Criterios del pensamiento social de José Kentenich. Más allá del capitalismo-socialismo. P. Hernán Alessandri M.

Criterios del pensamiento social de José Kentenich. Más allá del capitalismo-socialismo - P. Hernán Alessandri M.


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Milwaukee, le toca conocer muy por dentro el alma de la sociedad norteamericana, máximo exponente del capitalismo. A lo largo de todos estos confrontamientos, el P. Kentenich no cambia su línea. A todas las corrientes con que se va chocando les va poniendo la misma etiqueta, las va sintiendo como manifestaciones de un mismo mal de fondo y por eso las llama “colectivistas” o“bolcheviques” por parejo, sean marxistas, nacionalsocialistas o capitalistas. Él ve el efecto que tienen sobre el hombre, eso es lo que le interesa. Puede ser que la ideología, el sistema de propiedad, la organización política, sean distintas, pero el efecto en el hombre, ese efecto destructor de la persona y de la sociedad humana se manifiesta en los tres casos por igual. Esto basta con relación a la clarificación de las palabras empleadas por el Padre Fundador en sus planteamientos.

      Quisiera terminar esta primera charla invitando a hacerse una pregunta. El momento que vive Chile es muy apremiante, seguramente enviado por la Providencia para que nos encontremos a fondo con el P. Kentenich y con el 31 de mayo. El hombre es flojo y no se esfuerza si los acontecimientos no lo urgen. Siempre hemos estado felices con el Padre Fundador, con la Misión del 31 de mayo, pero tal vez hasta ahora no hemos profundizado bien el mensaje del P. Kentenich, el contenido del 31 de mayo, porque no habíamos sentido aún la urgencia de hacerlo. Hasta ahora habíamos estado sacando de ese tesoro lo que necesitábamos para resolver nuestros pequeños problemas personales. Me refiero a ese tesoro que es Schoenstatt, a todo el tesoro que significa el mundo del Padre Fundador y del 31 de mayo, de él habíamos sacado muy poco. Por eso creo que Dios y la Providencia Divina pensaron en gran parte en nosotros cuando permitieron que en Chile sobrevinieran grandes cambios políticos, fue para obligarnos así a tomar en serio el 31 de mayo, el mensaje del P. Kentenich. Dios ha permitido que muchos sientan que el agua les está llegando al cuello para que se vean obligados a buscar una solución real a problemas que ya no pueden seguir simulándose.

      La pregunta que tenemos que planteamos es la siguiente. En este momento tan rico en interrogantes y en búsqueda que estamos viviendo en Chile. ¿Hemos reaccionado espontáneamente según la perspectiva del Padre Fundador o no? Por ejemplo: ¿nos hemos dejado convencer de que el gran dilema del mundo de hoy es la disyuntiva aparente entre el capitalismo o marxismo? ¿Hemos aceptado el planteamiento de los problemas propuestos por los capitalistas o los marxistas? ¿Hemos conservado claro el planteamiento del P. Kentenich que ya habíamos escuchado tantas veces antes de hoy o tal vez, ante la fuerza de los acontecimientos sucedidos en Chile se nos ha ido olvidando? ¿Hemos conservado claro que el problema del mundo de hoy es superar el colectivismo?

      El Padre Fundador dice que ese es el gran imperativo para la Iglesia, superar tanto la mentalidad capitalista como la marxista, porque ambas son colectivistas. Nosotros, ¿hemos conservado la mirada donde la tiene puesta el P. Kentenich? ¿Sí o no? ¿Nos hemos dejado arrastrar por los acontecimientos inmediatos, dejándonos convencer que la decisión angustiosa de hoy es: capitalismo o marxismo, capitalismo o socialismo de corte marxista? Esto no significa que deba restársele importancia a esta pregunta política, porque, como el Padre Fundador decía, hay diferencia de grado colectivizante entre un sistema y otro y también es importante saber escoger el menos malo. Pero, creo que la pregunta política para un schoenstattiano debe plantearse hoy así: tenemos que superar el colectivismo (ese es el gran problema) y por lo mismo, entre las alternativas políticas concretas que se nos ofrecen en Chile, debemos estudiar cuales son las menos colectivizantes. No tiene sentido plantear la discusión en abstracto, hay que comparar el grado colectivizante del modelo capitalista concreto que se propone (que puede ser más o menos inhumano) con la alternativa socialista concreta que se le opone (que puede ser no marxista o marxista y, en este último caso, de un marxismo más o menos rígido). Por eso, también, es muy importante para nosotros todo lo que se refiere al cambio del sistema político y socioeconómico.

