol que jugó para tanta gente en el mundo entero”, según uno de los hijos de Harald Edelstam, quien además agrega que el que más preocupación despertaba en la madre era precisamente Harald, que “se enrabiaba tan fácilmente”.

      La hermana de Harald, Brita, relata que tal temperamento lo acompañó incluso fuera del hogar, llevándolo a propinar insultos a sus profesoras en el colegio. No resulta raro, entonces, que el futuro diplomático haya entrado en contradicciones con su padre. Hay datos que indican que el cambio de sus estudios profesionales habría desatado una fuerte discusión entre ellos. Por su estatus social, el hijo debía haber elegido y mantenido profesiones más tradicionales, como la militar, la abogacía o la economía.

       Eran tiempos difíciles

      A pesar de la floreciente industrialización del período en que transcurrió la infancia de Harald, Suecia era entonces un país regido autoritariamente y que, para los tiempos modernos, podría ser considerado pobre, con muy marcadas diferencias sociales; en otras palabras, era subdesarrollado. Abundaban los pordioseros por las calles de sus ciudades, en las que los trabajadores vivían hacinados en precarias viviendas y el campesinado lo hacía en míseras condiciones, sirviendo a patrones feudales. De ahí se fueron desprendiendo las fuertes movilizaciones y huelgas de inicios del siglo XX, especialmente el gran paro de 1909, cuyo alcance indica la consolidación de un fuerte movimiento obrero en el país, el que más tarde sería la base del desarrollo nacional hasta alcanzar la política de bienestar social que caracterizó a Suecia después de la Segunda Guerra Mundial.

      A la formación de ese poderoso movimiento sindical se sumaba el surgimiento de partidos políticos orientados a generar mayor equidad,


Скачать книгу