Hermano, dulce hermano. Maximiliano David Acosta

Hermano, dulce hermano - Maximiliano David Acosta


Скачать книгу
entorno? Aquellos que quieren vernos bien. ¿Será que no soportamos la vida que tenemos y nos autodestruimos al igual que a nuestro ambiente? La vida que nos tocó era ideal para ser felices, pero estábamos tan lejos de eso y no sabría explicar por qué. Recuerdo a mi tía que solía decirnos que la vida era muy sencilla en realidad, pero que nosotros la complicamos excusándonos e inventando pretextos delante de todo. De repente algo tan sencillo como ser amable, se vuelve tan complicado como viajar a la luna. Mi tía… qué mujer, por dios. Si hay alguien a quien me quisiera parecer, sería a ella. Siempre tenía una respuesta para todo. Todo lo que decía era algo que podrías repetirle a tus hijos algún día, era de esas personas que con el hecho de hablarte te enseñaba a vivir. Es como si al inicio de todo, alguien hubiera guardado absolutamente todos los secretos del universo en un pequeño frasco de vidrio, y luego su contenido fue volcado en la cabeza de ella, y sin que lo supiese portaba miles de respuestas consigo… Creo que el último día que compartí con ella, antes de que muriera, fue la última vez que me sentí cómoda en algún lugar. Siempre espero que ocurra el milagro de poder hablar con ella en mis sueños aunque sea, hacerle esas mil preguntas que necesito expulsar, pero cada mañana despierto sin haber soñado absolutamente nada–.

      La cena terminó y lo único que hicieron fue irse cada uno a su habitación. El padre y la madre se quedaron limpiando los cubiertos y luego, también, fueron a su habitación a descansar tranquilos. Ellos no percibían nada de lo que sucedía a sus hijos. Esa intolerancia mutua, esa vida llena de enojos. Para ellos, era cosa de adolescentes y nada más, y tal vez tenían razón. No eran malos padres para nada, y ninguno de ellos les podía reprochar algo en esa labor.

      Apenas entró a su cuarto, Costelo se sentó frente a su computadora. Miró si estaba conectada Alfonsina y sí lo estaba, era hora de decidir. Esta vez no tardó en analizar la situación ni en juntar valor. Abrió el chat y cuando estaba por hablarle hubo un corte de luz en varias cuadras de la zona. Él se enfureció, y aunque no era de creer en la mala suerte, esa noche lo pensó demasiado, tanto, que casi no pudo dormir de la rabia interna que se le había generado.

      Al otro día Fiorenza se despertó temprano para ir a la escuela, como siempre, ya que era muy puntual. Costelo, casi sin haber dormido, también despertó temprano, pero fue directo a bañarse para poder despabilarse bien. Mientras ella tomaba el desayuno, miraba las noticias en donde anunciaban que al parecer haría un tremendo calor ese día y ya se sentía de temprano. Sufría al escuchar esa notica ya que la humedad no ayudaba nada a su cabello, algo que la ponía muy de malhumor.

      Fiorenza– Ese día, como todos lo demás, salí temprano camino a la escuela. Siempre iba caminando al igual que mi hermano Costelo, pero yo salía un rato antes para no tener que ir con él. Muchos pensarán que soy una mala hermana por eso, y tal vez yo también lo creería así viéndolo desde afuera, pero les tengo que confesar que estoy muy segura de que él pensaba lo mismo que yo, y estaba muy agradecido por esto. En fin, Costelo entró a clases como todos los días, entonces vio a Alfonsina sentada a dos bancos de él. Cada tanto levantaba disimuladamente la mirada para verla, pero notaba que ella estaba distraída, como perdida, y jamás llegaban a encontrarse sus ojos. Si no la conocieran pensarían que estaba de mal humor o que estaba dormida aún, pero Costelo sabía que ella estaba deprimida por la separación reciente–.

      Cuando llegó la hora del receso, Costelo solo fue al patio exterior siguiendo con cautela a Alfonsina, intentando no quedar como un acosador. Ella estuvo todo el recreo con su mejor amiga, por lo tanto, inalcanzable. Hablaron de la separación, pero se notó que el tema no duró mucho tiempo. Cuando ya tocó la campana que daba aviso para volver a las aulas, la vio salir del baño.

      Él caminó frente a ella y dijo abruptamente– Hola ¿Cómo estás?–.

      Alfonsina dio un pequeño salto de sorpresa y respondió con su voz enternecedora– Hola Cos…ahí ando, supongo que con el tiempo voy a mejorar–.

      Costelo–¿Sucede algo?–.