      Pero lo importante es el enfoque del problema. Nuestra pregunta debe ser para solucionar el problema de fondo que es el del colectivismo: ¿cuál es el sistema menos colectivizante o menos despersonalizador? Lo importante es tener claro el criterio de valorización, nuestra meta debe ser la superación del colectivismo y de los elementos colectivizantes que se den hoy tanto en la mentalidad capitalista como en la marxista. Esa es la actitud que corresponde al pensamiento del P. Kentenich.

      Ahora viene la segunda pregunta de nuestro examen de conciencia, si tenemos claro lo anterior: ¿tenemos igualmente claro que nuestro aporte específico como schoenstattianos es la denuncia del colectivismo, la denuncia de los elementos colectivizantes en cualquier modelo de organización social que se nos proponga? Si somos seguidores del Padre Fundador, no somos en primer lugar ni anticapitalistas ni antimarxistas, somos anticolectivistas. Este es el aporte de nuestra Familia a la Iglesia chilena, al mundo y al país: señalar el verdadero problema, mostrar que, ni el capitalismo ni el marxismo son la verdadera solución porque ambos poseen elementos colectivizantes. Y si denunciamos soluciones concretas de tipo marxista o capitalista que se nos proponen en Chile, no las denunciamos por el hecho de ser capitalistas o marxistas, sino en la medida en que sean colectivizantes (ya hemos visto que tanto dentro del capitalismo como del marxismo hay grados). Ese es el criterio del P. Kentenich.

      Esta charla nos da materia para reflexionar si hemos estado midiendo los problemas de hecho con el criterio del Padre Fundador y denunciando lo mismo que denuncia él, o si hemos andado midiendo a la gente más bien según la clasificación de moda: “este es medio capitalista, este otro medio marxista”. No es ese el criterio del P. Kentenich. En el campo de concentración el Padre Fundador tuvo muy buen contacto con marxistas. Lo que a él le interesa es si una persona está luchando o no por un mundo más personalizado, por una comunidad más humana, independientemente de su ideología política. Ese es su criterio. Y nuestro trato con las personas tiene que ser igual. No un poner etiquetas, este es un capitalista o este es marxista. Al P. Kentenich lo que le importa es si tal o cual persona es valiosa para construir un mundo que venza el colectivismo, para construir un mundo verdaderamente personalizado y humano, o si se trata de un hombre atado a una mentalidad mecanicista y materialista, sea del color político que sea. La perspectiva del Padre Fundador es muy clara, muy honda y a la luz de ella debe juzgarse lo demás, lo político, lo socioeconómico.

      Esto da material para un examen de conciencia muy serio. Quizás hasta ahora nos hemos sentido muy portadores del mensaje del P. Kentenich, pero a lo mejor lo hemos sido en forma muy superficial. Tal vez nos sentimos muy schoenstattianos porque vamos a la Capillita que fundó el Padre Fundador, porque le decimos a la Mater “Madre Tres Veces Admirable” como le decía el P. Kentenich, pero a lo mejor, no hemos captado lo esencial de la misión del Padre Fundador, porque la Capillita, la Mater y todo lo demás –como lo vamos a ver– es un don de Dios a la Iglesia y a la Familia para vencer la mentalidad colectivista. Por eso, el que no tiene como el P. Kentenich, la misión de terminar con todo germen de colectivismo, ese no ha captado plenamente la misión del Padre Fundador. Al P. Kentenich lo tildaron de “rayado” (loco). Cuando lo enviaron a Milwaukee, el P. Tromp hablaba burlonamente de la “rayadura de Kentenich” (decía que se “le había corrido una teja”: “Dachschaden”), respecto de ese famoso bacilo mecanicista y colectivista que andaba viendo por todos lados y que él no percibía, y resulta que ahora, después del Concilio, en todas partes se habla de lo que el Padre Fundador ya detectó muchos años antes, si bien ahora se le dan otros nombres. Por ejemplo, todo lo que hoy se dice de la secularización en su aspecto negativo, o sea, como secularismo, es exactamente lo mismo que el P. Kentenich definía como mecanicismo. Todos hablan de despersonalización y de esas cosas que fueron el leitmotiv del Padre Fundador y que en su época parecieron “locuras”.

      La pregunta de fondo es: Si somos schoenstattianos, ¿estamos convencidos de que ese es el problema? ¿Sentimos como nuestra tarea de vida luchar contra esto y denunciarlo donde esté? ¿O andamos deslumbrados por la oposición aparentemente “absoluta” entre capitalismo o marxismo? Ya sabemos que, a la luz del pensamiento del P. Kentenich, no se trata sino de una oposición relativa, ambos sistemas se oponen en lo que respecta a la forma de organización socioeconómica o política, pero en el fondo, en la visión del hombre y de la comunidad o, mejor dicho, en las repercusiones que tienen sobre el hombre y la comunidad, los efectos del capitalismo y del marxismo son comunes.

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