Del abismo a la luz. Miguel Ángel Nuñez

Del abismo a la luz - Miguel Ángel Nuñez


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       Del abismo a la luz

       El diario de Rahab

      Miguel Ángel Nuñez

      Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

      Índice de contenido

       Tapa

       Prólogo

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Epílogo

      Del abismo a la luz

      El diario de Rahab

      Miguel Ángel Núñez

      Dirección: Claudia Brunelli

      Diseño de tapa: Nelson Espinoza

      Diseño del interior: Giannina Osorio

      Ilustración: Nelson Espinoza, Shutterstock (Banco de imágenes)

      Libro de edición argentina

      IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina

      Primera edición, e-book

      MMXX

      Es propiedad. © 1999. © 2019, 2020 Asociación Casa Editora Sudamericana.

      Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

      ISBN 978-987-798-310-4

Núñez, Miguel ÁngelDel abismo a la luz : El diario de Rahab / Miguel Ángel Núñez / Dirigido por Claudia Brunelli / Ilustrado por Nelson Espinoza. - 1ª ed. - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2020.Libro digital, EPUBArchivo digital: onlineISBN 978-987-798-310-41. Antiguo Testamento. I. Brunelli, Claudia, dir. II. Espinoza, Nelson, ilus. III. Título.CDD 222.2

      Publicado el 20 de noviembre de 2020 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

      Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

      E-mail: [email protected]

      Website: editorialaces.com

      Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

      Prólogo

      El siguiente relato es fruto de la imaginación del autor, y tiene por objeto inspirarnos al tratar de vislumbrar cómo pudo haber sido el proceso de conversión de Rahab, al pasar de las tinieblas del paganismo a la luz del amor de Dios y la comunión con su pueblo. No pretende ser una narración histórica, sino una aventura del pensamiento en el afán de valorar, a partir de la inclusión de Rahab en la galería de la fe (Hebreos 11:31), la diferencia abismal entre vivir “sin esperanza y sin Dios en el mundo” (Efesios 2:12) y, por la gracia de Dios, ya no ser “extranjeros y advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19). Que la lectura de estas páginas ayude a gozar al lector con el recuerdo de su propia conversión, y con los maravillosos caminos de amor que ha utilizado “aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (2 Pedro 1:3), es el deseo de...

       Los editores

      La historia real

      Desde Sitim, Josué envió en secreto a dos espías, y les dijo:

      –Vayan a explorar la región y la ciudad de Jericó.

      Ellos fueron, y llegaron a la casa de una prostituta de Jericó que se llamaba Rahab, en donde se quedaron a pasar la noche. Pero alguien dio aviso al rey de Jericó, diciéndole:

      –Unos israelitas han venido esta noche a explorar la región.

      Entonces el rey mandó decir a Rahab:

      –Saca a los hombres que vinieron a verte y que están en tu casa, porque son espías.

      Pero ella los escondió y dijo:

      –Es verdad que unos hombres me visitaron, pero yo no supe de dónde eran. Se fueron al caer la noche porque a esa hora se cierra la puerta de la ciudad, y no sé adónde se fueron. Pero si ustedes salen enseguida a perseguirlos, los podrán alcanzar.

      En realidad, ella los había hecho subir a la azotea, y estaban allí escondidos, entre unos manojos de lino puestos a secar.

      Los hombres del rey los persiguieron en dirección del río Jordán hasta los vados. Tan pronto como los soldados salieron, fue cerrada la puerta de la ciudad. Entonces, antes de que los espías se durmieran, Rahab subió a la azotea y les dijo:

      –Yo sé que el Señor les ha dado esta tierra a ustedes, por él ha hecho que nosotros les tengamos mucho miedo. Todos los que viven aquí están muertos de miedo por causa de ustedes. Sabemos que cuando ustedes salieron de Egipto, Dios secó el agua del Mar Rojo para que ustedes lo pasaran. También sabemos que ustedes aniquilaron por completo a Sehón y a Og, los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del río Jordán. Es tanto el miedo que nos ha dado el saberlo, que nadie se atreve a enfrentarse con ustedes. Porque el Señor, el Dios de ustedes, es Dios lo mismo arriba en el cielo que abajo en la tierra. Por eso yo les pido que me juren aquí mismo, por el Señor, que van a tratar bien a mi familia, de la misma manera que yo los he tratado bien a ustedes. Denme una prueba de su sinceridad, y perdonen la vida a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es de ellos. ¡Sálvennos de la muerte!

      Ellos le contestaron:

      –Con nuestra propia vida respondemos de la vida de ustedes, con tal que tú no digas nada de este asunto. Cuando el Señor nos haya dado esta tierra, nosotros te trataremos bien y con lealtad.

      Como Rahab vivía en una casa construida sobre la muralla misma de la ciudad, con una soga los hizo bajar por la ventana. Y les dijo:

      –Váyanse a la montaña, para que no los encuentren los que andan buscándolos. Escóndanse allí durante tres días, hasta que ellos vuelvan a la ciudad. Después podrán ustedes seguir su camino.

      Y ellos le contestaron:

      –Nosotros cumpliremos el juramento que nos has pedido hacerte. Pero cuando entremos en el país, tú deberás colgar esta soga roja de la ventana por la que nos has hecho bajar. Reúne entonces en tu casa a tu padre, tu madre, tus hermanos y toda la familia de tu padre. Si alguno de ellos sale de tu casa, será responsable de su propia muerte; la culpa no será nuestra. Pero si alguien toca a quien esté en tu casa contigo, nosotros seremos responsables. Y si tú dices algo de este asunto, nosotros ya no estaremos obligados a cumplir el juramento que te hemos hecho.

      –Estamos de acuerdo –contestó ella.

      Entonces los despidió, y ellos se fueron. Después ella ató la soga roja a su ventana.

      Algunos días después, los israelitas


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