Bruce Lee. John Little

Bruce Lee - John Little


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se acercó a la joven estrella y le preguntó que si le podía “tocar los bíceps”. “Por supuesto”, dijo Lee, respondiendo a la pregunta que le habían formulado en numerosas ocasiones. Él tensó el brazo y la invitó a tocar. “¡Dios mío!”, exclamó ella, retirando la mano al instante. “¡Es como tocar mármol caliente!”.

      Resulta asombroso que haya transcurrido más de un cuarto de siglo de la muerte de Bruce Lee, en julio de 1973, de un edema cerebral, y todavía se hable del físico de un hombre que medía 1,70 m y pesaba, en un día bueno, 60 kilos. Digo “asombroso” sólo en relación con el contexto de nuestra cultura occidental, en la que nuestra concepción de un buen físico suele ser algún defensa de fútbol americano hinchado de esteroides que mide más de 1,80 y pesa unos 130 kilos. Es todavía más asombroso el hecho de que casi todo el mundo obtiene algo diferente de sus encuentros con Bruce Lee, bien en persona, bien a través de otros medios, como sus películas, sus fotografías y sus vídeos. Los que practican artes marciales siguen venerando su destreza física, su fuerza y su velocidad, así como el ingenio que desbordaba a la hora de emplear la ciencia para referirse al mundo de los combates sin armas; a los aficionados a sus películas les impresiona el magnetismo animal del hombre y el hecho de que haya creado él solo un nuevo género de cine de acción, abriendo así la puerta a Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger, quienes siguieron sus pasos. Los filósofos también quedan impresionados por la habilidad de Lee al haber cruzado el abismo filosófico que separa Oriente y Occidente y haber sintetizado de forma efectiva lo que muchos habían considerado dos puntos de vista metafísicos irreconciliables.

      Y llegamos a otra “forma” de humanidad –los culturistas y los aficionados al fitness– que nos permite ver algo más en Lee. Es igualmente fascinante –e irónico– que, mientras Bruce Lee nunca se consideró a sí mismo un culturista en el sentido clásico de la palabra, su físico sigue siendo venerado por culturistas y atletas en todos los continentes y se considera una de las personas más inspiradoras de todos los tiempos. Los culturistas, jóvenes y mayores, con sólo echar un rápido vistazo a su cuerpo, saben exactamente cuánto trabajo le costó esa creación y les impresiona. Los culturistas iluminados, como Lou “El Increíble Hulk” Ferrigno, Rachel McLish, Flex Wheeler, Shawn Ray, Lenda Murray, Dorian Yates y Lee Haney –es decir, los mejores en este campo– rinden homenaje al impacto que el físico de Bruce Lee causó sobre sus carreras como culturistas. Hasta Schwarzenegger quedó tan enormemente impresionado con la musculatura de Lee, que me dijo: “Bruce Lee tenía un físico muy, repito, muy bien definido. Casi no tenía grasa corporal. Quiero decir que probablemente tenía menos grasa en su cuerpo que ningún otro atleta conocido. Creo que ésa es la razón por la cual parecía tan creíble [en sus películas]. Muchos de los que han hecho todas esas películas [de artes marciales] poseían sus habilidades, pero no se les veía tan creíbles ni tan impresionantes como a Bruce Lee. Él era único en su especie”. ¡Cuántos elogios!

      Habrá a quien le resulte difícil de creer. Después de todo, según lo habitual en Norteamérica, Lee no era físicamente un hombre imponente. Entonces, ¿qué veían en el físico de Lee celebridades como Schwarzenegger y Ferrigno, por ejemplo, que les pudiera inspirar? La respuesta, en una palabra, es “calidad”. Rara vez se ha visto –excepto en los felinos– tal combinación de líneas perfectas, formas agradables y definición, como si hubiera sido tallada, en un cuerpo masculino. Era tan elegante como increíblemente inspirador. Hipnotizaba con sus movimientos y su serenidad; incluso era elegante cuando estaba quieto. Cuando se relajan, muchos culturistas y futbolistas parecen cualquier cosa excepto atletas; y cuando se mueven, su volumen se mueve con ellos –pero no pasa nada, es simplemente una masa en movimiento (y en gran parte descoordinado), como un trozo de gelatina. El físico de Lee, por el contrario, siempre fue compacto, elegante, refinado y definido, tanto en reposo como en movimiento.

