Harald Edelstam, Héroe del humanismo, defensor de la vida. Germán Perotti
sonriente, del brazo de la princesa Agati Ratibur, dama que habría despertado las sospechas de Louise.
No cabe duda de que Harald no desperdició sus éxitos con el sexo opuesto a lo largo de su carrera, como veremos más adelante. Sin embargo, como ocurre en los casos de hombres de su posición, tales historias deben ir acompañadas por el beneficio de la duda, toda vez que la discreción usada en esos casos no permite confirmación y muchas veces sus detalles suelen ser usados en detrimento de la personalidad y valoración del o la personaje.
Con frecuencia, y a contrapelo de lo que pensaban sus superiores, Harald y su esposa, ya establecida esta en Berlín, se encontraban en eventos o recepciones con personas y grupos de conocida oposición al nazismo. Lo hacían al más alto nivel además. Esa intensa vida social, amparados en su inmunidad diplomática, les permitía, por otra parte, relacionarse también con la cúpula política y militar. Y por su relación con una variada gama de personas, las convicciones antifascistas del joven diplomático parecen haberse reforzado. Pensamos que la orientación de su profesión quedó definida en gran medida en Berlín, pues todas esas experiencias le permitieron captar en su verdadera dimensión el odio del nazismo contra demócratas y judíos.
Es así como una noche de otoño del año 1941, cuando todavía se encontraba solo en Berlín, Harald observa desde la ventana de su departamento que los esbirros nazis cercan la calle y van allanando casas previamente marcadas. Se trataba de familias que habían sido denunciadas. Al ver que la gente arrancaba sin dirección, bajó hasta la puerta de su edificio en bata y les fue indicando a todos los que pudo que se escondieran en su departamento. Tal acción, al parecer, fue repetida en varias oportunidades. Sin embargo, en esos casos lo frustra el no tener condiciones para proteger más allá a los perseguidos, viéndose obligado a dejarlos ir al amanecer.
En estas circunstancias, el estilo Edelstam va adquiriendo sus rasgos definitivos, especialmente en lo que se refiere a su fuerte posición en contra de la represión política. Experiencias similares e igualmente frustrantes tendrá en Indonesia años después. En Alemania lo conducen a proponer a sus superiores de la Embajada hacer algo para proteger a los perseguidos judíos, pero recibe un rotundo no: prevalecía el temor de irritar a las autoridades alemanas de entonces.
Sobre el temperamento rebelde de Harald en el trabajo
A menudo he actuado y pensado en contra de la opinión de mis colegas en el cuerpo diplomático. Así ocurrió ya en los primeros años de la década del 40 en Berlín, con una delegación demasiado blanda en su posición frente al nazismo. Los judíos hacían largas colas pidiendo refugio para no ser enviados a los campos de concentración, pero Suecia no hizo nada. Yo me sentía indignado ante ello. Miles de judíos eran deportados. La representación sueca estaba consciente de ello. Hubo antecedentes concretos sobre esa actuación en los archivos del Ministerio de Relaciones, pero fueron eliminados, alguien había reaccionado8.
La política sueca se hacía cada vez más restrictiva frente a los judíos y el personal de la Embajada estaba dividido entre críticos del régimen alemán; temerosos que, sin tomar partido evitaban toda acción que pudiera molestar a las autoridades y, en franca minoría, un par de antifascistas, entre los que se contaba Harald Edelstam.
Una vez iniciada la invasión a la Unión Soviética, con las tropas alemanas instaladas en el sur de Europa y el norte de África, se agudizan los temores de Suecia respecto a las intenciones de Hitler, con lo que la actividad de la delegación sueca en Berlín se multiplicó entre los informes de la Embajada que fueron aumentando en cantidad y motivando medidas de defensa. El joven diplomático busca, entonces, intensificar sus contactos con las altas autoridades militares, con el objetivo de recabar información al tiempo que refuerza sus vínculos con los grupos opositores que se organizan, incluso en el interior de la oficialidad nazi. Edelstam mantiene la más estricta reserva sobre ellos, pero sabemos que la mayor parte de sus amigos de entonces fueron ejecutados luego del frustrado atentado a Hitler el 20 de julio del 44. Refuerza sus contactos con grupos organizados, incluso dentro de la resistencia.
Harald ejercía sus funciones en el departamento comercial de la delegación sueca en Berlín. Su tarea consistía en resguardar los intereses de las empresas suecas que mantenían relaciones comerciales con Alemania. En esa área tuvo que enfrentarse a un nuevo escenario: funcionarios de esas empresas eran detenidos y acusados de espionaje, y solo sus empleadores –no su Gobierno a través de la Embajada– estaban en condiciones de hacer algo por ellos.
Se prepara el traslado a Noruega
Mientras la guerra comenzaba a cambiar de carácter con las dificultades del Eje en el frente oriental, la vida social de Alemania mantenía un ritmo festivo. A inicios del verano, Edelstam y su esposa se muda a las afueras de la capital. Poco tiempo tendrán para gozar del idilio suburbano. En septiembre del 42 se enteran de su inminente traslado a Oslo. A la sazón, Harald Edelstam ya ha dado muestras suficientes de su tendencia a trabajar al margen de la tradición del cuerpo diplomático sueco. La correspondencia entre él y sus jefes sugiere que la decisión de trasladarlo a Noruega responde a un criterio disciplinario. Edelstam, que en un principio se resistió, terminó por aceptar el cambio y en el otoño de 1942, se trasladó con su mujer a Oslo. Al parecer, era consciente de que su nueva asignación era una suerte de represalia por una manera de entender el trabajo diplomático que él no estaba dispuesto a transar. Para entonces, ya habían comenzado los bombardeos masivos de los aliados sobre el territorio alemán, aunque en pequeña escala. La catástrofe de las tropas invasoras en la Unión Soviética era un hecho consumado y el general Rommel iniciaba su retirada del norte de África. Sin embargo, Noruega seguía siendo dominada con mano de hierro.
Y será entonces, cuando Harald Edelstam llevará a cabo algunas de sus mayores y más osadas acciones, las que serán, no obstante, despreciadas y condenadas al olvido por . Según Mats Fors, solo treinta años después, cuando el diplomático ocupe las portadas de los medios más importantes del mundo a propósito de su trabajo en Chile, durante los primeros meses de la dictadura de Augusto Pinochet, su intervención en Noruega será reivindicada por la política sueca como un episodio fundamental de la lucha contra el fascismo.
5 J. Sandquist, Un héroe sueco.
6 J. Sandquist, Un héroe sueco.
7 Equivalente a un servicio de inteligencia. En el caso sueco, una agencia estatal independiente.
8 H. Edelstam, según cita en M. Fors, El clavel negro, 2009.
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