La educación superior en perspectiva lasallista. Fabio Orlando Neira Sánchez

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a las peculiaridades de nuestra historia y de nuestros problemas, previa inculturación dentro de la secular institución universitaria que tiene una identidad propia, con modos de realización diversos según las épocas y los lugares. Se trata, entonces, de una mirada desde los idearios lasallistas a esa herencia de siglos que recreamos en nuestro aquí y ahora colombiano, como construcción colectiva de una cierta identidad que nos aglutina y nos fraterniza no solo por los problemas comunes sino por las posibilidades culturales e históricas.2 Desde esa conceptualización propia la universidad lasallista procura adaptarse creativamente a las nuevas condiciones y escenarios.

      Entonces: Universidad lasallista, ¿qué dices de ti misma? Para el caso de la Universidad de La Salle de Bogotá, próxima a la celebración de su cincuentenario, la respuesta a este interrogante nos lleva a hacer énfasis en los siguientes cinco aspectos.

      La universidad como bien público y como servicio público

      Recordemos que en Colombia el carácter de la educación como servicio público cultural quedó establecido en la Constitución Política de 1991, el cual puede ser prestado por parte del Estado y de los particulares. El binomio bien público y servicio público aplicado a la educación comprende dos categorías no antagónicas sino complementarias. La Asociación Colombiana de Universidades (Ascún) los tipifica de una manera clara y precisa.

      La universidad entendida como bien público se constituye en

      un patrimonio nacional que debe salvaguardar la identidad nacional, ya que produce bienes públicos como el conocimiento y bienes privados como la competencia profesional, y por esto debe ser defensora del bien común y del bien público […] como bien público genera beneficios comunes y los multiplica […] y por esto debe ser protegida por el Estado y por la misma sociedad civil. (Ascún, 2010, p. 35)

      En consecuencia, al llegar al cincuentenario, podríamos reflexionar la universidad lasallista como parte del sistema universitario colombiano que es a su vez patrimonio nacional y bien público, en tanto inserto en una cultura y una sociedad que ha contribuido a forjar, transformar y mejorar. Universidad lasallista que se inscribe en una tradición educativa, con sus logros y avatares, y que aporta a la formación de la identidad nacional desde 1890, año en el cual llegaron los primeros lasallistas al país. Por tanto, existe un acumulado de saberes, de prácticas, de instituciones y realizaciones a estudiar, investigar y teorizar; también, un patrimonio arquitectónico y un patrimonio inmaterial con su historia y sus tradiciones culturales propias. Esa variada herencia es a su vez memoria y garantía, base sólida e inspiración permanente en el propósito de recrear la idea de universidad lasallista.

      La universidad comprendida como servicio público

      debe asumirse en su función de ‘servir’ a la sociedad a la cual se debe, trascendiendo la connotación meramente comercial como producto. Es esta educación la que crea la infraestructura y produce las externalidades sobre las cuales es posible construir la sociedad en todos sus aspectos, especialmente en lo relacionado con los factores económicos y productivos. Desde esta óptica, se insiste entonces en crear conciencia sobre la corresponsabilidad que tienen todos los actores sociales para el desarrollo, mantenimiento y perfeccionamiento de dicho servicio. (Ascún, 2010, p. 36)

      Aquí la noción de servicio público connota el responder a cubrir una necesidad social (salud, movilidad, seguridad, agua, energía, etc.). Para el caso que nos ocupa, la educación. De lo anterior se desprende el compromiso de la universidad lasallista con la educación de una nueva generación de colombianos. Necesidad apremiante, máxime cuando en el día a día la universidad colombiana presencia absorta a buen número de sus egresados implicados en deshonrosas situaciones (corrupción, violencia, malversación de fondos, despilfarro, ineficiencia) que desdicen de la educación superior que recibieron. Al constatar que algo falló en sus procesos educativos, no se amilana, sino que, por el contrario, redobla sus esfuerzos para corregir el rumbo y seguir formando a las nuevas generaciones por renovados derroteros. En ellos, en virtud de su talante de lasallista, privilegia la educación del ethos espiritual y religioso de la nación, con convencimiento profundo por lo católico, pero abierto a las distintas religiones sin fanatismos ni fundamentalismos.

