Criterios del pensamiento social de José Kentenich. Más allá del capitalismo-socialismo. P. Hernán Alessandri M.

Criterios del pensamiento social de José Kentenich. Más allá del capitalismo-socialismo - P. Hernán Alessandri M.


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defender a la persona frente a la sociedad, sino de salvaguardar la dimensión personal, tanto en el individuo como en la comunidad humana.

      Este mal lo detecta el Padre Fundador tanto en el capitalismo como en el marxismo. A uno y a otro lo analiza desde el punto de vista del efecto colectivizante que tienen sobre el hombre y la sociedad, y los encuentra muy semejantes. Lo dice claramente en textos suyos. El P. Kentenich no ve una diferencia esencial entre el capitalismo y el marxismo, sino que para él se trata de simples diferencias de grado. Opina que los dos sistemas son formas diferentes de organización social, económica y política, pero frutos ambos de una misma mentalidad mecanicista, de un mismo proceso cultural que viene del siglo XVI. De hecho, el marxismo surgió como reacción al capitalismo, pero manteniéndose en su mismo nivel y en su mismo ambiente cultural. El marxismo nace de los mismos principios que engendraron al capitalismo. El Padre Fundador los ve como dos formas de mentalidad mecanicista, como dos sistemas provenientes de una raíz común y que, por lo tanto, conducen, ambos, a lo mismo: tienen efectos colectivizantes, masificantes.

      Por eso no se puede decir que el P. Kentenich sea anticapitalista o antimarxista, él es anticolectivista. Directamente no es el sistema socioeconómico el que le importa, sino el hombre. A él le interesa que el hombre sea persona y que la comunidad humana sea personal. Constata que tanto el sistema capitalista como el sistema marxista reducen esta posibilidad, la impiden, por eso critica y combate a ambos. Al Padre Fundador le preocupan los efectos negativos que estos sistemas tienen en la persona y en la sociedad humana. Él no parte de ningún a priori, parte del hombre. Si se lograra establecer un sistema socioeconómico en base a cualquier tipo de propiedad –colectiva o individual– que no produjera este efecto negativo, colectivizante, el P. Kentenich lo aceptaría. Él parte de la vida, de la realidad. A él le interesa el hombre, que el hombre y la comunidad puedan vivir sanamente, y juzga los sistemas en función a esto. Cualquier sistema que garantice una vida más personal, más auténticamente personal, es aceptable.

      Es importante tener en cuenta su afirmación de que la distinción entre capitalismo y marxismo es más bien de grado. Así resulta más fácil no juzgar al capitalismo y al marxismo como dos realidades compactas, como dos bloques monolíticos. Dentro del capitalismo hay muchas variantes, muchos modelos capitalistas más o menos colectivizantes. Lo mismo pasa en el marxismo, dentro de las realizaciones históricas del marxismo que conocemos, vemos que no todas son iguales. Hay algunas que son más duras, otras más blandas, más abiertas, más humanas.

      Si la diferencia entre marxismo y capitalismo es, según el Padre Fundador, una diferencia más bien de grado, entonces se podrá hacer una comparación entre los distintos modelos capitalistas y marxistas y tal vez lleguemos a la conclusión de que hay ciertas sociedades de tipo capitalistas, más humanas que otros modelos marxistas. Por ejemplo, pensemos en Suiza, la sociedad de Suiza es de tipo capitalista, sin embargo, la diferenciación de clases es muy reducida y la participación libre del campesino y del obrero en todos los organismos de decisión está tal vez más asegurada que en la mayoría de los países socialistas. La estructura de cada cantón asegura una democracia bastante real. Sin formular un juicio sobre el sistema capitalista como tal, puede decirse que esta forma concreta de sociedad capitalista –la Suiza– es mucho más humana que determinados modelos socialistas. Puede ser también, que dentro de los modelos marxistas haya algunos más humanos que otros modelos capitalistas. Si la diferencia es de grado, se puede aceptar esta posibilidad. Sin embargo, hay motivos por los cuales el P. Kentenich se refiere más al marxismo que al capitalismo. También se preocupa de preparar especialmente a la Familia para que pueda resistir la forma marxista del colectivismo, que cree más peligrosa no porque la considera en sí misma peor que la otra, sino porque, en el fondo, cree que es la ola última, la ola que va a durar más. Desde un punto de vista estratégico o práctico, la ola del colectivismo marxista va a ser aquella con la cual la Iglesia va a tener mayor quehacer en los próximos años, pues el capitalismo pareciera ir perdiendo ya su dureza, su agresividad.

