El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos. Eliseo Vila

El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos - Eliseo Vila


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con doblez de corazón es una persona abyecta y despreciable; y para ir seguros, mejor haríamos valorando así todas las adulaciones.

      C. H. SPURGEON

      Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. El celo fingido es igual que el barquero que fija la mirada en una orilla y rema hacia la otra: pretende que hace una cosa y tiene intención de hacer otra. Como el pretendido celo de Jehú por la gloria de Dios, cuando su verdadero objetivo era hacerse con el reino de su señor; y su celo al servicio de Dios no buscaba otra cosa que apoderarse del cetro.44 Así también el orfebre Demetrio alegaba profesar una gran devoción por la diosa Diana, pero su verdadero objetivo era garantizar sus ingresos y defender el gremio de su profesión.45 Tenemos en las filas cristianas muchos, demasiados, que alardean de santidad cuando en realidad sus corazones apuntan a otros fines;46 mas pueden estar seguros de que a pesar que logren engañar al mundo, y se destruyan a sí mismos, a Dios no le pueden engañar, porque Dios conoce los secretos de cada corazón.47

      GRIFFITH WILLIAMS [1587-1673]

      “Right Way to the Best Religion”, 1636

       Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón.

       ¡Sin fe anda la Tierra, y sin fe los cielos

       la justicia ha volado, y la verdad no existe!

      VIRGILIO [70-19 a.C.]

       “Eneida, Liber IV” 48

      Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. El hombre, pues, no es más que simulación, mentira e hipocresía, tanto respecto a sí mismo como respecto de los demás. No quiere que se le diga la verdad; evita decirla a los demás, y estas disposiciones suyas, tan lejanas de la justicia y de la razón, tienen una raíz natural en su corazón.

      BLAISE PASCAL [1623-1662]

      “Pensées sur la religion et autres sujets”, 1669

      Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. Nada como la religión y la fe para fabricarse un manto que siempre esté de moda, que sea provechoso: la librea49 perfecta con la cual el astuto puede servir a dos señores, a Dios y al mundo, y salir ganando. Le permite afirmar: «Sirvo a los dos, y de paso, a mí mismo prevaricando con ambos. Ante los ojos de los hombres, sirvo a Dios con mayor devoción que cualquier otro; lo cual me permite estar entre los mejores para perseguir y alcanzar mis objetivos, y con ello, me sirvo a mí mismo. Y en privado, sirvo al mundo; no con una devoción tan estricta, pero sí con mayor deleite; y satisfaciendo los deseos de sus siervos, busco también mis propios objetivos, y con ello, me sirvo también a mí mismo. ¿Quién frecuenta la casa de oración más que yo? ¿Quién cumple con los deberes cristianos antes que yo? Ayuno con los que ayunan, como con los que comen, y me entristezco con los que están de luto. No hay mano más generosa y abierta a la causa que la mía; y en las asambleas, nadie ora más largamente ni con más energía que yo. Así doy imagen de vida santa, se habla de mí como ejemplo y se proclama mi integridad; y así, atraigo parroquianos a mi negocio: mi mercancía está a buen precio, mis palabras merecen todo el crédito pues soy persona de fiar y mis recomendaciones se tienen en cuenta. Si soy avaro, se interpreta como austeridad; si soy mezquino, como prudencia; si me invade la melancolía, como piedad y devoción; si amo la diversión y el jolgorio, se entiende como regocijo y alegría espiritual; si soy rico, es por las bendiciones fruto de una vida piadosa; si pobre, se supone que por mi fidelidad y conciencia íntegra en los negocios; si hablan bien de mí, lo merezco por mi conducta santa; si mal, es fruto de la malicia de envidiosos. De modo que navego con todos los vientos, y consigo mis fines en todas las condiciones. El manto de la religión me mantiene fresco en verano, caliente en invierno, y esconde el zurrón de todos mis secretos y deseos carnales. Cubierto con él camino en público rodeado de aplausos; y en privado, puedo pecar sin temor a ofensa; procedo astutamente sin que nadie me descubra. Recorro mar y tierra para hacer un prosélito;50 y una vez lo hago, este me emula. En el ayuno defiendo a Ginebra, en las fiestas, a Roma51. Si soy pobre, finjo que tengo abundancia para salvaguardar mi crédito; si soy rico, aparento pobreza para evitar peticiones y evadir impuestos. Las ideas cismáticas son para mí las más provechosas, pues de ellas aprendo a divulgar nuevas doctrinas; y así me invitan a cenar tres veces por semana. Recurro a la mentira como estratagema para defender el evangelio; y justifico la opresión identificándola con los juicios de Dios ejecutados sobre los malos. Tengo la caridad por un deber extraordinario; por tanto, no la ejercito con frecuencia. Aquello que repruebo ante el público, para propio provecho, lo hago secretamente en casa para mi propio placer. Y, sin embargo, veo un escrito en mi corazón que hace desfallecer mi alma. Estas tristes palabras: “¡Ay de vosotros, hipócritas!”52».