      LA UNIVERSIDAD EN EL CONTINUUM EDUCATIVO LASALLISTA

      Los lasallistas colombianos hacen presencia en los distintos niveles educativos formando a grupos de niños, jóvenes y adultos. La historia muestra que sus escuelas, colegios y universidades no son ajenas al aislamiento y la desarticulación característicos del sistema educativo colombiano. He ahí pues una oportunidad de cara al futuro inmediato. El asunto se podría traducir en preguntas de la siguiente manera: ¿Cómo articular nuestra labor con los niveles previos al universitario? ¿Qué protagonismo y liderazgo le corresponde a la universidad lasallista en esta tarea? ¿De qué manera se podría hacer realidad la función sistémica de la universidad siendo factor de integración de las diferentes instituciones comprometidas con la misión educativa lasallista? ¿Cómo tener un campus universitario abierto a la tercera edad, una universidad donde las nuevas generaciones se enriquezcan con la sabiduría acumulada por los adultos mayores? ¿Cómo tienen que ser la escuela, el colegio y la universidad lasallistas en red?

      Es muy fácil visualizar en diagramas y flujogramas las posibilidades de interacción e interrelación entre las variadas instituciones lasallistas. Son numerosos los coloquios formales e informales llevados a cabo en torno al tema. Sin embargo, a la fecha, son escasísimas las realizaciones exitosas que se pueden mostrar de ejercicios colaborativos y de proyectos comunes entre los lasallistas colombianos. Al respecto, el camino del futuro está por crear, se trata entonces de tender puentes, aunar sinergias y manifestar con hechos que los enfoques interdisciplinares y transdisciplinares propios del nivel universitario son fuentes de posibilidades aún no suficientemente explotadas para trabajar en red mancomunadamente. Al sistema educativo lasallista le resta un largo camino por recorrer para posicionarse como un paradigma válido de mejor y mayor incidencia en la transformación de las problemáticas colombianas.

      LA UNIVERSIDAD EN MISIÓN COMPARTIDA

      Entre los lasallistas durante las últimas tres décadas se ha dado una evolución en la forma como los mismos lasallistas se ven y se sitúan, bien lo expresa la Circular 461: El cambio de vocabulario en el Instituto subraya una evolución: Familia Lasallista (Capítulo General de 1986), Misión Compartida (Capítulo General de 1993) y Asociación (Capítulo General de 2000). Esta evolución conduce, aunque con modalidades y ritmos diferentes según la Región y el Distrito, a estructuras organizativas de diálogo, de discernimiento y de toma de decisiones en las que todos los lasallistas, incluidos los Hermanos, participan al mismo nivel (Hermanos de las Escuelas Cristianas, 2010, p. 22).

      Tal dinamismo se expresa en el agenciar la misión educativa lasallista de manera colaborativa, cooperativa, compartida. Esto lleva a los lasallistas protagonistas de la universidad a reflexionar sobre la pregunta ¿qué se comparte?

      La experiencia ha ido mostrando que se da un itinerario de acción en al menos seis frentes que a medida que se cualifiquen y perfeccionen irán configurando un nuevo modo de ser lasallista. En este orden de ideas, se comparte el hacer (la misión educativa), el ser (el carisma, la espiritualidad), el saber (la pedagogía lasallista), el poder (gestión, cuerpos colegiados, trabajo en equipo, toma de decisiones), el tener (los recursos) y el estilo de vida (fraternidades, comunidades de vida). De esta manera, la universidad lasallista será más lasallista en tanto vaya perfilando las mejores prácticas para ser llevada juntos y por asociación.

      LA UNIVERSIDAD Y SU TAREA EDUCADORA FRENTE A LA CULTURA

      Si bien la cultura es connatural a la identidad de toda universidad, los lasallistas no deben dejar de pensarla en su empeño por tipificar el futuro de la idea lasallista de universidad, máxime cuando desde los orígenes de la fundación de la Universidad de La Salle sus creadores la concibieron como una institución de “cultura superior” cuyo fin primordial era “educar e instruir en la Ciencia y la Cultura a personas de ambos sexos”.3 Cincuenta años después de la firma del acta de fundación de la Universidad el 15 de noviembre de 1964, tenemos en el mundo una conciencia creciente de inmersión de todos en la cultura que es creación humana sociohistórica, y la posibilidad


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