      Alfonsina– ¿Me vas a decir que no te enteraste? Todo el mundo habla de que él me dejó–.

      Costelo– Nadie me habló de ello, pero sí, lo sé–.

      Alfonsina–¿Cómo?

      Costelo– Facebook–.

      Alfonsina– Ah claro, a veces me olvido que todo eso es público. ¿Tú cómo andas?–.

      Costelo– Yo bien, no me quejo por ahora–.

      Alfonsina– Bueno, tenemos que ir a clase. ¿Te acercaste a verme o ibas a alguna parte?–.

      Costelo avergonzado y tartamudeando mintió– Iba camino al baño– dijo en voz baja.

      Alfonsina con una sonrisa melancólica respondió– Bueno, apúrate o te regañarán–.

      Ella comenzó a caminar rumbo al aula pero Costelo le llamó la atención con un grito.

      Alfonsina se dio vuelta y él dijo– Si necesitas hablar con alguien o lo que sea, puedes contar conmigo–.

      Ella sonrió y dijo– Gracias, es muy amable de tu parte– entonces se fue sin decir más.

      Costelo entró al baño para seguir su mentira y se quedó allí pensando qué tan estúpido había sonado en esa breve conversación. Se mojó la cara y esperó unos minutos para disimular. Cuando creyó que ya era suficiente, salió corriendo a su siguiente clase.

      CAPÍTULO 2

      Confesiones de una mente adolescente

      Fiorenza– Pasaron varios días y mi hermano comenzó a chatear con Alfonsina regularmente. Una noche que ella se sentía sola le habló, fue entonces que todo comenzó. No se contaban nada fuera de lo normal, eran conversaciones un poco más espontaneas. Al principio sí se habló de la separación, pero luego solo fueron charlas de lo que sea, ese tipo de cosas que hablas con alguien que recién conoces. A pesar de que siempre fueron compañeros de escuela, no sabían mucho uno del otro, entonces había mucho de qué hablar sin pensar demasiado. Es raro como una persona puede estar tanto tiempo en tu mente. Es difícil de diferenciar ciertos estados mentales cuando uno se enamora. Quiero decir, que cuando te enamoras, te obsesionas con esa persona de alguna manera, no sé si de una manera insalubre, pero es seguro que pasa. Todo el día piensas ¿qué hace? ¿Dónde está? ¿Con quién estará? Recuerdo que mi tía solía decir que en el amor solo hay dos cosas difíciles de comprobar. La primer cosa difícil que pensarás y te volverá loco, es lo costoso que es darse cuenta cuándo uno ama a una persona en verdad ¿Cómo estar seguro si es amor? Hay quienes están años para darse cuenta que aquella vez fue amor. Ella se refería al verdadero amor, es como que al principio todo es color de rosa y tal vez las situaciones de romanticismo y pasión te llevan a creer que amas y no es así. Es un dilema pero no tanto como la segunda cosa, que es más difícil. Esto, por experiencia propia, y según lo que dijo mi tía, puedo confirmar que es lo más difícil. Con esto me refiero a saber cuándo ya no amas a la otra persona. Creo que comprenderse a uno mismo al tratar de saber si uno sigue enamorado de su pareja es casi imposible. Cuando ya crees que estás cansado de alguien, que ya no lo amas, piensas en dejarlo, pero luego de ello vienen las miles y miles de preguntas que nos hacemos constantemente hasta que tomamos una decisión, la cual, puede que sea incorrecta. Yo no veía lógico que uno mismo no pueda ver la diferencia de seguir amando a alguien o no, pero admito que mi tía tenía razón. Las preguntas nos vuelven loco y hacen cada vez más difícil la decisión. Todo rebota en la cabeza ¿ya no lo amo? ¿Y si lo dejo y me estoy equivocando? ¿Y si pierdo a la persona más importante de mi vida? ¿Y si solamente es algo pasajero este sentimiento de desamor? Y creo que la pregunta que más retumba es ¿y si ya nadie vuelve a amarme como él/ella? Todas esas preguntas nos hacen dudar a tal punto que terminamos tomando la decisión de seguir de pareja o no, aun teniéndolas retumbando en tu cabeza. Es como si tu decisión fuera arriesgarse sin ninguna seguridad de que es lo correcto. Mi tía era una persona muy sabia, no sé si había leído demasiado en su vida o si salían solas esas cosas de su cabeza, pero me encantaba. Creo que me enamoré de su idea de lo que es el amor. Ella solo decía lo que pensaba sin ofender a nadie. Recuerdo ser una niña muy pequeña y ella me decía


Скачать книгу