Del abismo a la luz. Miguel Ángel Nuñez

Del abismo a la luz - Miguel Ángel Nuñez


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gente:

      –¡Griten! El Señor les ha entregado la ciudad. La ciudad, con todo lo que hay en ella, será consagrada a completa destrucción, porque el Señor así lo ha ordenado. Solo se les perdonará la vida a Rahab, la prostituta, y a los que estén refugiados en su casa, porque ella escondió a los espías que mandamos.

      Al oír los israelitas el sonido de las trompetas, comenzaron a gritar a voz en cuello, y la muralla de la ciudad se vino abajo. Entonces avanzaron directamente contra la ciudad, y la tomaron. Después mataron a filo de espada a hombres, mujeres, jóvenes y viejos, y aun a los bueyes, las ovejas y los asnos. Todo lo destruyeron por completo. Josué les dijo a los dos espías que habían explorado la tierra:

      –Vayan a casa de la prostituta y sáquenla de allí con todos los suyos, tal como ustedes se lo prometieron.

      Ellos entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos su parientes, y los llevaron a un lugar seguro fuera del campamento de Israel. Luego los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Lo único que sacaron fue la plata, el oro y las cosas de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro del Señor. Pero Josué les perdonó la vida a Rahab y a su familia, porque ella había escondido a los espías que Josué había enviado a Jericó. Y desde entonces los descendientes de Rahab viven entre los israelitas.

      Pasaron los años, y con el tiempo, Rahab se casó con Salmón, príncipe de Israel. La historia sagrada lo reseña diciendo: “Salmón fue padre de Booz, y su madre fue Rahab”.

      El pueblo de Israel nunca olvidó el gesto de Rahab, y esta se convirtió en un testimonio histórico del poder de la fe y la confianza en Dios: “Y por fe, Rahab, la prostituta, no murió junto con los desobedientes, porque ella había recibido bien a los espías de Israel”.

      Fue considerada como una mujer especial incluso por Dios: “Lo mismo pasó con Rahab, la prostituta; Dios la aceptó como justa por sus hechos, porque dio alojamiento a los mensajeros y los ayudó a salir por otro camino”.

      1 El texto está basado en los siguientes pasajes bíblicos: Jos. 2:1-21; 6:16, 17, 22-25; Mat. 1:5; Heb. 11:31; Sant. 2:25.

      Preparación para un encuentro

      Quisiera que todos me apreciasen por lo que soy. Sin embargo, a la mayoría de las personas solo les interesa mi belleza. Mi madre suele enorgullecerse de lo mismo. ¡Si al menos tuviese una amiga, alguien en quien confiar y poder contarle lo que siento! Los padres son muchas veces culpables de que cometamos errores. No se dan el tiempo para estar con nosotros. Nunca he conversado con mi padre aparte de los buenos días y las buenas noches. Él supone que todo lo demás debe estar bien. Y mi madre, que no es hermosa, me muestra a mí como una de sus joyas. Tal vez realmente lo sea. A veces la vida se me torna difícil de encarar.

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      Buscando entre mis cosas encontré este diario. Hace años que no lo tomaba. Lo comencé cuando tenía 17 años, y aquello me parece un siglo. Lo he leído por completo, y todo lo siento lejano, como si algo de mí estuviese en otra parte. El pasado queda entre las páginas del tiempo y, a medida que el tiempo avanza, nuestra historia se convierte en algo así como una novela o un cuento de ficción, como si nunca hubiese sucedido, salvo que vienen a nuestra mente los recuerdos que despiertan las mismas sensaciones de antes. Si al menos pudiésemos recordar sin que nuestra carne repitiese lo mismo...

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      Hoy murió Dafne.

      Estaba hecha una piltrafa.

      La usaron y abusaron de ella; y cuando ya no despertó deseos en nadie, simplemente la hicieron a un lado; así como un animal enfermo que ya no sirve y hay que dejarlo que muera.