      FRANCIS QUARLES [1592-1664]

      “Hypocrite’s Soliloquy” en “Judgement and Mercy for Afflicted Souls, or Meditations, Soliloquies, and Prayers”, 1646

      Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. El mundo sostiene que la sociedad sería inviable si hubiera entre los seres humanos una sinceridad y franqueza perfectas; y que la convivencia se haría imposible si cada uno dijera abiertamente lo que bien le pareciera, como sucedió por un tiempo en Israel.53 El mundo es sin duda el mejor juez de su propia condición y forma de gobierno, por tanto, no debatiré la injuria de semejante afirmación. Pero, ¡qué imagen tan lamentable presenta nuestro edificio social, con sus paredes cubiertas únicamente por la argamasa de la adulación y la falsedad!

      BARTON BOUCHIER [1794–1865]

      “Manna in the heart or daily comments on the book of Psalms”, 1855

      Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. Cuando preguntaron al filósofo Bion,54 qué animal consideraba el más dañino, respondió: «De todas las criaturas salvajes: el hombre tirano; y entre las domesticadas: el hombre halagador». Un amigo adulador es el enemigo más peligroso que podamos tener. Raleigh,55 que se había criado como cortesano, y era por tanto iniciado en el arte de la adulación, descubrió en carne propia el peligro y el poder de esta sutil forma de engaño, y afirmó: «Se dice que el adulador es en único animal que muerde mientras sonríe. ¡Pero distinguirlo entre los amigos es difícil, pues todos se muestran tan corteses y obsequiosos! Así como un perro se parece a un lobo, así se parecen un adulador y un amigo».

      “The Book of Symbols”, 1844

      Hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. El original hebreo dice literalmente: “con un corazón y un corazón”,56 es decir, con dos corazones: uno para la iglesia y otro para lo demás; uno para los domingos y otro para los días de entre semana; uno para el Rey y otro para el Papa. Un hombre que pudiera seguir viviendo sin el corazón sería una maravilla de la naturaleza, pero un hombre con dos corazones es un monstruo. Se dice de Judas que era un perfecto doble cara: «Un hombre con muchos corazones»;57 y leemos, en cambio, de los santos que habían creído que: “eran de un solo corazón”.58 Dabo illis cor unum.59 ¡Una bendición muy especial!

      THOMAS ADAMS [1583-1653]

      “The Holy Choice”, 1625

      Habla mentira cada uno con su prójimo; hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón. Cuando los hombres cesan de ser fieles a su Dios, decepcionado quedará quien espere que permanezcan fieles los unos a los otros. La sinceridad primigenia acompaña siempre a la piedad primigenia en su huida de la tierra; y entonces, lo que regula la conducta humana son los intereses personales de cada uno, hasta el punto que un hombre no puede confiar en otro más allá de lo que alcancen sus intereses mutuos. Y, dicho sea de paso, a pesar de que muchos hombres no creen, pocos eligen administradores, sirvientes y tutores no creyentes; pues juzgan, y con razón, que los verdaderos cristianos


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