Atlas de ultrasonido en ginecología. Roberto Moncayo

Atlas de ultrasonido en ginecología - Roberto Moncayo


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       4 Pólipos endometriales

      Dr. José Julio Serrano / Dr. Roberto Moncayo

      Los pólipos endometriales son masas de tejido existentes en la mucosa endometrial, los mismos que pueden tener una base ancha y plana (sésiles) o una base delgada y elongada (pediculados), siendo estos últimos los más frecuentes (Mills, 2004).

      La prevalencia mundial de pólipos endometriales está entre 8 y 10% (Clevenger-Hoeft et al., 1999 y Anastasiadis et al., 2000); es directamente proporcional a la edad, siendo infrecuente en mujeres por debajo de los 30 años (0.9%) y más común en pacientes que fluctúan entre los 40 y 50 años de edad (Anastasiadis et al., 2000). En mujeres premenopáusicas, la incidencia de pólipos reportada es de 5.8%, en tanto que el 11.8% corresponde a pacientes posmenopáusicas (Dreisler et al., 2009). En contraste, su prevalencia llega hasta un 40%, en pacientes con sangrado uterino anormal (Vilodre et al., 1997).

      Los pólipos son lesiones benignas hasta en un 90 - 95% de casos (Costa-Paiva et al., 2011). De acuerdo a la Sociedad Americana de Laparoscopia Ginecológica (AAGL), la degeneración maligna de los pólipos endometriales ocurre entre un 2 y 12% de casos, (AAGL, 2012), siendo factores determinantes los siguientes: el tamaño del pólipo (mayor de 19.5 mm) (Cavkaytar et al., 2014; Lasmar et al., 2013 y Lee et al., 2010), la edad avanzada, y enfermedades coexistentes como obesidad, diabetes e hipertensión arterial (Di Giuseppe et al., 2014).

      Según reportes recientes, se estima que entre un 56 y un 88% de los pólipos endometriales son sintomáticos (Lee et al. 2013), y el signo principal es el sangrado vaginal anormal, seguido por la infertilidad.

      Existen diversas teorías que explican la etiopatogenia de los pólipos endometriales. Una de ellas sostiene que hormonalmente se ha observado un aumento de los receptores de estrógenos y progestágenos (Inceboz et al. 2006), así como una sobreexpresión de la aromatasa en el endometrio de los pólipos endometriales (Pal et al., 2008). También se cree que obedece a la existencia de un importante componente inflamatorio (Al-Jefout et al., 2009), aumento de los niveles de cicloxigenasa (Erdemoglu et al., 2008) e incremento de sustancias inhibidoras de la apoptosis (Miranda et al., 2010). Por último, se ha atribuido también a alteraciones genéticas en los cromosomas 6, 7 y 12 (Dal Cin et al., 1995).

      Los factores de riesgo para la formación de pólipos incluye cualquier circunstancia o patología en la que se incremente la producción endógena de estrógenos o la administración exógena del mismo. El tratamiento con tamoxifeno, un medicamento modulador selectivo de los receptores estrogénicos (SERM), que es ampliamente utilizado en el tratamiento del cáncer de mama, es un factor de riesgo muy importante para la formación de pólipos, asi como de hiperplasia y cáncer endometrial. Se proponen diversos mecanismos, sin embargo el principal parece ser la inhibición de la apoptosis a nivel local. Adicionalmente, la inflamación crónica endometrial también se ha asociado a la formación de pólipos endometriales, manifestado por la concentración de mastocistos en los cortes histológicos, la cúal es hasta siete veces mayor al compararlo con tejido endometrial normal. Al-Jefout et al (2009)

      Ecográficamente, los pólipos endometriales se presentan de distintas maneras, a través de signos que se describen a continuación:

      1. Engrosamiento endometrial (figs. 4.3 y 4.4). Los pólipos endometriales pueden manifestarse como un engrosamiento inespecífico del endometrio (Schorge, 2008).

      2. Interrupción de la línea media endometrial. Los pólipos interrumpen o alteran la continuidad de la línea media de la unión de la capas del endometrio (figs. 4.5, 4.6, 4.7 y 4.8).

      3. Banda anecoica externa. Habitualmente existe una delgada banda anecoica que rodea parcialmente al pólipo (fig.s 4.9, 4.10, 4.11 y 4.12) y se forma por la secreción mucosa del mismo (Martínez-Pérez, 2003).

      4. Pedículo vascular. Usualmente, por medio del Doppler color, puede identificarse el pedículo vascular que proviene del endometrio y se introduce en el pólipo endometrial (figs 4.12, 4.13, 4.14, 4.15 y 4.16), este procedimiento mejora la sensibilidad de la ecografía transvaginal para el diagnóstico de esta patología (Clevenger-Hoeft et al. 1999).

      5. Ecoestructura y ecogenicidad. Los pólipos endometriales en mujeres en etapa premenopáusica son ecogénicos y homogéneos (figs. 4.17 y 4.18). En cambio, los pólipos en las mujeres posmenopáusicas son más heterogéneos (figs. 4.19 y 4.20) debido a la presencia de pequeños quistes glandulares en su interior (Gambadauro et al., 2014 y Hulka et al., 1994).

      6. Bordes regulares. Los pólipos endometriales tienen, por lo general, bordes lisos y regulares (figs. 4.21 y 4.25), en la postmenopausia tienden a ser algo irregulares (figs. 4.22, 4.23, 4.24, 4.26) (Marcos, 2009).

      7. Movilidad. En algunas ocasiones, debido a la presión ejercida con el transductor puede percibirse un movimiento del pólipo endometrial (fig. 4.27), lo cual ayuda en el diagnóstico. En la Fig. 4.28, por el contrario, se observa un pólipo fijo, no móvil, debido a las adherencias en las paredes anterior y posterior.

      Estos signos ecográficos descritos son muy inespecíficos y se debe tomar en cuenta que otras patologías ocupativas de la cavidad endometrial (como los miomas submucosos) podrían presentar algunos o varios de estos signos descritos con anterioridad.

      La sensibilidad reportada para la ecografía transvaginal en la detección de pólipos es de 19-96% , dependiendo de la experiencia del operador, con


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