      Hacia allá voy. No veo salida. El futuro es un largo túnel sin salida visible.

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      Los prostíbulos son los lugares más solitarios del mundo. Allí nadie es humano; cada uno actúa como si estuviese delante de un objeto, aunque hay gente que simplemente trata a los objetos con más cuidado que a una ramera.

      Algunas mujeres fingían que todo aquello les gustaba, pero sé que actuaban así para no volverse locas.

      Cuando se está hundido en el lodo hasta el cuello, uno comienza a pensar que nada existe fuera del lodazal. En medio de la esclavitud desesperante de las pasiones es muy difícil ver el sol, es como si la esperanza se escondiese definitivamente.

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      Cuando se empieza es muy difícil detenerse. Una ramera se convierte en objeto de deseo y a la vez de desprecio. Quienes nos poseen, en el fondo nos desprecian. Ninguna prostituta sabe exactamente cómo salir. Es peor que la esclavitud; es como estar muerta en vida, sin saber exactamente en qué momento acabará todo. Es lo más triste que puede haber, aunque la mayoría lo escondemos detrás de una sonrisa y un maquillaje largamente estudiado.

      Tal vez no debería haber nacido.

      Todo ha sido un error desde un principio.

      Si alguna vez me convierto en madre, desearía que mis hijos no pasaran por lo que yo he atravesado.

      Nada hay más terrible que no contar con los suyos cuando uno los necesita. Cuando no se reciben abrazos de aquellos que nos deberían amar, uno busca en otro lugar. Se necesita cariño, aunque sea de extraños, incluso de quienes no nos aman. La piel siempre transmite lo que ninguna palabra comunica.

      ¡Oh, Dios! Cómo desearía salir de todo esto, pero no veo ninguna salida. Un día de estos quisiera hundirme en el lodo y no aparecer más, nunca más.

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      Siento que la vida es un abismo oscuro y tétrico. Un despeñadero donde los dos extremos son el nacimiento y la muerte, y uno debe saltar sin ningún elemento de protección; y mientras vamos por los aires existe la posibilidad de caer, de llegar a ese gran pozo; y uno se mantiene creyendo que nunca caerá, cuando en realidad nunca ha salido y la muerte no es más que una continuación silenciosa de esta gran sima que llamamos vida.

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      ¡Malditos, malditos, malditos!

      ¿Qué haría sin ti, querido diario? Me asquea cuando me tocan. Los clientes se comportan como verdaderas bestias. Algunos quieren hacerse los seductores, y actúan como si yo fuera la mujer más hermosa de la tierra.¡Desgraciados! Lo único que les interesa es tomar mi cuerpo y usarme. Les daría lo mismo si yo fuese un animal o un objeto; simplemente no me ven, no importo. ¡No!, nada de lo que soy importa.

      A veces, para no volverme loca, pienso que tocan mi carne sin tocar mi alma. Me sumerjo en el fondo de mi mente, y allí me escondo en medio de recuerdos y ensueños, así como un ave que, atrapada en su jaula, canta fingiendo que no hay barrotes... ¡Dios, hasta cuándo soportaré esto!

      La vida debe ser un mal chiste inventado por un demonio. Siento que nada vale. Hoy es otro de esos días en que no quisiera estar viva. Vienen, me tocan y se van. Nadie se pregunta quién soy.

      Quizás así debe ser. Tal vez, todo no es más que la consecuencia trágica de un maldito dios que decidió jugar conmigo para deleite de espíritus malignos.

      Una de las chicas del prostíbulo dice que hay que aceptarlo, que probablemente en otra vida cometimos un terrible pecado y nacimos para ser castigados. Pero, ¿qué pude haber hecho para merecer esto? Ella debe de estar demente. Quizá todos seamos lunáticos. Los clientes vienen y se van, nos frecuentan y se olvidan. Tal vez este sea un mundo de enajenados donde el desvarío es lo normal. Quizá todo no es más que un mal sueño...


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