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      Una de las razones por las cuales existe esta diferencia entre la musculatura del típico culturista y la de Bruce Lee es que Lee no cultivaba sus músculos con el fin de mostrarlos, como hacen muchos culturistas. Según su primer alumno de los Estados Unidos, Jesse Glover, de Seattle, Lee estaba “por encima de cualquier otro que realizara la misma actividad”. El impresionante físico que consiguió Lee fue producto, o efecto, de este primer respecto. Saltar casi 2,5 m en el aire para dar una patada a una bombilla (como hizo en Marlowe, detective muy privado y El furor del Dragón) o dar un puñetazo que empieza a 90 cm en cinco centésimas de segundo eran habilidades de fuerza y velocidad, respectivamente, en las que Bruce Lee estuvo trabajando intensamente y durante mucho tiempo a través de su diligente entrenamiento. Es cierto que consiguió una musculatura extraordinaria, así como agradable; sin embargo, no era el principal objetivo de su entrenamiento.

      Quizás nunca antes –ni después– se había cultivado semejante confluencia de atributos físicos hasta tal punto en un cuerpo humano. Lee desarrolló unos reflejos tan rápidos como la velocidad de la luz, una flexibilidad suprema, una fuerza impresionante y una elegancia felina que, junto con su musculatura, formaban un producto completo –y muy letal–. Además, su físico era equilibrado y simétrico; y, aunque no todo el mundo admira la musculatura excesiva de un candidato a Mr. Universo, la mayoría de la gente con la que he hablado –desde candidatos a Mr. Universo hasta hombres y mujeres corrientes– parece admirar más el producto final que representa el físico de Lee.

      El hecho de que Lee haya influenciado a tantos culturistas profesionales no es un logro pequeño si se tiene en cuenta que él nunca participó en ninguna competición de este tipo en su vida. Nunca le interesó ser demasiado musculoso. Como dijo Ted Wong, uno de los mejores amigos de Lee, además de uno de sus alumnos más prudentes, “Bruce entrenaba principalmente su fuerza y su velocidad”. Aquellos que tuvieron la suerte de conocerle, desde productores de Hollywood hasta compañeros en las artes marciales, dicen que los músculos de Lee causaron un gran impacto. Esto no quiere decir que a Lee no le interesara cultivar un físico espectacular. Taky Kimura, quizás su mejor amigo –y padrino de su boda en 1964–, observó que su amigo nunca se negaba a quitarse la camiseta y a mostrar los resultados de sus ejercicios en el gimnasio –a menudo para observar las reacciones de aquellos que se encontraban por allí–. “Tenía los mejores dorsales anchos (músculos superiores de la espalda) que jamás he visto”, recuerda Kimura, “y siempre bromeaba fingiendo que su pulgar era un inflador; se lo metía en la boca y fingía que hinchaba la espalda así.

      ¡Parecía una cobra cuando hacía eso!”.

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      Estado físico funcional y fuerza extraordinaria

      Dan Inosanto, otro gran amigo de Lee al que eligió para que le ayudara a enseñar su temario de artes marciales a sus estudiantes en Los Ángeles desde 1967 hasta 1970, añadió que a Lee sólo le interesaba la fuerza que pudiera convertirse rápidamente en potencia. “Recuerdo una ocasión en la que Bruce y yo estábamos paseando por la playa en Santa Mónica, cerca de donde está The Dungeon –un gimnasio que perteneció originariamente al famoso morador de Muscle Beach, Vic Tanny–, cuando de repente salió de The Dungeon este grande, enorme culturista”– cuenta Inosanto. “Le dije a Bruce: ‘Tío, mira qué brazos tiene ése’. Nunca olvidaré la reacción de Bruce. Dijo: ‘Sí, es grande, ¿pero será potente? ¿Podrá utilizar sus músculos de forma efectiva?’“. La potencia, según Lee, se demuestra a través de la habilidad del individuo para emplear la fuerza desarrollada en el gimnasio de forma rápida y eficaz para objetivos del mundo real.

      Evidentemente, las hazañas de Lee respecto a la potencia forman parte de una leyenda, desde hacer flexiones con un solo dedo o con los pulgares hasta sostener una haltera de 35 kilos tan larga como un brazo frente a él con los codos doblados durante varios segundos, hasta lanzar a personas que pesaban unos 45 kilos más que él a 4,5 m con uno de sus famosos puñetazos de una pulgada (2,5 cm). La potencia que poseía con un cuerpo de entre 57,5 y 61 kilos era extraordinaria; Lee podía hacer que un saco de entrenamiento de 135 kilos golpeara el techo con una simple patada lateral.

      La fuerza y su adquisición eran las principales preocupaciones de


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