      No es intención del Padre Fundador, al comparar capitalismo y marxismo, poner el problema en abstracto, situar a ambos sistemas en un mismo plano y decir: este es mucho peor que el otro. El P. Kentenich nunca hace juicios en abstracto. Para él, en la práctica ambos sistemas producen los mismos efectos con una diferencia de grado. Por eso, cuando el Padre Fundador habla de una “mayor” peligrosidad del marxismo, generalmente no está juzgando al sistema como tal, sino que viendo las perspectivas históricas futuras. Por el desarrollo histórico, concreto del mundo se ve que la lucha contra el colectivismo de tipo marxista va a ser más larga. (Cuando hablo de “lucha” me refiero a la superación de los efectos colectivizantes del modelo de sociedad marxista, sin negar por ello los aportes positivos que pueda contener el marxismo).

      Un dato para los que leen los escritos del Padre Fundador: cuando el P. Kentenich habla de “bolchevismo”, si expresamente no dice otra cosa, por lo normal se está refiriendo al colectivismo en general, tanto bajo sus formas capitalistas como marxistas. No se puede decir que el Padre Fundador está condenando el marxismo cada vez que usa la palabra “bolchevismo”. Su enemigo, el bacilo que quiere combatir, es el colectivismo y por eso a veces, cuando habla de “bolchevismo”, se está refiriendo al gran problema del colectivismo, excepto en aquellos casos en que exprese claramente que está hablando de aquella forma particular de colectivismo que es el marxismo. Muchas veces usa la palabra “bolchevismo” para hablar de formas colectivistas no marxistas. Por ejemplo, en el tiempo del nacionalsocialismo, en parte por estrategia (para no emplear palabras comprometedoras) hablaba de mentalidad “bolchevique” de los nazis. En pláticas posteriores, cuando ya no existían estos motivos estratégicos, el P. Kentenich habla de la mentalidad “bolchevique” occidental y no se está refiriendo a los marxistas occidentales sino a la mentalidad colectivista capitalista.

      Durante la época de fundación de Schoenstatt, en la década del año 20 en Alemania, hubo muchas luchas con corrientes socialistas. En esa época el Padre Fundador habla bastante del marxismo, de la corriente colectivista marxista. Después de la Segunda Guerra Mundial y en torno al 31 de mayo, también habla bastante del marxismo. ¿Por qué? Porque en ese momento la corriente colectivista marxista le parece especialmente peligrosa.

      Luego de la Primera Guerra Mundial hubo una revolución socialista en Alemania y las corrientes marxistas estuvieron muy presentes en todo ese tiempo. Por eso el P. Kentenich se dedica a hablar del colectivismo marxista. Después de la segunda guerra, en la época de sus viajes internacionales, cuando viene a Chile, todo el ambiente internacional estaba muy tenso, la guerra fría alcanzaba su punto culminante, se temía una nueva guerra mundial con una avalancha comunista sobre Europa. Por eso, en ese tiempo, cuando el Padre Fundador habla del colectivismo, generalmente se refiere a los marxistas, por la sencilla razón de que la amenaza marxista está muy acentuada.

      Pero en otras épocas, al hablar de colectivismo, el P. Kentenich “dispara” hacia otros lados. Por ejemplo, en toda la década de 1930, sigue su mismo tema, la lucha anticolectivista, pero en ese tiempo el enemigo concreto era el nacionalsocialismo. Políticamente el nacionalsocialismo no tiene nada que ver con los marxistas. Al contrario, los marxistas, los fascistas y los nazis se consideraban como el agua y el aceite. Sin embargo, en 1930, el Padre Fundador sostiene que, en el fondo, ambos llevan a lo mismo. Y aplica frente al nacionalsocialismo los mismos principios de estrategia que antes había mostrado como necesarios en el enfrentamiento con el marxismo. ¿Por qué? Prescindiendo de las oposiciones en el plano político e ideológico, el P. Kentenich ve que el efecto que produce sobre el hombre y la sociedad la corriente nacionalsocialista es el mismo que provocan las corrientes socialistas de tipo marxista.

      Después, en el tiempo de su destierro en Milwaukee, constata que el efecto colectivista del mundo capitalista y de la sociedad norteamericana es tan fuerte como el de las corrientes socialistas marxistas o el del nacionalsocialismo.

      El Padre Fundador se convence cada vez más de que el colectivismo es el mal de fondo común en la medida en que Dios lo va poniendo en contacto con las distintas corrientes colectivistas modernas. En el comienzo con los marxistas (1912-1930), después con


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